Tegucigalpa

Honduras: El cambio de imagen de una madre barrendera

En dos días le devolvimos la alegría y la belleza de antaño a María de la Cruz, una empleada que cada día limpia cinco kilómetros de calles de la ciudad para ganarse la vida.

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13.05.2013

Tras la menuda estatura de 1.30 metros, el rostro y brazos curtidos por el sol, la timidez y el andar pausado, María de la Cruz Gonzales esconde una coraza de mujer valiente y luchadora.

La señora de 63 años, llamada como “La Doña”, por sus compañeros de trabajo, fue nominada por los barrenderos que trabajan en las microempresas de la Alcaldía Municipal para recibir un trato de reina en el Día de la Madre.

EL HERALDO, junto al jefe de las microempresas, Dagoberto Padilla, organizaron la selección de una madre y mujer ejemplar para recibir un cambio radical de imagen que renovara no solo su coquetería, sino su espíritu.

En un lapso de un día el veredicto estaba tomado, la afortunada e indiscutible ganadora era doña María, una humilde mujer que cada día limpia cinco kilómetros de las calles de la ciudad para ganarse la vida.

El viernes por la mañana el equipo de este rotativo se trasladó hasta la entrada de la colonia Villa Delmi para darle la noticia a nuestra “Madre Metro Positivo del Año”.

Allí entre un grupo de cuatro barrenderos la encontramos en plena faena de limpieza, con una escoba barría la tierra que despegaban con la ayuda de piochas y palas sus fraternales amigos de labores.

Nos acercamos a ella para decirle que sus compañeros la eligieron para ser beneficiaria de una renovación de belleza.

Con una sonrisa tímida, consultó: ¿Cómo es posible tal cosa, si yo no me he inscrito en nada y nadie me avisó?

Con ternura y un aire de satisfacción, la coordinadora de la microempresa para la que trabaja le informó que ella fue la cómplice de la actividad.

Su historia

Doña María es oriunda de Jesús de Otoro, Intibucá, junto a su esposo, de quien quiso reservarse el nombre; procreó 6 hijos: tres mujeres y tres varones.

Aseguró que tuvo una vida feliz al lado de su familia, hasta que su esposo falleció.

Ante la falta de oportunidades de trabajo en su tierra natal, emigró a la ciudad. “Trabajé limpiando casas, vendiendo cosas, hice de todo para sobrevivir y desde hace 20 años soy barrendera, en este oficio me he mantenido y con él saque adelante a mis hijos”, relató.

El tiempo pasó y sus vástagos se casaron uno por uno, ella fue quedando sola, pues sus hijos emigraron a diferentes departamentos del país como Cortés y El Paraíso, para establecerse junto a sus familias.

“No me quejo de ellos, me llaman a menudo y me envían ayuda, si estoy lejos de ellos es porque así lo decidí, no quiero ser carga de nadie y aquí vivo mi vida un día a la vez”, dijo.

En las últimas tres semanas no ha tenido comunicación con sus hijos, pues se le quebró su celular y asegura que hasta que le paguen va a poder llamar.

“Mi mejor regalo sería escucharlos en el Día de la Madre, pero bueno, hay que esperar el pago”, dijo resignada.

Cambio radical

Doña María pasó una insólita tarde de compras.

Junto a ella, nos trasladamos hasta la Elma’s Colection, una sastrería especializada en ropa para señoras.

Emocionada se perdió entre los trajes colgados, buscando el mejor atuendo para la ocasión.

Su búsqueda se basaba en una falda y una camisa de botones manga tres cuartos, pues a su juicio los pantalones la hacen ver más bajita.

Después de medirse varios atuendos se decidió por un traje de falda a juego con una camisa estampada.

En el salón de belleza Elizabeth la esperaba la estilista y propietaria, quien evaluó el cambió que debía hacerse en el cabello, el tipo de maquillaje y tratamientos que necesitaba.

Un día después doña María se trasladó muy temprano al salón de belleza para recibir la trasformación.

Y la fiesta del Día de la Madre para los barrenderos fue el lugar donde irradió belleza y compartió, según ella, “la mejor celebración de su vida”. “Gracias a todos por este detalle, que Dios les bendiga y les dé muchos años más”, nos dijo.