Siempre

Oto Sabillón: un arte que palpita en la herida del ser

Angustia. El poder mutila, desgarra, pero allí donde la herida canta, sueña la sangre

FOTOGALERÍA
24.08.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-“El hambre de poder embrutece al hombre, lo separa de la realidad y distancia del humanismo”. Julio Escoto

La obra de Oto Sabillón tiene esta particularidad: siendo concebida sobre referencialidades locales, puede dialogar con la herida del mundo, es por ello que me recuerda las dolorosas ondulaciones de “El grito”, de Edvard Munch, el vacío y la náusea sartreana de Francis Bacon, la escultura deformada y frágil de Alberto Giacometti, la “visualización del horror universal del ser en el mundo” como llamó Jean Paul Sartre a la obra de Alfred Otto Wolfgang, o la angustiosa soledad en la obra del costarricense Francisco Amighetti, por cierto, hay rasgos gráficos en la obra de Sabillón que lo acercan a la obra de Amighetti, la obra “El niño y la nube” de este último, así lo evidencia.

La plástica de Sabillón habla de la caída, del vacío existencial, del desarraigo, de la violenta alienación del ser humano, pero, a su vez, habla de las monstruosidades que engendra el poder, para ello no escatima recursos visuales, va del dibujo a la pintura, del diseño gráfico sobre papel al diseño digital e incluso ha incursionado en la escultura con fines performáticos tal como lo hizo con la obra “La cosecha de los días”.

Las transiciones visuales de Sabillón

La obra de Oto Sabillón descansa en una variedad de recursos visuales pero, generalmente, son el dibujo y el diseño los soportes esenciales con los que elabora su obra; aun cuando pinta, su pintura es de empaste suave y delgado como si fuera un diseño artístico en color. No hay espesura, sus colores y formas son simples y directos, él lo define como “formas sencillas”, no olvidemos que lo sencillo es el arte de la complejidad.

“Involución”. La degradación alcanza su máxima expresión cuando el poder aniquila todo resquicio de humanidad; queda el homo fusil, la bestia alienada apestando a muerte.

“Involución”. La degradación alcanza su máxima expresión cuando el poder aniquila todo resquicio de humanidad; queda el homo fusil, la bestia alienada apestando a muerte.

Sabillón sostiene que busca ser “contundente”, eso explica su recurrencia al lenguaje gráfico, sin embargo, la realidad social que aborda no transita hacia nuestra conciencia de manera directa, hay en su obra cierto dislocamiento en la imagen que nos obliga a interrogarnos frente a ella. El recurso es gráfico pero la imagen visual está elaborada con metáforas e ironías visuales, estas dos figuras retóricas tienen como característica el desdoblamiento. Si la metáfora es el puente mágico entre la imagen y las cosas, la ironía es el reverso de la realidad; lo pensado a contrapunto de lo conocido.

“Migrar, una golondrina sí hace verano”. Participó en la Bienal del Cartel (México, 2014), fue seleccionada entre 900 trabajos; 84 fueron escogidos para una muestra itinerante y allí estaba Sabillón.

“Migrar, una golondrina sí hace verano”. Participó en la Bienal del Cartel (México, 2014), fue seleccionada entre 900 trabajos; 84 fueron escogidos para una muestra itinerante y allí estaba Sabillón.

“Barrio” es una obra que visualmente es clara, sencilla, contundente, tiene todos los atributos que el artista le asigna a su obra, pero además de esas características, posee una enorme capacidad de desdoblamiento, orientando el plano semántico (significaciones) en distintas direcciones a pesar de que la obra alude directamente a la pobreza y precariedad extrema; en otras palabras, sabemos de qué trata su significado pero no sabemos dónde se agota, en qué límites se define.

En la obra de Oto Sabillón, de entrada tenemos una visión del significado, el ojo cree saber de qué trata el asunto, pero la experiencia del observador desdibuja sus límites, esa transición entre el ojo que ve y la conciencia que juzga es lo que Shklovski llamó “prolongación del acto perceptivo”; al prolongarse el acto de mirar, inmediatamente surge la interrogación y ya no solo nos preguntamos por el sentido de lo que estamos viendo, también nos preguntamos por la estructura o forma de la obra misma.

