Sucesos

Reos mantienen controlado el centro penitenciario de San Pedro Sula

Autoridades de la Fiscalía de Derechos Humanos y de Delitos contra la Vida llegaron al presidio, pero las “órdenes de los reclusos” eran que no querían ver a nadie. Policías tampoco han ingresado

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31.03.2012

En unos imperaba el deseo de poder. En otros el temor se había apoderado de ellos.

Reclusos y guardias penitenciarios mantenían un ambiente de zozobra ayer en el centro penal sampedrano, donde el pasado jueves hubo una revuelta que causó la muerte de 13 privados de libertad.

El ambiente de intranquilidad que se vivía 24 horas después del incidente era tal que ni las mismas autoridades penitenciarias se atrevían a ingresar al recinto, porque los reos siguen teniendo el control, no como se anunció la tarde-noche del jueves.

Eso confirma una vez más que los privados de libertad gobiernan en los presidios del país, y que cuando dan una “orden” se respeta, sin que las autoridades intenten lo contrario.
El miedo persiste, igual que el temor de que exista un nuevo amotinamiento, eso se denota en las caras de los policías penitenciarios que, aunque son relevados por turnos, comentan que no pueden dormir bien pensando que en cualquier momento puede darse una nueva tragedia.

Calmen los ánimos

Según los policías de la cárcel, un grupo de “jefes reclusos” está impidiendo el ingreso de personas al centro penal sampedrano porque solo quieren tranquilidad y que nadie los moleste.

“Bien nos dijo monseñor Rómulo Emiliani que por lo menos tenemos que esperar dos días para que los ánimos de los presos se calmen y dejen a las autoridades hacer sus investigaciones”, expresó uno de los fiscales de delitos contra la vida, mientras tomaba ayer declaración a los policías penitenciarios que estaban de turno durante el motín del jueves. Autoridades de la Fiscalía de Derechos Humanos y de Delitos contra la Vida llegaron al presidio desde tempranas horas, pero de nada sirvió porque las “órdenes de los reclusos” eran que no quieren ver a nadie.

John César Mejía, coordinador de la Fiscalía de Derechos Humanos, se dedicó junto a su equipo de fiscales a realizar el procedimiento adecuado para solicitar el historial de los 13 reos muertos, de los cuales solo seis estaban condenados y otros siete procesados.
“Sabemos que los reos tienen el control, es imposible ingresar, acordamos con las autoridades actuar con prudencia y esperar que accedan a dialogar para empezar a tomar declaraciones y saber realmente qué pasó el jueves previo al amotinamiento, porque solo trasciende que hubo un conflicto entre reos”, señaló Mejía.

El fiscal dijo que como parte del procedimiento decomisaron algunas armas de reglamentos de los agentes asignados al penal para presentarlas al laboratorio de balística y que se realicen las comparaciones correspondientes, porque algunos de los cadáveres presentaban heridas provocadas por armas de fuego, “y necesitamos probar si dispararon los policías penitenciarios”, resaltó Mejía.

Pero en las declaraciones brindadas por Eléazar Hernández, director del centro penal de San Pedro Sula, a los fiscales de homicidios, descartó esa posibilidad: “ningún policía penitenciario disparó en ese momento, esa orden fue la que dimos”, relató de forma contundente Hernández.

También un grupo de seis bomberos llegó a eso de las 11:00 am al penal de San Pedro Sula para realizar el respectivo informe del incendio que se provocó durante el amotinamiento, pero 25 minutos después tuvo que salir porque en la dirección se les dijo que la “petición de los reclusos” era que nadie podía entrar, indicó el teniente Héctor Sierra.

Los presos coordinadores, que por buen comportamiento pueden estar aislados gran parte del día de los demás internos, aseguran que tampoco saben nada del incidente del jueves.

“Aquí nadie puede hablar, porque si soplamos algo nos matan”, comentó un preso condenado por el delito de robo, quien se encargaba ayer de recibir los alimentos y ropa que llevaban familiares a otros compañeros.

Familiares angustiados

Mientras tanto en las afueras del presidio sampedrano se observaba una larga fila de familiares de algunos de los 2,224 reos internos actualmente en el penal de San Pedro Sula, todos permanecían en zozobra al no saber al cien por ciento lo que ocurría en el interior.

Solo era permitido dejar alimentos y ropa, pasaban los portones y a unos metros dejaban las bolsas que luego eran entregadas a sus familiares; no podían permanecer más de cinco minutos.

“Es incómodo no ver a nuestros parientes”, dijo Ilda Quezada, mientras que otros confían en que mañana, día de visitas, sí podrán ingresar.