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Derribo de estatuas, el pulso de la lucha antirracista

En varias ciudades del mundo se eleva la voz por quitar monumentos de personajes que dejaron una huella de sangre y esclavitud

21.06.2020

WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS.-La situación en Estados Unidos tras la muerte de George Floyd a manos de policías en Estados Unidos está más tensa que las cuerdas de un violín.

Lo que ha desencadenado manifestaciones, violencia y el reclamo de derechos igualitarios para todos sin importar su color, es el rescoldo de una realidad que en la nación del norte inició hace 400 años, con el asentamiento de esclavos en Jamestown, Virginia, aunque desde la llegada de los españoles a la Florida hace 500 años se marcan los primeros episodios de una historia de racismo.

El sur de los Estados Unidos ha sido la región más racista. Cuando los estados del norte liderados por Abraham Lincoln se levantaron contra los del sur para detener la expansión de la esclavitud en una lucha que duró cuatro años (1861-1865 y que fue conocida como Guerra de Secesión o guerra civil estadounidense) y que terminó con la abolición de la esclavitud y la liberación de cuatro millones de esclavos, los estados del sur, tras la derrota, iniciaron entonces la sanción de leyes para discriminar a los ciudadanos negros.

Esto fue a mediados del siglo XIX. El siglo XX también fue una época dura de segregación racial, el referente más inmediato que ha avivado aún más las protestas en Estados Unidos a raíz de la muerte de Floyd y otros casos que se han levantado como bandera de este movimiento que ha provocado fuego y derramamiento de sangre en una expresión llena de cólera, intolerancia y dolor alimentada por siglos de un racismo que parece reavivarse cada vez más en este tiempo.

Todo esto solo es una referencia para poner en contexto un tema derivado de este escenario: el derribo de estatuas en diferentes partes del mundo. Se ha iniciado una campaña para retirar monumentos de confederados en Estados Unidos tras la muerte de Floyd. Estatuas de traficantes de esclavos, imperialistas, conquistadores y exploradores en todo el mundo, incluyendo Cristóbal Colón o el rey Leopoldo II de Bélgica han sido derribadas.

Las protestas y, en algunos casos, los actos de vandalismo, se han repetido en ciudades como Boston, Nueva York, París, Bruselas y Oxford, en Inglaterra, en una intensa reevaluación de las injusticias raciales durante siglos. Los académicos están divididos sobre si la campaña equivale a borrar la historia o a actualizarla.

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El mundo reevalúa figuras históricas

La ciudad de Hamilton, Nueva Zelanda, retiró una estatua de bronce del capitán de la marina británica John Hamilton, que le da nombre, un día después de que una tribu maorí pidió su retirada y un anciano de la comunidad amenazó con tirarla él mismo. La ciudad de Hamilton, que no tiene planes para cambiar de nombre, dijo que estaba claro que la imagen del hombre acusado de matar a maoríes en la década de 1860 sería destrozada.

En la Universidad de Oxford, manifestantes intensificaron sus prolongados intentos de retirar la estatua de Rhodes, un imperialista victoriano que fungió como primer ministro de la Colonia del Cabo, en el sur de África. Hizo una fortuna con oro y diamantes a costa de mineros que trabajaban en unas condiciones brutales.

En el norte de Nuevo México, las autoridades retiraron una estatua de bronce del conquistador español Don Juan de Oñate de un centro cultural, lo que provocó celebraciones entre aquellos que consideraban la figura como una afrenta a los pueblos indígenas y un obstáculo para una mayor armonía racial. Venerado como padre fundador hispano y vilipendiado por su brutalidad contra los nativos americanos, incluyendo una orden para cortarle los pies a docenas de ellos. Los vándalos le habían cortado el pie derecho a la escultura en la década de 1990.

En Bristol, Inglaterra, los manifestantes derribaron una estatua del comerciante de esclavos del siglo XVII Edward Colston y la arrojaron al puerto. Las autoridades de la ciudad dijeron que la colocarán en un museo.

En Bélgica, estatuas de Leopoldo II quedaron desfiguradas en media docena de ciudades debido al brutal gobierno del monarca en Congo, donde hace más de un siglo forzó a multitudes a la esclavitud para extraer caucho, marfil y otros recursos para su propio beneficio. Más de 10 millones de personas habrían muerto, según los expertos.

“A los alemanes no se les ocurriría levantar estatuas de Hitler y alabarlas”, dijo Mireille-Tsheusi Robert, una activista de Congo que quiere la retirada de todas las esculturas del rey en Bélgica. “Para nosotros, Leopoldo ha cometido un genocidio”.

En Estados Unidos se unen esfuerzos para retirar todos los símbolos de la Confederación y la esclavitud.

La Armada, los marines y NASCAR aceptaron la prohibición de exhibir la bandera confederada, y las estatuas de héroes rebeldes en todo el sur han sido atacadas o retiradas, bien por manifestantes o por autoridades locales.

En Washington, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que es hora de quitar las estatuas de figuras de la Confederación del Capitolio federal y de rebautizar las bases militares que llevan sus nombres, como Fort Bragg, Fort Benning y Fort Hood.

Pero el presidente del país, Donald Trump, rechazó la idea. Los republicanos en el Senado, que podrían perder su mayoría en las elecciones de noviembre, no respaldan al dirigente en esto. Un comité del senado liderado por el Partido Republicano aprobó un plan para retirar los nombres confederados de instalaciones militares.

Partidarios de los monumentos confederados han alegado que son importantes recordatorios de la historia, mientras que sus detractores sostienen que glorifican a quienes fueron a la guerra contra Estados Unidos para preservar la esclavitud.

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Cristóbal Colón decapitado

Cristóbal Colón ha sido un héroe para generaciones de italianos de Estados Unidos. Solo en Honduras la figura del conquistador adornaba los murales cívicos de las escuelas, incluso algunos hasta lo incluían en la lista de héroes nacionales.

No obstante, al menos en Estados Unidos, se está empezando a reconsiderar el tema en medio de la agitación en torno a las injusticias raciales.

Muchos ítalo-estadounidenses están aceptando la visión imperante en sectores de América Latina que consideran a Colón un supremacista blanco que puso en marcha siglos de opresión europea que aniquilaron a los pueblos originarios.

Hay quienes piensan que llegó el momento de retirar la estatua de Colón en el histórico barrio italiano bostoniano del North End, que hace poco fue dañada y posteriormente sacada de su pedestal por la municipalidad.

El ataque más reciente a la estatua se produjo la semana pasada, cuando le rebanaron la cabeza. La estatua fue llevada a un depósito y el alcalde demócrata Marty Walsh dijo que la municipalidad está reevaluando su significado.

Venerado “descubridor de América” durante siglos, el legado de Colón está siendo reevaluado desde hace algunas décadas.

Sus expediciones son vistas por muchos como el inicio de la conquista europea de América y del surgimiento de un tráfico de esclavos transatlántico.

Si bien hay dudas sobre su origen, la mayoría de los historiadores cree que Colón es un genovés llamado Cristoforo Colombo que hizo sus expediciones al servicio de la corona de Castilla. Las viejas generaciones de ítalo-americanos lo admiran y en 1979 erigieron la estatua en el Parque de Colón pegado al North End.

Con el tiempo, surgieron críticas de sectores que decían que el monumento glorificaba el genocidio de los pueblos indígenas.

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