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Cirujano plástico y teniente coronel, Omar Mejía: 'Si lo sueña... lo va a tener”

El cirujano plástico y teniente coronel es un hombre apasionado por los auto clásicos

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27.07.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS

Servir, apoyar y dejar un gran legado a beneficio de la población de Honduras es su objetivo de vida. La disciplina, la responsabilidad y el altruismo son cualidades que lo caracterizan.

Omar Mejía, de 55 años, es un exitoso cirujano plástico que organizó en 2008 la Fundación de Atención al Niño Quemado (Fundaniquem). Asimismo impulsó en el año 2000 la creación de la Unidad de Quemados del Hospital Escuela.

Mejía se especializó en atención de quemados en Chile. Su vocación por la medicina la fusiona con su destreza militar. Él ostenta el rango de teniente coronel de sanidad de las Fuerzas Armadas de Honduras.

La familia es el pilar fundamental en su vida. El encuentro con Mejía se realizó en el Centro Hondureño para el Niño Quemado (Cehniq), que comenzará a funcionar en septiembre. Conversamos unos minutos y luego nos trasladamos hacia su casa.

¿Cómo fue su niñez?
Somos siete hermanos y con mucho esfuerzo logramos alcanzar una educación superior, crecimos en un hogar muy humilde, estudiamos en la Escuela Lempira, el Instituto Central Vicente Cáceres y de ahí en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

¿Cómo fue su ingreso a las Fuerzas Armadas de Honduras?
Cuando fui a hacer mi servicio social de medicina al municipio de Cucuyagua, en Copán, ahí está ubicado el Séptimo Batallón de Infantería, en el que llegaba un médico esporádicamente a verlos, entonces me acerqué con ellos y me preguntaban por soldados heridos y de ahí me integré con ellos.

¿Usted decidió quedarse en la institución?
Formé un equipo de natación militar y aparte hice un centro de atención médica para el batallón, fui participando en varias misiones militares, ya me puse por primera vez mi uniforme militar, era un soldado más y por ser médico logré un rango más de subteniente.

¿Cuándo inicia a trabajar en el país ya como médico recién egresado?
Mi primer trabajo fue aquí en la capital en el Hospital Militar en 1989, cuando venía comenzando el hospital.

¿Y cómo reaccionaron sus padres cuando se graduó?
Mi mamá, que en paz descanse, siempre le ayudaba a la gente y cuando me gradué y regresé a la casa me tenía cinco o siete personas esperando para que les diera consulta gratis.

¿Por qué decidió especializarse en cirugía plástica?
Surgió la posibilidad de ir a hacer estudios de especialización porque como el hospital estaba abriendo también se abrió el mundo para formar recursos humanos y así nos fuimos un grupo de hondureños a estudiar al Hospital Central Militar de la Ciudad de México.

¿Cómo fue esa etapa?
Fueron años bastante duros en una residencia donde se combinaba entrenamiento militar y entrenamiento médico de alto rendimiento.

¿En algún momento pensó en retirarse?
Sí. Muchas veces quise tirar la toalla, pero era una oportunidad de éxito y no la desaproveché.

Omar Mejía junto con su esposa Luisa Fuentes viajaron a México, estando allá concibieron a su primera hija. Ahora ellos tienen tres hijos y 26 años de casados.

¿Cuántos años estuvo en México?
Estuve en la formación de cirujano plástico reconstructivo seis años, de 1991 a 1996.

¿Qué hizo cuando volvió a Honduras?
Venía con un compromiso de beca, por cada año que hice en el extranjero eran dos años trabajando en el Hospital Militar y actualmente sigo con
el hospital.

¿Cómo conoció a su actual esposa?
Una hermana mía estudiaba odontología y yo la iba a dejar a las fiestas en un Reanult de 1960 que tenía mi hermana y ella iba con las amigas, yo la iba a dejar y a traer y después de todo eso me fui quedando de novio con mi esposa Luisa.

¿Y cuáles son sus pasatiempos?
Me gusta arreglar el jardín, también la natación -que la desarrollo de dos a tres veces por semana- y los carros que desde pequeño íbamos al mercado con mi mamá y siempre miraba un carro Mercedez Benz y mi madre me decía: ¿Quiere tenerlo? Estudie.

¿Cuándo obtuvo su primer carro?
Siempre me han fascinado los carros, tengo una colección pequeña y una de autos de verdad, formó parte de la Asociación Hondureña de Autos Clásicos. Mi primer carro fue un Mercury Monterrey de 1954 que lo tenían al borde de la poza de Germania y lo tenían marcado para hacer comales, hablé con la gente, me lo vendieron y lo restauramos.

¿Y su carro blanco Mercedez Benz cómo lo obtuvo?
El Mercedez de 1966 lo encontré en EL HERALDO, en las páginas de clasificados, cuando lo vi me fui directo a comprarlo.

¿Qué importancia tiene ese carro?
Sin querer queriendo le dicen la trampa del amor porque ha casado a un montón de gente. Lo alquilo para bodas.

¿Logró su sueño de niño?
Si usted lo sueña en su vida, lo va a tener algún día, hay que ponerse metas a corto y largo plazo, todo ha sido con un gran esfuerzo.

¿Qué siente al manejar uno de sus autos?
Se transforma uno porque en la calle es motivo de robarse miradas y de sonrisas, en especial de ver la alegría de
los niños.

¿Tiene una experiencia fuerte que recuerde?

Sí, recuerdo a una niña que un cable le amputó los dos brazos, cada vez que la llevaba al quirófano me decía “¿ya me va a poner los bracitos, doctor?”, eso fue muy duro.

¿Qué significa el Cehniq en su vida?
Tener el Cehniq es como un agradecimiento para mi país, poderle ayudar a los demás y se logró gracias al apoyo del actual gobierno

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