Tegucigalpa

El Parque Central entre el olvido, daños y sin plan de recuperación

Afectada por los constantes enfrentamientos y la falta de atención al evidente deterioro, poco o nada de esplendor puede encontrarse en la otrora zona verde de la capital

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22.10.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-El atractivo que motive a los capitalinos a pasar gratos momentos en el Parque Central Francisco Morazán en el centro de Tegucigalpa es algo que, por los momentos, dista de la realidad.

Las abundantes remodelaciones hechas con el pasar de los años no han encajado bien en la evolución de lo que debería ser –según los capitalinos– un punto de encuentro para disfrutar de la riqueza arquitectónica que arropa el casco histórico.

Olvidada

La “Plaza Central”, como se le conoció en sus inicios, ahora tiene un aspecto descuidado, solo se necesita visitarla unos minutos para certificar que cada metro del lugar pide a gritos la atención inmediata del jefe de la Alcaldía Municipal, Nasry Asfura.

Contaminantes visuales y auditivos integran el ambiente casi estéril de la zona, entre los reclamos, el más polémico para los ciudadanos consultados por este rotativo fue entre el cemento y los árboles; lo natural perdió la batalla.

Docenas de agujeros se cuentan con facilidad en el lugar, las gradas frente a la Concha Acústica están quebradas, los cestos de basura permanecen oxidados y a punto de desplomarse. En el lugar también merodean los más descuidados por el Gobierno. Alcohólicos, drogadictos y sexoservidoras son parte del paisaje.

Mientras la estatua del general Francisco Morazán observa los desatinos de la actual administración comunal, cuatro agujeros cubiertos de forma improvisada en el piso del monumento parecen perpetuarse para la historia.

En otro punto de la plaza, asientos de concreto se mantienen amenazantes con sus varillas de fuera, lesionarse es una opción para los que se atreven a descansar en ellos. Condiciones similares se observan en el “Paseo Liquidámbar”, en el camino vestigios de cemento parecen ya no estorbar a los peatones. Gonzalo Banegas es un veterano lustrabotas, sus ojos han visto docenas de cambios y en las cuatro décadas de trabajar en el parque, garantiza que cada año el lugar está peor, para él “la tala de árboles, la falta de sombra, sillas y malas decisiones no abonan nada”.