Honduras

Ni la descomunal seguridad lo salvó de la muerte

01.08.2014

Tegucigalpa. En San Pedro Sula todos sabían quién era Gustavo Chinchilla, pero muy pocos se atrevían a hablar de su controversial estilo de vida.

“Es el dueño de El Bombazo”, “le andan las moscas”, “anda las tablas en el lomo” o “tiene más seguridad que el presidente”, eran parte de los comentarios más comunes entre la población.

Así, Gustavo Chinchilla era famoso y lo fue aún más después de los atentados de película que sufrió años atrás.

Por las amplias calles de San Pedro Sula era común observar las sendas caravanas de vehículos y escoltas que le acompañaban.

En las pailas de sus vehículos era común observar a sus “guardaespaldas” con cara de pocos amigos, camisas cuadriculadas, botas puntiagudas y pistolas al cinto.

Todo ese aparato de seguridad curiosamente fue el que falló la noche del jueves, cuando fue atacado a balazos por una docena de sujetos que lo liquidaron en el restaurante Antojitos Mexicanos de San Pedro Sula.

Junto a él murió un guardaespaldas y dos hermanos que departían en otra mesa.

Los atentados

De Chinchilla se sabe que sufrió tres atentados. En todos había resultado ileso.

Su hijo, Gustavo Chinchilla Rauda, fue asesinado en agosto de 2006. Todos estos episodios de violencia lo llevaron a conformar un abultado equipo de seguridad.

Chinchilla Tábora había sido investigado por supuestos nexos con el crimen organizado, pero nunca hubo una acusación formal en su contra.

Su personalidad seria y la imagen de un hombre que no perdonaba traiciones ni errores se fueron convirtiendo en tema de conversación de las autoridades de las instituciones encargadas de administrar la justicia.

El nombre de su negocio, El Bombazo, era solo una apología más al crimen y violencia que marcaba su vida.

Paradójicamente, él se salvó de un bombazo cuando sujetos lo atacaron con lanzagranadas, resultando ileso gracias al blindaje que tenía su vehículo.

En la costa norte se le relacionó con varias personas ligadas a la narcoactividad, incluso autoridades policiales habrían tenido conocimiento de estos actos, pero nunca se atrevieron a realizar una investigación en su contra.

La muerte de su hijo estuvo ligada a un ajuste de cuentas entre bandas criminales. El joven regresaba con otro muchacho de visitar a una amiga cuando fueron emboscados por sujetos desconocidos. En ese momento se manejó que el acto era una venganza en contra de Chinchilla padre.

Escoltas

Cuando Chinchilla ingresaba a un restaurante siempre buscaba la zona más restringida.

El exceso de armas de sus guardaespaldas causaba espanto entre las personas, por lo que muchos optaban por abandonar el lugar.

Según fuentes, el empresario era cuidado por al menos 20 hombres que se conducían a bordo de tres o cuatro vehículos, sin embargo, el día de su muerte solo era acompañado por tres, dos de ellos murieron, uno en el acto y otro en un centro asistencial mientras que otro permanece hospitalizado.

Personas ligadas a las investigaciones afirman que el empresario “fue vendido” por sus propios escoltas o un momento de abundante confianza lo traicionó la mala idea de no llevarlos a todos.