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La angustia existencial, drama organizador de la obra

El eje conceptual que sostiene el discurso de Sabillón es la “angustia existencial”, ese desarraigo moral y espiritual que desdibuja al ser y lo lleva hacia la nada, al vacío infinito. En el mismo sentido, Martin Heidegger decía que “la angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada”; al estar ante el vacío, entonces deviene en nosotros el ansia de libertad. Al respecto, Sabillón sostiene que “el artista no solo debe llamar a lo bello y a lo estético estrictamente, también debe convocar en su arte al ser humano y sus grandes dramas de este mundo de desigualdades y violencia.Frente a estos temas recurrentes en el diario vivir, es imposible para mí pintar un paisaje sin mostrar a quienes lo mutilan, dibujar al trabajador o trabajadora sin mostrar la mano que los oprime, o el éxodo cruel al que deben someterse millones en el mundo por no encontrar lo indispensable en los lugares de los cuales huyen, pero a mi modo de ver las cosas cuando el sentido de justicia y el sentido estético están presentes en una obra, el espectador la reconoce como algo bello, ya que va más allá de lo estético y penetra en los corazones y podrían, tal vez, volverse sedientos de justicia y de igualdad”.

Un ser vacío; si valor alguno, sin la mínima integridad, solo queda el corazón unido a las vísceras: la anatomía de la perversidad.

“Radiografía de un sinvergüenza”. Un ser vacío; si valor alguno, sin la mínima integridad, solo queda el corazón unido a las vísceras: la anatomía de la perversidad.
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Frente a esa desesperada angustia determinada por la conciencia de “no ser”, de no ocupar un lugar en el mundo, el arte constituye una oportunidad de realización. Sartre dijo una vez que “la vida comienza al otro lado de la desesperación”, no hay duda entonces de que el arte está en la otra orilla de la vida buscando “al otro” y lo “otro”. Cuando Sabillón propone ir “más allá de lo estético” no está proponiendo un abandono de lo artístico, eso es imposible porque su arte es una denuncia del abandono humano, lo que está sentenciando es que el arte es la otra ventana por donde podemos atisbar la realidad de manera crítica, propone entonces un encuentro, no la caída, en los abismos habita la nada. Su obra “Migración” es un cuerpo que se disuelve en el vuelo, pero ese volar va preñado de esperanza: el vacío encuentra plenitud en el ansia de ser libres.



“Monumento a la Paz”. Con audaz ironía despedaza uno de los íconos de la “ciudad de la furia”: el monumento del cerro Juana Laínez descansa en la punta de un fusil.

“Monumento a la Paz”. Con audaz ironía despedaza uno de los íconos de la “ciudad de la furia”: el monumento del cerro Juana Laínez descansa en la punta de un fusil

Estamos frente a una estética rebelde, cuestionadora, en ella encontramos la idea de poder y sometimiento, esta dualidad estructura diversos temas pero todos se ordenan bajo el principio general de la angustia existencial.

El camino a seguir

No hay duda de que Oto Sabillón cuenta con una obra bien fundamentada, es cuidadoso y justo con las decisiones técnicas que adopta para ejecutar su trabajo, de allí que sus piezas en su recorrido visual sean limpias y transparentes; presenta una sintaxis que dota de un orden impecable cada elemento constitutivo de la imagen, además, tiene la virtud de que las piezas son un ejemplo de síntesis; digo virtud porque generalmente cuando se aborda el tema social y político muchos artistas desparraman la imagen con excesos narrativos; pienso que Sabillón debe sostener este discurso visual pero, para afianzarlo con mayor rigor en el tiempo, debe avanzar hacia más exposiciones individuales que permitan ver de conjunto los aciertos de su obra. Por ahora, estamos ante una versión prolífera pero fragmentada de su producción, es por ello que siendo ejemplar, no ayuda a percibir su versada homogeneidad.

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