Sucesos

Amarga y solemne despedida para el soñador piloto de Sabanagrande

Los restos del teniente de aviación reposan en el cementerio de la localidad

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18.12.2017

Sabanagrande, Honduras
Cuando de niño miraba los aviones y los helicópteros surcando el cielo, sabía que como ellos un día tocaría las alturas. El municipio de Sabanagrande lució sus colores muy opacos la tarde de este lunes cuando despidió a Iván Esaú Vásquez Portillo (32).

El teniente de aviación de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) perdió la vida de manera trágica el pasado sábado cuando el helicóptero FAH-905 que pilotaba, sufrió un accidente. El suceso se dio cuando la nave se desplazaba por la Montaña de Yerba Buena, Lepaterique, en Francisco Morazán.

Con él fallecieron cinco personas más, un subteniente de aviación, tres miembros de la Guardia de Honor Presidencial y, además, Hilda Hernández, hermana del actual presidente de la nación, Juan Orlando Hernández. A su casa de habitación llegaron sus familiares y amigos de la infancia, quienes en medio del llanto recordaron los momentos vividos en las empedradas calles de su pueblo natal.

Su ataúd fue sacado de la carroza fúnebre por integrantes de la Fuerza Aérea y entregado a sus padres y hermanos al son de trompetas.

Querido por todos, el teniente será recordado por ser una persona amable, nacido en el seno de una familia humilde y trabajadora, que salió de su pueblo cuando el amor llamó a su puerta para casarse y formar una familia.

A Vásquez Portillo le sobreviven sus padres Ramón Vásquez y Ruth Portillo, quienes lucieron desconsolados por el fallecimiento de su hijo y a quien hoy recuerdan como su héroe.

También queda su pequeña hija de siete años, a quien amaba y cuidada con toda devoción.

Sus hermanos también se encuentran conmocionados por su trágica partida y esperan consuelo divino.

“Ese muchacho fue especial con su familia, siempre venía a ver a sus papás, la verdad es que a todo el pueblo le duele porque todos aquí lo vimos crecer”, mencionó otro de los asistentes.

Sensible adiós
Sobre su féretro lucía impecable la Bandera Nacional de Honduras, las flores adornaron su hogar y Sabanagrande lloraba a uno de sus más honorables hijos.

Un retrato que se observaba sobre el ataúd, un retrato suyo luciendo su impoluto uniforme de aviador, hizo que las lágrimas se derramaran.

“Siempre desde chiquito él decía que quería ser piloto, nunca dijo otra cosa, él quería andar en el cielo”, dijo una de sus vecinas con visible tristeza.

Sus conocidos mencionaron que el amor hacia su país era tal que aunque tuvo la oportunidad de haberse quedado laborando en el extranjero, decidió volver a Honduras. A eso de las 4:30 de la tarde de ayer, los restos del teniente fueron llevados al cementerio de la localidad para darle cristiana sepultura.

Su sueño de volar fue cumplido y desde aquí abajo, sus seres amados lo recordarán por siempre y cada vez que vean al cielo recordarán que Iván está ahora allí e hizo de él su morada eterna.

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