Siempre

'‘Las Crucitas’ es una exploración íntima del entorno”

La fotógrafa Daniela Lozano realiza su cuarta exposición, “Las Crucitas, sueños para habitar el silencio”, en formato virtual. Esta es una muestra heterogénea dedicada a la aldea Las Crucitas, de Nacaome, Valle

FOTOGALERÍA
20.06.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El 23 de junio a las 7:00 PM en Casa Quinchon se inaugura de manera virtual el proyecto fotográfico “Las Crucitas, sueños para habitar el silencio”, he aquí una entrevista realizada a la artista de la fotografía Daniela Lozano, responsable de la propuesta.

Usted exhibió los proyectos “Contraluz de la materia”, “Al pie izquierdo de papá” y “El barrio ausente”, ¿qué es lo nuevo en la próxima muestra fotográfica que inaugurará?

El proyecto “Las Crucitas” expresa aspectos estéticos de una fotografía que se mueve dentro de lo antropológico porque vislumbra los pensamientos, reflexiones emociones y convivencias presentes en mi aldea, ubicada en Nacaome, Valle.

Este es un ensayo denso y apasionado que recupera los zigzagueos de la vida diaria, la realidad de esta pequeña aldea.

Las situaciones se presentan desde un punto de vista artístico: de cada objeto o hecho que está ahí como desapercibido, como habitando el silencio, emana un sueño.

El comportamiento, las actitudes y la convivencia entre los habitantes son aquí, por sí mismas, un objeto de arte.

¿En qué sentido este proyecto se inscribe dentro de un imaginario de identidad?

Es una construcción a través de sus múltiples interacciones, que responden a los intereses individuales y colectivos de la comunidad, así como a las exigencias sociales de la misma, de tal manera que la identidad se convierte en una construcción subjetiva y cambiante; mis fotografías buscan testimoniar los problemas, miedos y el sentimiento de arraigo de las personas, trato de explorar esa identidad que se transforma y proyecta todos los días como una nueva piel en la aldea, no deja de ser una contradicción porque la fotografía congela algo que cambia constantemente: la identidad.

¿Qué ofrece esta comunidad para convertirla en espacio fotográfico?
Me ofrece un paisaje rural de casas de adobe que cobijan un hogar y que entrañan la arquitectura del lugar, caminos que me remiten a los recuerdos, los techos con tejas, montañas de tonalidades sepias, árboles de cromática calidad que abrazan la humildad y la realidad de esta pequeña aldea; también me ofrece el rigor del trabajo: el azadón que ara la tierra para el sustento, ese costal de maíz que hace olvidar la pobreza, la leña que se transforma en fuego y ayuda a llevar la cotidianidad de la aldea; mis imágenes captan la convivencia familiar, los jóvenes bañándose en el río, los rituales funerarios, las costumbres ancestrales; todos estos son espacios que se quedan fragmentados en el tiempo de mis fotografías.

¿Qué retos estéticos le planteó este conjunto fotográfico, cree que estas fotografías reafirman su poética o implican un cambio de paradigma?
En relación a las exposiciones anteriores, me di cuenta que el proyecto “Las Crucitas” inicia como fotografía de investigación; desde el punto de vista antropológico es una exploración íntima del entorno, la vida, costumbres y tradiciones de la comunidad.

A nivel formal, sigo trabajando con la misma temática usada en la exposición “El barrio ausente”, enfocada en los interiores y exteriores del espacio, registrando además aquellos objetos que por naturaleza se conectan con alguna historia que consolide la memoria de la aldea.

Un elemento nuevo en este proyecto es que mis fotos tienen un comportamiento simbólico que fortalece la imagen de la aldea, en mis proyectos anteriores no había incursionado en la experiencia simbólica de la imagen, aquí sí.

Algunas fotografías señalan puntualmente la condición social de la mujer en esta comunidad, ¿podríamos decir que sus imágenes tienen rasgos feministas?

De entrada quiero decir que no soy feminista, soy una mujer consciente de mis derechos y responsabilidades, y eso me basta.

Mi enfoque fotográfico no está revestido por la ideología de género, en ese sentido, mi trabajo no es feminista ni machista; cuando documento la condición de la mujer es a partir de la circunstancia, de la realidad que me da el momento.

Finalmente, ¿cómo valora el estado actual de la fotografía, cree que este género ya alcanzó mayoría de edad en el arte hondureño?

Para mí la fotografía se ha convertido en una necesidad trascendente en nuestro país, sigue siendo un gran reto y una lucha constante para lograr que tenga el valor que esperamos. Tengo fe en el futuro de la fotografía, la era digital está cambiando nuestra forma de ver la realidad, y la fotografía —hoy en día— es la portadora de la imagen del mundo.

En Honduras, son otros géneros los que destacan, pero la fotografía ha ganado espacio. Hoy hay más fotógrafos y conozco a muchos que tienen gran calidad, espero que pronto se hable de una bienal de fotografía así como se habla de bienales de pintura y escultura.

Perfil

Daniela Lozano nació el 29 de octubre de 1996, egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 2015. Es diseñadora gráfica de la Editorial de la UNAH; realizó su primera exposición fotográfica en 2018 bajo el título “Contraluz de la materia”, en 2019 expuso “Al pie izquierdo de papá”, en la muestra “Diálogo en claroscuro”. Participó con “El barrio ausente” en una muestra colectiva. Documentó con sus imágenes varios artículos publicados en El Gran Vidrio, de diario EL HERALDO.