Siempre

Artículo de Octavio Carvajal: Ladrón sin pena ni penal

Con dineros del IHSS muchos edifican torres en zonas exclusivas donde antes, según dicen, había osos de esos que solo se ven en los polares

06.09.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El saqueo contra el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), en eras de Mario Zelaya Rojas (“doctor porno”), sigue siendo otro circo donde los autores de la orgía quedan, poco a poco, sin pena ni penal. Aunque buena parte de grandes ya están fichados como vulgares ladrones (as), la justicia, irónicamente, autorizó asaltar desde el poder, sea quien sea.

El colosal fraude al IHSS, declarado a finales de 2013 por el héroe Porfirio Lobo Sosa, dejó boquiabiertos e irritados a los catrachos que nunca idearon tan magno hurto ejecutado por Zelaya Rojas y mimado por hombres y mujeres de su entera confianza, entre papás y mamás, con tíos, amantes, primos (as), unos “turcos” vividores, la mayoría indultados por la ley.

Ladrar

Uno de los actos más viles, sin eximir sinfín de pillajes desde tiempos del tufo. Políticos y empresarios son culpables –viviendo fieros en sus palacios- de infectar a ciertos periodistas, vistos y descritos como brillosos, “inteligentes” trepados como la espuma a punta de pactarles anuncios ladrando o halagando. Según el cliente y sus teatros, así es la mordida.

Lobo Sosa, prejuzgamos, está o se hace el ido, pues tal vez por su pila de verdes, se enamoró de JOH, tras traicionar a “Ricky” que luego, sin empujón, volvió a sus brazos. Con el indómito cayó Zelaya Rojas. Luego se capturó a unos y se dejó libre otros, entre ellos “Los Tetos” –uno creído de Gianluca Vacchi- a queridas, a caballeros de la leche, pero “el asaltante soy yo”.

En la escena están numerosos coristas como José Zelaya, primo de Zelaya Rojas, quien, al modo de aquel apodado “Cubeta” (pedido por narco), no apareció por ningún lado. Tantos chismes de un lado y de otro, que se presume que al amante de “La Palillona” le clavaron tierra de muerto. Qué injusticia nos pasó con el famoso “Cambio ya”, del señor rosa.

Cueros

Hubo de todo. Falseo de facturas de empresas fantasmas y otras de “mucho crédito”, de dilectos “empresarios”, de chicas y chicos afines al “doctor porno”. Compra de “ambulancias” con camillas hechas de cartón y carros de lujo blindados, viajes por doquier, cruceros, estadías en hoteles cinco estrellas y cortes estéticos para domar cueros.

Desfile de rostros desconocidos, y de otros muy de caché, que nunca más pisaron una sala judicial por razones intestinas. Tanto tienes, tanto vales, nada tienes, nada vales.

Cómo olvidar a Zelaya Rojas cuando se chifló en un antro de Chile, al ver, colgada de un tubo haciendo bailes eróticos, a la pasión de su vida Nathalia Ciuffardi. ¡Ay, amor, qué cara nos saliste!

Para todos (as) hubo billete ajeno. “Serios” hombres de prensa también sacaron su huaca a lomos de los enfermos, pero “el tarifado soy yo”.

Lobo Sosa, hombre de reconocida pulcritud y lealtad, jamás permitió pillajes ni narcotráfico. Hoy, por provecho, al no cuadrar cifras y sufrir infidelidades de propios y extraños, retoza chúcaro.

Muchos brincan por el colorete al “moderno” Código Penal que cariñosamente permite a públicos y privados, de cualquier color, arrasar con todo a su paso. O todos en la cama o todos en el piso