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Gonzalo Carías: 'Me acostumbré a la soltería y eso es malo”

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14.07.2017

La alegría del recuerdo de aquella confortable infancia ligada a los deportes se transforma rápidamente en tristeza cuando aflora el duro golpe que lo sacudió en su adolescencia... Y en medio de esas remembranzas rechina aquel agónico gol que retumbó en cada rincón de Honduras y con el que se patentizó Gonzalo Carías.

“Híjole, sí me marcó bastante ese gol y siento que abrió puertas. Sí me conocían como periodista de Televicentro, pero es diferente conocer una persona a relacionarla a un momento. La gente todavía me lo recuerda”, confiesa el hombre de 44 años de edad y de más de una década de experiencia en la televisión...

¿Quién no se acuerda de la desgarradora narración de Gonzalo en aquel 2-2 de Estados Unidos ante Costa Rica en 2009? ¿Quién no se acuerda de ese cabezazo de Jonathan Bornstein que mandaba a Honduras al Mundial de Sudáfrica 2010?

“Al que quiera ser periodista deportivo, no grite así el gol ja, ja, ja. Yo tuve una gran pena con ese grito en su momento (14 de octubre de 2009).

Ese fue el aficionado el que gritó, no fue el periodista. Era el tipo que durante 28 años estaba sufriendo por ver a la Selección en el mundial, lo vio y lo gritó como hincha. Allí perdí la línea”...

Y cuando le recuerdan ese gol de Bornstein, ¿qué es lo primero que se le viene a la mente a Gonzalo?

Que casi me dejan sin respiración los que estaban rodeándome, creo que fue Copán álvarez el que me estaba ahorcando porque todo mundo saltó encima mío. Fue una emoción increíble, la verdad que el grito salió por la sorpresa del gol.

Yo pensé “ya esto se acabó' y viene un tiro de esquina y llega ese momento, ya cuando estaba terminando el partido y estábamos pensando: 'Bueno, Honduras tendrá que viajar tal día para enfrentar a Uruguay en el repechaje'. Fue hermoso.

¿Qué le dice la gente en la calle sobre esa narración?

Me dicen cosas como: “Estuve en mi casa, rompí no se qué, mi novia me cortó porque la dejé sola para ir a celebrar, ja, ja, ja”. Hay varias historias.

O sea, se puede decir que usted deshizo noviazgos, ja, ja, ja.

Con ese grito provoqué bastantes rupturas de parejas ja, ja, ja... Me da satisfacción que haya alegría recordando ese momento porque fue muy importante, no tanto para la Selección, sino por el momento político que vivíamos, había mucho odio.

En ese momento se abrazaron los blancos con los rojos y los que estaban en contra con los que estaban a favor.

Hablando del periodismo, ¿cómo surge ese gusto?

En la hexagonal de 1981 -y me lo recuerdan las personas que iban a la casa- yo ponía un escritorio pequeño, apuntaba las alineaciones y hacía el esfuerzo de narrar el partido. En ese entonces se morían de risa y ahora que me ven me dicen: 'Desde pequeño te vimos con ese deseo'. A mí me apasiona el periodismo y mi pasión por el deporte empezó por el béisbol.

¿Y cómo ingresa a Televicentro?

La cuestión es que me nació cruzar la calle, tocar la puerta y preguntarle a Salvador Nasralla, que era vecino mío en la colonia Tepeyac, si podía tener la posibilidad de involucrarme en las transmisiones del béisbol (en el 2000).

A Salvador le gustó el asunto de los números, me empecé a involucrar y aquí estoy.

¿Cómo es Salvador Nasralla como jefe?

Es exigente. Me ayudó a tratar de hacer el mejor trabajo posible en cada transmisión, de ir preparado y no de ir solo a sentarme y hablar. No pude tener mejor jefe que Salvador a la hora de crecer como periodista.

¿Algún regaño de Salvador que quedó grabado?

