Sucesos

'¡Todos al suelo!”, gritaron hombres encapuchados antes de disparar

Con gran impotencia y frustración, los familiares de las víctimas mortales de la masacre perpetrada el viernes en Lomas del Norte, en la capital, reclamaron ayer los ocho cadáveres de la morgue; eran del rubro del transporte

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20.10.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Los gritos de horror y las ráfagas de tiros todavía retumban en la mente de los vecinos de la colonia Lomas del Norte.

Son las secuelas de la masacre que se perpetró la noche del viernes dentro de una cantina y en la que perdieron la vida ocho personas a manos de hombres encapuchados y fuertemente armados.

Los hechos
Unos jugaban billar, otros cartas, otros conversaban y unos cuantos se reían de chistes. Eso era lo común de los viernes para las víctimas mortales tras salir de una larga jornada de trabajo.

La mayoría de las personas asesinadas pertenecían al rubro del transporte.

Faltaban 20 minutos para las 8:00 de la noche del viernes cuando la paz desapareció. Según la versión de testigos, cinco hombres encapuchados y con chalecos irrumpieron en el negocio llamado San Rafael, ubicado en la colonia Lomas del Norte.

Un sobreviviente contó que los encapuchados gritaron: “¡Todos al suelo! Somos la Policía, saquen sus documentos personales”.

Los malhechores portaban armas de grueso calibre, fusiles de asalto tipo AR-15 o Galil. Ese tipo de arma es de uso prohibido para la ciudadanía, solo es permitida para los órganos de seguridad del Estado. Mientras les apuntaban, les quitaron su documentación y también los celulares.

Posteriormente, comenzó la ráfaga de balazos, que duró unos seis minutos; dentro del negocio murieron seis y afuera dos.

Los victimarios también revisaron la casa, donde encontraron a unos señores de la tercera edad a quienes les perdonaron la vida. En seguida, los vecinos y los dueños del negocio, que se encontraban en una vivienda cerca del expendio, fueron a ver lo que sucedió.

La escena era dantesca, los cuerpos estaban tirados en el suelo sobre una laguna de sangre. Otras dos personas que resultaron heridas fueron trasladadas de emergencia al Hospital Escuela Universitario (HEU). Se trata de una persona de 37 años y otra de 39, cuyos nombres se omiten por su seguridad.

El padre de uno de los jóvenes asesinados sufrió una herida en su pierna luego que una de las balas rebotara en la pared, pero ese dolor fue mínimo comparado con ver tendido en el suelo a su hijo. Otro sobreviviente contó a EL HERALDO que uno de los hombres le apuntó con el arma, pero gracias a sus perros pudo escapar.

Víctimas
A la escena del crimen llegaron elementos militares, policiales y cuerpos de socorro para auxiliar a los heridos. El personal de Medicina Forense también llegó rápido para hacer el levantamiento de los ocho cadáveres y los trasladaron a la morgue judicial capitalina.

Las víctimas mortales fueron identificadas como: Edwin Roberto Rodríguez (35), Rodimiro Varela Matute (55), Freddy Josué Herrera García (23), Walter Leonel Baca (29), Eduardo Enrique Quiroz (27), Yerry Javier Pineda (41), Héctor Nahún Ramírez Baca (32) y Juan Manuel Baca (33).

De total de víctimas, tres eran conductores de rapiditos y uno cobrador de las rutas Carrizal-UNAH-La Sosa y Ulloa-Anillo Periférico-UNAH.

Otros dos asesinados eran mecánicos, uno panadero y otro trabajaba en una empresa distribuidora de cemento.

Se conoció que una de las víctimas recibió 19 impactos de bala, otros entre 10 y 12 disparos, al recibir una sola ráfaga. Ocho familias lloran la pérdida de sus familiares de forma violenta.

Uno de los dueños del negocio comentó que tiene más de 40 años de laborar ahí y nunca había ocurrido una tragedia así.

Vehículo
Unos vecinos denunciaron que hace dos semanas observaron un carro pick-up color gris que pasaba lentamente por el negocio. Ese fue el vehículo de donde se bajaron los responsables de la matanza, según testigos.

Medicina Forense entregó cuatro de los cadáveres el sábado en horas de la madrugada a sus familiares.

En el transcurso de mañana entregaron los otros cuatro para que pudieran velarlos y darles cristiana sepultura.

El dolor y la impotencia que sentían los parientes de las víctimas era fuerte. Los llantos de las madres, padres, demás familiares y amigos eran desgarradores al verlos en el ataúd.

Se mencionó que los encapuchados buscaban a personas que supuestamente vendían droga. Una vez que reclamaron los cuerpos, unos fueron trasladados a la terminal de buses de El Carrizal-UNAH-La Sosa, en la salida al norte y otros a sus casas de habitación.