Siempre

La opinión de Octavio Carvajal: Un ministro mito

En su gestión administrativa se ha arrestado a delincuentes de menor calaña, pero los tiburones del narcotráfico siguen muertos de risa

06.04.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- De “jefe de Inteligencia” a amo de la Seguridad durante tres ciclos al hilo, el general Julián Pacheco Tinoco sigue siendo un mito.

Con la “bendición” del presidente JOH y de los gringos, el erudito contra el delito está o se hace el tuerto con numerosos criminales que golpean y burlan las leyes del país.

Altos capos de la droga y sus lavadores no están por ningún lado. Todo mundo quiere y exige respuestas ante los yerros –tal vez adrede- de Pacheco Tinoco quien muestra una insondable debilidad hacia bandidos de cierta calaña.

Mil mañas brotan y continúan intactas al interior de la Policía Nacional. Como en Honduras todo es válido, pensaremos diciendo que ven y dejan ir, al modo del sonriente sin castigo. Prohibido callar.

Pleito
A Pacheco, un teatro, un paisaje chueco, lo acosan sinfín de órdenes de captura hacia dilectos de la “suciedad” acusados por corrupción, narcotráfico y lavado de activos.

Empero, otros bailan felices con impunes y atroces crímenes, cerrados o curiosamente peleados entre la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) y la Dirección Policial de Investigación (DPI).

Lucha extraña entre la ATIC del Ministerio Público y la DPI en manos de la Policía. Buscan, según alegan, desenredar infracciones y arrestar todo tipo de malhechores, pero unos, liados a la política vernácula, al mundo empresarial, a militares y oficiales de la Policía no caen en el jurado “caiga quien caiga” para que no se hundan sus patrones del mal. ¡Malnacidos!

Pacheco Tinoco no es un ningún perico de los palotes. El problema es el papelote ridículo que lo retrata como otro inepto en un cargo tan relevante para la seguridad nacional.

Sus tres periodos continuos develan arrestos de pandilleros, extorsionadores, de medianos y pequeños exfuncionarios sindicados por corrupción. Los tiburones del narcotráfico, fraguadores de pisto y peligrosos bandidos siguen muertos de risa.

Cháchara
Los Cachiros se rindieron ante la DEA y también los diputados liberales Fredy Nájera y Midence Oquelí (con cobros en mano).

Los Valle y los medios gatos como Don H, El Negro Lobo y otros sí fueron capturados por agentes locales. Empero, Wilter Blanco, alero de altos oficiales de la Policía, fue engrillado en Costa Rica. De aquí en adelante todo es puro palabrerío.

La ATIC y la DPI se “reparten” casos de todo tipo, desde cateos, comisos de droga, propiedades hasta “investigar” y “capturar” a temibles capos de la droga y asesinos prófugos de la justicia. El problema es que los grandes narcos, criminales y sus cómplices no caen. ¿Qué pasa don Julián?

La DPI, Fusina y la ATIC solo agarran delincuentes menores.

La DPI, Fusina y la ATIC solo agarran delincuentes menores.
No escupimos la labor contra bandidos de esquina ni la lucha certera por bajar la ruidosa tasa de homicidios que sometió, ofendió y agitó la imagen del país durante más de cinco años consecutivos.

Sin embargo, los entes policiales no atinan con galanes de alcurnia, unos con estrella de corruptos y, otros, con medalla de narcos y homicidas. Pacheco más parece un mito. Su gente en lugar de ir derecho se está yendo por lo chueco. ¿El caiga quien caiga lleva sello?

Así piensa...

Rosas. Hace una semana se rindió ante la autoridad el abogado Francisco Mejía, acusado de ser alero de Los Cachiros. Estuvo fugitivo casi dos años. Se le relaciona, además, con la ex primera dama Rosa Bonilla.

Chocos. A Mejía nadie de la Policía lo miró durante anduvo prófugo. Mil retenes por doquier y al profesional del derecho -amigo de sinfín de políticos y empresarios- no lo detectaron jamás hasta que él mismo se dobló.

Cero. En un confuso incidente el 13 de junio de 2017 fue asesinada Sendy Yoselyth Aguilar Morales, inspectora de la Procuraduría General de la República (PGR). A casi dos años de su homicidio, cero capturas, cero indicios.

Misterio. La joven Aguilar Morales venía con un “amigo” que alegó que les dispararon en carretera, pero la abogada jamás perdió el control del auto. Del sobreviviente no se dijo más; se ocultó su identidad y… ¿Don Julián?