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Clovis Morales: 'Mi mayor dolor es no haberle ayudado a mi madre'

Clovis Morales, primer abanderado hondureño en Juegos Olímpicos, atleta, militar, docente, miembro de la Selección del Mundial 82 y padre de seis hijas
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10.11.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Como toda buena charla, el café es el mejor acompañante para darle sabor a una historia y más cuando se trata de alguien que enarboló la bandera hondureña en la atmósfera mundial.

“Ser el primer abanderado de Honduras en los Olímpicos me enorgullece, pero en aquel momento no tenía idea de lo importante que era”, cuenta mientras la brisa de la fuente del centro comercial Ventu refresca el ambiente.

Con su propia voz se presenta Clovis Morales, el hombre que lideró la delegación hondureña en los Juegos Olímpicos de México 1968.

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Ya con 77 años, el negro parece ir perdiendo la batalla con el blanco en su cabello, pero en su liviana contextura todavía se dejan ver secuelas de aquella gacela sobre la pista.

“El mejor cadete en carreras de larga distancia que ha pasado por la Escuela Militar he sido yo”, dice con modestia antes de hacer una pausa con un sorbo de café. Pausa precisa para organizar cronológicamente los hechos que sintetizan la vida del excatedrático que hoy lleva su jubilación entre lectura, quehaceres domésticos y muchos recuerdos. “Cumplía años hasta tres veces al año para que las mujeres me dieran regalos”, confiesa con una de sus tantas sonrisas que hacen más amena una extensa plática que tiene su punto de partida en Olanchito: allí vivió gran parte de su infancia.

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Clovis Morales fue el primer abanderado de Honduras en unos Olímpicos y estuvo en el Mundial del 82. Fue docente en la Universidad Pedagógica. Foto: David Romero/El Heraldo

Clovis Morales fue el primer abanderado de Honduras en unos Olímpicos y estuvo en el Mundial del 82. Fue docente en la Universidad Pedagógica. Foto: David Romero/El Heraldo


Bueno, nació en Palo Verde, ¿cómo fue esa niñez entre bananos y agricultura?

Tuve una infancia fabulosa. A los 12 años yo manejaba una cuadrilla de hombres que iban a limpiar la finca de mi padre. Les pagábamos un lempira diario. Me crié con mi papá hasta los 11 años porque mis padres se separaron. A los 9 me vine para Guaimaca y a los 11 mi madre me fue a traer y me puso a estudiar en Tegucigalpa.



¿O sea que empezó a estudiar ya un poco grande?

Entré muy tarde a la escuela, entré de 11 años a primer grado. Yo no quería estudiar, lloré el primer día que fui a la escuela Cabañas. Tuve que abandonar la escuela en tercer grado debido a que mis 15 años entré a la Fuerza Aérea, pero antes le ayudaba a mi mamá vendiendo pan.

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Y en esa época tiene que haber muchas anécdotas...

Mi madre me mandaba a vender carne de cerdo y por estar jugando tejo, los perros me llevaban la paila. Tenía que andar detrás de los perros. Ella también hacía pan con conserva y todos los días yo se los vendía a los albañiles; les daba fiado y el sábado cobraba. Cerca de la casa había una quebrada por la que siempre tenía que pasar y una vez me resbalé y toda la mercadería se me cayó en esa agua, que era bastante fétida (desprendía mal olor). Recogí el pan, lo puse a secar y así lo vendí porque si le decía lo del accidente a mi madre, ella me mataba.



Dice que entró a los 15 años a la Fuerza Aérea, ¿lo ‘troleaban’ a esa edad?

Claro que me ‘yuqueaban’, si era posible todos los días. Llegué a ser cadete de vuelo, pero una vez salí con el teniente Walter López Reyes y, cuando puse el avión patas arriba y quedamos viendo el sol, me empezó a llorar la vista. Tras ese reporte, el coronel Rosales (ministro de Defensa) me llevó a la Academia Militar, donde logré ir a los Olímpicos en atletismo.

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En su etapa de joven. A los 15 años entró a la Fuerza Aérea y después estuvo en el Ejército. Foto: El Heraldo

En su etapa de joven. A los 15 años entró a la Fuerza Aérea y después estuvo en el Ejército. Foto: El Heraldo


¿Cómo es que fue elegido para ir a los Olímpicos?

