Tegucigalpa

Reviven más de 100 años en la ermita de San Antonio de Padua

Después de 12 años de estar en el olvido, y mediante una inversión de más de 1.3 millones de lempiras, este templo renueva las actividades de 80 feligreses de varios sectores de la ciudad

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14.06.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Por más de 12 años, el olvido y descuido tenían en peligro un patrimonio histórico y cultural de más de 100 años.

Con sus paredes resquebrajadas, el techo deteriorado, los pisos erosionados y hasta un taller de pintura en sus predios, la ermita de San Antonio de Padua caminaba a desaparecer.

Sin embargo, la historia cambió para esta edificación colonial, pues gracias a la labor del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), la Fundación Chito y Nena Kafie y la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC), el rostro de este santuario ha revivido.

Con su techo rojo vivo, paredes de blanco puro, pisos relucientes, mobiliario nuevo y otros detalles, la capilla ahora brilla como un tesoro que aviva la fe de 80 feligreses de diferentes barrios y colonias de la aldea Jacaleapa en Tegucigalpa, a inmediaciones de residencial Honduras.

Un largo inicio
Más de una década estuvo cerrado este templo, que estaba siendo perjudicado al usar sus espacios para pintar vehículos.

“El predio de la ermita estaba siendo utilizado como un taller de pintura de carros desde 2007, pero a través de un dictamen se decretó daños a un patrimonio y se solicitó el retiro de la chatarra y otras cosas para evitar el daño de la ermita”, contó Alejandra Gámez, jefa de la Unidad de Patrimonio e Inmueble del IHAH.

El inicio de la remodelación de esta obra histórica fue de manera ardua, pues la fundación trabajó por dos años, ya que trabajaba de la mano con el IHAH con los permisos y diseños especiales para mantener los elementos originales de su construcción del
siglo XVIII.

Manteniendo la esencia colonial, este templo engalana la vista de los feligreses con las remodelaciones internas.

Manteniendo la esencia colonial, este templo engalana la vista de los feligreses con las remodelaciones internas.

“Tuvimos que quitar teja por teja, fragmento por fragmento de suelo de laja para cambiar lo viejo, ya que tratamos de mantener en la medida de lo posible la originalidad de la ermita. Por ello nos tomó más de dos años el poder terminarla”, relató Miriam Kafie, miembro del comité de la Fundación Chito y Nena Kafie.

El costo de la obra fue de más de 1.3 millones de lempiras y consistió en la restauración completa del techo, paredes y piso; reconstrucción completa del altar, construcción de la sacristía, instalaciones eléctricas; compra de todo el mobiliario, restauración del camerino de San Antonio de Padua y pintado exterior e interior.

Así como construcción de un quiosco, edificación de gradas de acceso, jardinería, siembra de palmeras y flores. Además, la Alcaldía construyó el muro perimetral y dos baños y una fosa séptica en la parte posterior de la ermita.

“La remodelación es un éxito, ya que el padre José Escobar, que es quien maneja la capilla, invita por secciones a la congregación para que la vayan conociendo, porque el lugar es pequeño, ya que solo tiene capacidad para 80 personas”, contó Kafie.

Por otra parte, el historiador Nelson Carrasco, del IHAH, manifestó que no hay un dato exacto de la antigüedad de este templo.

“El diseño de esta ermita es de arquitectura vernácula, por lo que debe tener más de 100 años y esto la hace patrimonio histórico cultural”, puntualizó.