Siempre hubo y hay. Quizá la primera vez dije: '¿Y a este qué le pasa?”. Tuve una discusión fuerte y tomé como un par de días con la postura de que no quiero ver a Salvador. Volví al siguiente domingo a Cinco Deportivo y como si nada. Él pide perdón si tiene que pedir y si hiciste algo mal te lo va a decir en la cara. Es una persona que va muy de frente.

Pero hay una vida más allá del periodismo, ¿cómo fue la niñez?

Mi infancia fue normal, pero mi vida cambió con la enfermedad (cáncer cervical) y muerte de mi madre (Elina Cerrato).

Mi mamá se enfermó como entre 1986 y 1987, cuando yo tenía como 14 años, y falleció en 1989. Ella siempre tuvo esa actitud alegre ante la vida y fue un momento duro.

¿Qué tanto le cambió la vida tener una adolescencia sin madre?

Me cambió bastante la vida, porque el amor de una madre es muy importante en el desarrollo de cualquier persona. Mi madre fue una de las mejores personas que he conocido, era alegre y fiestera. Esa línea que tengo de conocer y comprender a la gente viene justamente de mi mamá.

¿Por qué una vez dijo que con la muerte de su madre llegaron los problemas?

Llegaron los problemas en el sentido de que perdí una persona importante en mi vida. Mi papá (Gonzalo, expresidente del Banco Central y miembro de la Comisión de Bancos y Seguros) trabajaba y aunque estaba para mí en cualquier momento, la relación de padre-hijo es diferente a la de madre-hijo, entonces sí lo sentí y sí costó un poco superarlo. La presencia de mi padre y de mi hermana mayor -María Elina- me ayudaron a seguir adelante.

Al ser hijo de un expresidente del Banco Central, ¿se crio en un hogar de comodidades?

No me puedo quejar. Fui muy afortunado y lo más importante, más allá de lo material, fue lo mental, asumir que la vida continuaba a pesar del duro golpe. Lo que me enseñó mi padre fue la consistencia de trabajar y la importancia del nombre, es decir, que tu nombre sea importante.

A propósito de esa juventud sin su madre, ¿Gonzalo era muy fiestero?

Tuve etapas. No bailaba tanto, porque soy malísimo, pero sí salía en alguna época. Noviero no fui, trataba y trato de portarme bien, ja, ja, ja. He sido de relaciones largas y creo que no llego al doble dígito en el número de novias.

Pero todavía nada de nada, ni esposa ni hijos...

Hasta el momento no me ha interesado casarme. Puede ser que de repente no encontré la persona y, si la encontré, ya nuestras vidas cambiaron. Me gusta mucho mi soltería.

¿O es que es muy exigente con las mujeres?

Tal vez, pero no va por ahí, lo mío es más que me acostumbré a la soltería y de repente eso es malo. Yo digo que va a llegar el momento y ahí me va a obligar alguien, ja, ja, ja.

¿Cuál es el biotipo de mujer que le gusta a Chalo?

A mí me encanta la mujer fuerte, en el sentido de que tenga personalidad, pero no para ser mandilón.

Pero también hay otras pasiones, me imagino...

Me gusta la lectura, por ejemplo; ya llevo de cinco a diez mil libros y el mejor, que siempre lo leo todos los años, es “Lo que el viento se llevó”.

Hay facilidad de lectura y es un libro enorme de Margaret Mitchell. La facilidad con la que ella transmitió los sentimientos de los protagonistas es espectacular. También me gusta el cine. Hay varias películas que me han hecho llorar.

¿Hay algo que muy pocas personas saben de Gonzalo?

Mi amor por la pasta, me encanta. Si ahorita me ponés un plato y en dos horas me ponés otro me lo como. Eso creo que tiene que ver con mi algo de sobrepeso ja, ja, ja. Siempre me gustaron la pasta y las enchiladas.

¿Cuáles son los sueños por cumplir en el futuro?

Mi sueño en sí es ser el mejor periodista que puedo ser, no quiero decir que sea el mejor periodista del país, porque eso es muy subjetivo. Pero es una cuestión de sentirme bien de lo que soy, como persona y profesional.