Siempre

Miyajima, una isla que encanta en Hiroshima

Su imponente naturaleza permite vivir una experiencia inolvidable, con mar y bosque y su rica historia de la cultura japonesa.

FOTOGALERÍA
15.06.2019

HIROSHIMA, JAPÓN.- Una mordida al mapa que recibimos para recorrer la isla nos hizo volver la mirada hacia abajo. Un tierno siervo que se confundía entre la gente reclamaba un pedazo de papel para masticar, mientras cientos de turistas se acercaban con cámaras y celulares para tomarle fotografías.

Estos mamíferos caminan por todo el lugar como si fueran animales domésticos, siendo muy queridos por los visitantes, quienes los abrazan y les dan de comer de las cosas que llevan. Esto se vive en Miyajima, una impresionante isla que si bien no está encantada, su belleza sí encanta al pisar su tierra.

Se ubica en la prefectura de Hiroshima, Japón, y está rodeada por la riqueza natural del monte Misen, donde -cuando hay bajas temperaturas- los árboles son cubiertos por copas de hielo.

Para llegar a la isla hay que cruzar en ferri, pudiendo divisar desde las aguas del Pacífico todo lo que ofrece este lugar que alberga monumentos que son patrimonio de la humanidad.

“Konnichiwa”, nos dijo un señor japonés al momento que subíamos a la embarcación los integrantes del grupo Juntos 2019. Konnichiwa es el saludo que utiliza el pueblo japonés para todo propósito, mostrando su cortesía, y por eso se queda grabado en la mente de todos quienes llegan a visitarlos.

Lo primero que se ve a lo lejos es la “Gran Puerta” en medio del mar, llamada puerta roja O-Torii, el símbolo más famoso de Miyajima. La experiencia fue extraordinaria, al vivirla con grandiosa gente como el reconocido catedrático y analista nacional Graco Pérez y la funcionaria de la Secretaría de Coordinación General de Gobierno (SCGG), Paulette Aguilera.

También amigos de los demás países centroamericanos, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Panamá, y República Dominicana. No se pueden quedar por fuera las inconfundibles nicaragüenses Mirna Zapata, de Canal 6, Sonia Olivas y Jessica Quintero, quienes hicieron más ameno el recorrido.

También fuimos acompañados por un grupo de amenos y estudiosos amigos cubanos. La puerta O-Torii es parte del santuario Itsukushima, que fue edificado dentro del mar y que en diciembre de 1996 fue declarado oficialmente patrimonio cultural de la humanidad.

Los siervos se ven en toda la isla, y la gente juega con ellos, disfrutando de sus formas de pedir papel.

Los siervos se ven en toda la isla, y la gente juega con ellos, disfrutando de sus formas de pedir papel.

Majestuoso
El lugar está impregnado de historias mitológicas, de rituales purificadores, de impresionantes edificaciones y la brisa del mar se mezcla con el aire de la montaña, generando una exquisito clima.

En las orillas hay golosinas japonesas, y la gente degusta de las delicias que ofrece el mar como un pincho de pulpo u otras especies a 200 o 600 yenes.

En esta isla durante el año se realizan muchos rituales tradicionales, como el Chinkasai, o festival del fuego, que se realiza cada 31 de diciembre.

Los japoneses encienden enormes hogueras con madera de pino frente al santuario Itsukushima, mientras hombres entre adultos y jóvenes luchan por la antorcha y la costa de la isla parece que se convierte en un mar de fuego.

Sus calles con muros antiguos tienen piedras talladas con símbolos mitológicos, pequeñas ventas de artesanía, teleférico, un acuario y majestuosos parques que la hacen un lugar inolvidable.

Basta caminar por unas gradas para llegar al santuario Hokoku o Senjokaku, donde se ubica la pagoda de cinco pisos.

Aquí se encuentra una biblioteca de sutras budistas que Hideyoshi Toyotomi ordenó construir para el descanso de las almas de las víctimas de las guerras. Hideyoshi fue un daimio o feudal del período Sengoku o de guerras que unificó Japón.

Es reconocido por sus invasiones a Corea y por haber dejado un abundante legado cultural, incluyendo la restricción de que solo miembros de la clase samurái pueden portar armas. Al pie del Monte Misen se encuentra el parque Momijidani, que está cubierto por un extenso bosque virgen.

Caminar bajo la sombra de la espesa vegetación y sentir el aire fresco es una hermosa sensación que se complementa con el colorido paisaje que ofrecen los árboles de hojas anchas y las distintas especies de cerezos.

En un día, los visitantes de esta impresionante isla pueden conocer parte de la gran cultura japonesa, disfrutar de sus comidas o tomarse un café con un postre hecho con frijoles.

En la entrada a los templo hay pilas con agua para purificar el cuerpo y el alma de los visitantes.

En la entrada a los templo hay pilas con agua para purificar el cuerpo y el alma de los visitantes.