En la academia se hizo una eliminatoria entre 180 cadetes. Yo siempre iba quedando entre los primeros. Yo era de primer año y otros de cuarto y quinto grado, como Mario Raúl Hung Pacheco, se molestaban porque ellos querían ir. Cuando estábamos en el comedor me pegaban coscorrones. El oficial siempre me dejaba comiendo extra porque ya sabía que yo era bueno corriendo. Aquella gente estaba envidiosa.



¿Entonces le hicieron la vida de cuadritos?

Fíjese que no estuve en la fiesta de gala del 3 de octubre de 1967 porque no me dejaron. Mi novia llegó y no la dejaron entrar. El oficial siempre me ponía al frente del pelotón para que yo pusiera el ritmo, pero los cadetes de atrás me decían: “Más despacio, bestia”. Yo bajaba el ritmo y el oficial me gritaba: “Bajó el ritmo cadete Morales”. Los cadetes antiguos me pegaban puntapiés y me castigaban con dos o tres horas más de trole. Yo amanecía corriendo y muchas veces llegué desvelado a clases. Era terrible.

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A la derecha y con el número 255, en una carrera en Colonia, Alemania, en 1977. Clovis corría en 5,000, 10,000 metros y maratones. Foto: El Heraldo

A la derecha y con el número 255, en una carrera en Colonia, Alemania, en 1977. Clovis corría en 5,000, 10,000 metros y maratones. Foto: El Heraldo


Militar y atleta... la pegaba con las chicas, ¿o no?

Ja, ja, ja... era la época de Elvis Presley, en donde uno andaba con un bucle y solo le hacía así (agita su cabello con la mano), uno usaba brillantina. Con aquel bucle en el barrio la pegábamos con todo. Pero yo nunca fui un tipo muy apasionado de andar buscando a Mundo y Reymundo. Tuve dos novias antes de casarme. Con mi primera esposa tuve cuatro hijas y con la actual dos.



Fue el preparador físico de Honduras en el Mundial de 1982, ¿qué recuerda?

Estuvimos como seis meses en Valle de Ángeles para prepararnos. Recuerdo que muchos salían a medianoche a buscar novias. Uy... Jimmy James Bailey se venía para Tegucigalpa en su moto en la noche. Cuando “Chelato” no se quedaba, me dejaba a cargo a mí y yo me dormía, ja, ja. El hombre más mujeriego de toda esa selección se llama Jimmy Bailey.



Supongo que con “Chelato” Uclés usted tuvo más de un encontronazo...

Me vine como tres o cuatro veces enojado de Valle de Ángeles. Una vez yo me vine enojadísimo y él llegó como a las 11:00 de la noche y me dijo: “Ajá, estás enojado vos, ja, ja”, y le dije: comé mierda, cabrón. Cuando perdíamos un partido, “Chelato” se iba a la casa, sacaba un litro de bebida (alcohol), se lo echaba y no se embolaba ese desgraciado, ja, ja, ja.

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Ya para cerrar, ¿por qué ha llorado en la vida?

Me lastimó mucho la muerte de mi madre. Cuando ella murió yo estaba en Egipto y me di cuenta a los ocho días que regresé a Alemania (estudió allí del 74 al 78). Pero mi gran dolor es que no pude ayudarle a mi madre económicamente. Ella le daba la comida a la guardia civil y cada 28 o 29 me mandaba 100 lempiras porque yo tenía una beca miserable de 150 lempiras.



¿Cómo es su vida de jubilado?, ¿ha acusado la soledad?

Sí, yo soy como extrovertido. Me gusta platicar con la gente porque ese es un proceso de enseñanza. He sentido el impacto de la soledad precisamente porque estoy aislado con mi esposa, solo los dos vivimos en la casa. Me entretengo leyendo y con cosas de la casa: barro, saco la basura, arreglo la cama a veces, le ayudo a mi esposa a cocinar y siembro plantas.

En su faceta de docente. Fue maestro de Educación Física en la Universidad Pedagógica. Foto: El Heraldo

En su faceta de docente. Fue maestro de Educación Física en la Universidad Pedagógica. Foto: El Heraldo
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