Sucesos

Julia, la perrita huérfana que se ha ganado el amor de los empleados de la morgue capitalina

La perrita fue abandonada por sus dueños, quienes llegaron a reclamar un cadáver al departamento de Medicina Legal de Tegucigalpa

23.06.2017

Tegucigalpa, Honduras
Una perrita de bigote grande, pelo espantado, delgada y un poco enojada, cuida la entrada principal de la morgue capitalina, donde hace 20 días llegó desde el departamento de Olancho, pero al que jamás regresó tras que sus dueños la dejaran olvidada.

Eran las tempranas horas de la mañana cuando Julia, como la bautizaron los empleados de la morgue, se aprestó junto a un grupo de personas a reclamar un cadáver a la recepción de Medicina Legal y Ciencias Forenses luego de realizar un largo viaje desde el vasto departamento.

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Sin embargo, su familia la dejó botada y esta aún continúa esperándolos en el mismo lugar donde se acostó tras llegar a la capital: en la puerta de la morgue. Así ha pasado largos días en el mismo lugar, sin saber nada de aquellos seres a quien probablemente nunca volverá a ver.

La perrita se acuesta en la puerta por varias horas a la espera de su antigua familia.

La perrita se acuesta en la puerta por varias horas a la espera de su antigua familia.
No obstante, ella no está sola y en esa larga espera que le ha tocado vivir sola, un grupo de empleados de Medicina Legal se ha convertido en su familia. Estos hondureños alimentan, bañan, inyectan y hasta le dan amor a la perrita, que se ha convertido en la guardiana de la morgue.

De acuerdo con los allegados a la zona, la perrita es querida por todos y, uno de los empleados de ese lugar, identificado como Julio, la bautizó como Julia. Además la conocen como Chiripa debido a que, según ellos, “se quedó de pura chiripa”.

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Los obreros de la zona cuentan que el animal llegó demacrado, cadavérico y lleno de garrapatas, pero con el paso de los días esta se ha ido recuperando y poniendo “gorda”, además se ha vuelto juguetona y protectora de ellos.

La perrita se acuesta largas horas en la puerta de la recepción, donde los dolientes realizan el trámite para retirar el cadáver de su ser querido. ¡Sí!, en el mismo lugar donde sus dueños la abandonaron y donde se quedará, probablemente, para toda su vida.