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Edgar Valeriano: 'En esta vida he ganado más aplausos que dinero”

Al actor y director le gusta el fútbol, cuenta que de niño fue portero

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01.03.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Ese telón negro donde muchos artistas han pasado es donde Edgar Valeriano prefiere vivir su fantástica vida. El actor hondureño es un cuentista fabuloso, un personaje que te transporta a otro mundo en una conversación.

¿Cómo fue la infancia de Edgar Valeriano?
Crecí con mis padres, mis héroes sin capa. Crecí jugando mables, fútbol y todos esos juegos tradicionales. Estudié en la Escuela República de Panamá, luego pasé al Alfonso Guillén Zelaya y posteriormente la UNAH.

¿Era bueno jugando las potras en el barrio?
Era el portero, al principio era suplente. Cuando crecí organicé un torneo de futbolito y como yo era el dueño del uniforme y de la pelota me gané la titularidad ja, ja, ja. Jugábamos en el campo Las Loras. En el fútbol nunca fui titular, siempre fui banca.

¿De dónde surgió la actuación?
Los genes... Mi madre era una cuentera natural y cuando volvía de los lugares traía una historia diferente. Mi papá disfrutaba del teatro, lástima que cuando ya me dedicaba a esta profesión ya no lo tenía conmigo.

¿Cómo fue su primera actuación?
En una iglesia evangélica. Yo quería integrarme a ese grupo porque el director llevaba a los niños a paseos y yo hice hasta lo imposible por entrar. Mi primera obra fue “El cansado pastorcito” a los nueve años y ese fue mi primer protagónico.

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Valeriano con sus compañeros de Bambú.

Edgar Valeriano con sus dos hijos y su amada nieta.


¿Ese nervio cuando está subido en las tablas todavía lo siente?
Sí, esas mariposas siempre me acompañan. Cuando el personaje comienza a tomar vida, ellas desaparecen.

¿Cuál es el personaje que más disfrutó hacer?
Mamerto en la obra “La tortilla sin voltear”. El sargento Furia, Marcial. Yo disfruto contar muchos cuentos.

¿Usted estudió teatro?
Sí, soy un egresado de la Escuela Nacional de Teatro y formaba parte del grupo de mimo teatro El Ropero.

¿Qué fue lo que lo enamoró del teatro?
Ya el destino me tenía deparado esos espacios y ese fue el encuentro. Fui a hacer el examen de admisión y sí lo pasé, contrario al fútbol que mis pruebas fueron fallidas ja, ja, ja...

¿Recibió el apoyo de sus padres para actuar?
Recuerdo la cara de mi madre cuando me dijo “¿Qué? ¡Te vas a morir de hambre siendo artista!”, pero con el paso del tiempo dijo lo contrario. No me he muerto de hambre actuando. He crecido con mis hijos, que también son artistas.

¿Hábleme de Bambú?
Ha sido un sueño para todos los integrantes de la familia bambucina. Casi todos los actores soñamos con tener una sala de teatro. Antes uno era nómada buscando espacios para ensayar, pero ahora tenemos el Centro Cultural, vamos a cumplir tres años. Lo logramos gracias a la Cooperación Suiza para el Desarrollo (Cosude).

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¿Qué le genera satisfacción?
Que el Grupo Teatral Bambú ya está en el mapa mundial a través de los festivales y giras. Todos los empleados de la familia bambucina trabajan como si fuesen los empleados mejor pagados del mundo.

¿En qué lugares ha actuado Edgar Valeriano?
En todo Honduras, en EE UU, México, Dominicana, Cuba, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Argentina, Ecuador, Colombia y España. Todas, bonitas experiencias.

¿Qué es lo más lindo que le ha pasado en el teatro?
Cada vez que estoy en el escenario me lleno de energía, viajo a través del mundo. No sé cuántas funciones he realizado en mi vida, pero siempre siento una felicidad interna.

