Tegucigalpa

Rolando Bendeck, dueño de la Casa del Ingeniero asegura que levantará de nuevo el negocio

La tienda fue inaugurada en 1949 y fue el primer local que comercializó equipo para ingenieros

13.02.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cenizas y escombros fue lo único que encontró don Rolando Bendeck, luego que el siniestro acabara con la Casa del Ingeniero, la tienda exclusiva que su padre inauguró hace 70 años en el centro histórico de Tegucigalpa.

La nostalgia, la tristeza y las lágrimas invadieron su rostro al recordar que en el inmueble guardaba con amor un tesoro con un valor incalculable y que fue consumido por las potentes llamas.

La voz de su padre que había sido grabada en una cinta es lo que más lamenta haber perdido Bendeck.

“No importa tanto lo material que se haya perdido sino la riqueza histórica que ha tenido este edificio y que ha pasado de generación en generación. Ya no podré escuchar más la voz de mi padre”, dijo el propietario con un nudo en su garganta.

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El antiguo inmueble destinado para la venta de material y equipos para ingenieros fue consumido por un siniestro que inicio según los vecinos a eso de las 7:00 de la noche del martes anterior.

“Un morador de este sector me llamó con urgencia que un hotel estaba tomando fuego que me viniera en cuanto pudiera por cualquier incidente”, contó Bendeck.

El entrevistado informó que tras su llegada a la zona cero no pudo hacer otra cosa más que esperar que los bomberos extinguieran las pavorosas llamas que acababan con su patrimonio.

“Sé que ellos trataron todo lo que pudieron para sofocar el siniestro, pero tuvieron muchas complicaciones que favorecieron la propagación del incendio”, expresó.

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No es la primera vez que se registra un siniestro de esta magnitud. Hace tres años en el mismo hotel Caxa Real explotó un chimbo de gas.

Una fuente reveló que las pérdidas de este incendio en el edificio podrían ascender a los 30 millones de lempiras.

Tristeza
La Casa del Ingeniero
generaba cinco empleos. Sus colaboradores tenían 20, 25 y hasta 30 años de laborar en este negocio.

Las muestras de solidaridad de parte del gremio no se hicieron esperar, puesto que el local a diario era abarrotado por estudiantes y profesionales de las diferentes ramas de la ingeniería.

“No solo ellos lo lamentan, algunos capitalinos como yo que caminamos desde hace varios por años por estas calles vamos a extrañar este local”, indicó Mario Mejía, un ciudadano.