¿Siempre ha tenido las puertas abiertas en el teatro?
Se nos cierran un montón de veces. En este país es muy difícil hacer teatro. Desde el momento en que decidimos hacer teatro hacemos un voto de austeridad. En esta vida he ganado más aplausos que dinero.

Edgar Valeriano con sus dos hijos y su amada nieta.

Valeriano con sus compañeros de Bambú.


¿Estudió periodismo?
Sí, tengo mis raíces en la UNAH. Elegí la carrera porque sencillamente me encantó.

¿Tuvo la oportunidad de ejercer el periodismo?
Sí, en el diario El Periódico era el encargado de la sección cultural. La sección se llamaba En Escena. Estuve en el noticiario radial “En la plaza”, mi jefa era Gilda Silvestrucci. Siempre estuve apegado al arte, realizaba entrevistas, contaba cuentos a personalidades del arte. Además estuve en Canal 10 en programas educativos y artísticos.

¿Nunca actuó como un futbolista?
Nooo... Pero sí me gustaría interpretar el tema de Guillermo Anderson: “Pepe goles”.

¿Ya no mira fútbol?
Siempre estoy al tanto. Vi un partido del Motagua que perdió con Platense. Soy fan del Motagua y me puse contento por ese 4-0 al Juticalpa. Le dieron la bienvenida a Wilmer Cruz.

¿Mantiene el mismo sentimiento por el fútbol?
Es que tengo sentimientos encontrados porque yo crecí con el fútbol. Me gustaba mucho jugarlo y ahora es un buen punto de partida para una conversación en un lugar. Disfruto cuando gana la Selección Nacional porque todos se abrazan. Sin embargo, al fútbol se le ha brindado mucho apoyo y el futbolista no ha rendido los frutos esperados. Un técnico ganando un millón de lempiras... Con ese dinero cuántas cosas haríamos en el arte. Ya quisiéramos nosotros (los actores) irnos de gira por Miami antes de una función, que nos pagaran motivador, masajes, que tuviéramos un menú bien balanceado como ellos.

¿Cómo está posicionado el teatro hondureño en el mundo?
Bien, tenemos referentes en la dirección, excelentes actores. Estamos creciendo y muchos jóvenes están asumiendo la profesión con mucha sobriedad con salas independientes.

¿Cuál es el objetivo a largo plazo de Bambú Centro Cultural?
Queremos brindar una variedad de espectáculos a nuestro público, ofrecer obras de calidad... Además que este sea un espacio de otros artistas. Bambú es un lugar donde siempre habrá puertas abiertas para el público y los artistas, queremos equipar la sala. Tenemos una capacidad para 80 personas y cuando se nos llena somos felices.

¿Una anécdota actuando?
Una vez actuando en un municipio en Ocotepeque di un salto y en el escenario se hizo un hoyo cuando caí y me fui para abajo. La obra se paró y después del shock todo volvió a la normalidad.

¿El mejor escenario donde ha actuado?
Es que he actuado en teatros grandes como el de Mazatlán en México, pero también he contado cuentos donde mi único reflector ha sido la luna.

¿Qué significa el teatro para Edgar Valeriano?
Es mi vida, es mi segundo renacer en la tierra, es mi voz, es mi espacio, donde me siento insubordinado y puedo ser también la voz de otros.

¿Cómo es su casa?
Es un lugar donde me gusta estar. Es como un hotel de paso para muchos artistas. No es grande, pero siempre cabemos. Un espacio de mi casa está lleno de afiches de las obras que me hacen vivir el pasado.

¿Su música favorita?
Soy fan de Guillermo Anderson, escucho de todo dependiendo de mi estado de ánimo. Me encanta el rock, el jazz, música clásica, boleros y hasta las rancheras. Esa música me hace recordar algunos desamores.

¿Tuvo desamores?
Claro, he llorado por algunas mujeres, pero siempre se les estima mucho.