Crímenes

Selección de Grandes Crímenes: Cuando los forenses se equivocan (II parte)

El ignorante podría mostrar un poco de inteligencia callando cuando el sabio habla

05.01.2019

(Segunda parte)

Este relato narra un caso real.
Se han cambiado algunos nombres.

Lee la primera parte de este relato dando clic

Qué fue lo que pasó realmente con Óscar Flores? ¿Se suicidó, como aseguraban los policías que lo detuvieron, o fue asesinado, como decían la Fiscalía y los organismos defensores de Derechos Humanos? ¿Cuál era la verdad? ¿Por qué tenía tantas marcas de golpes? ¿Lo torturaron, como aseguró el forense del Ministerio Público? O, ¿este experto estaba equivocado? Fuera como fuera, óscar Flores había muerto en una celda policial.

Lo encontraron colgando de una viga, con una sábana alrededor del cuello, los pies en el suelo, las piernas flexionadas hacia atrás y los brazos colgando inertes a los lados… ¿Qué había pasado en aquella celda? ¿Qué papel le correspondía en este caso al doctor Denis Castro Bobadilla? ¿Condenarían a veinte años a los policías, como pedía el fiscal?

Juzgado
“Honorable tribunal –dijo el doctor Castro, con voz clara, viendo a los jueces con respeto–, se nos ha dicho, por parte del forense del Ministerio Público, que el señor Óscar Flores murió a causa de las torturas que recibió mientras estaba detenido en la posta policial de Pespire, y el fiscal a cargo del caso asegura que para encubrir el crimen, la víctima fue colgada en un intento por aparentar suicidio. Y, agrega el fiscal, que los dos policías que estaban de turno ese día, 6 de enero de 2018, son los responsables de ésta muerte. Sin embargo, señores jueces, debo decir una vez más que las ciencias forenses son tan exactas como las matemáticas, y que si son bien aplicadas, como los números en una ecuación, los resultados serán exactos. Por tanto, voy a demostrar al honorable tribunal que la acusación del Ministerio Público no tiene fundamento científico, y que la autopsia del señor Flores no ha sido correctamente interpretada”.

Una risa burlona adornó el rostro del fiscal. El forense del Ministerio Público se movió inquieto en su silla y un murmullo inentendible cruzó la sala por breves segundos. Denis Castro presentó ante los jueces la primera fotografía de la autopsia.

“Hay una diferencia clara entre estrangulación y ahorcamiento –dijo–. Estrangulación es la constricción del cuello mediante la aplicación de fuerza viva provocada por un lazo, las manos, el antebrazo u otra estructura más o menos rígida. Provoca anoxia, o falta de oxígeno, a causa de la compresión de la vía aérea, anoxia encefálica de origen circulatorio por compresión de venas y arterias, inhibición refleja por estimulación vagal, o del nervio vago, y lesión medular provocada por ruptura de la columna cervical de forma intencional”.

Hizo una pausa, carraspeó para aclarar la garganta, y añadió:

“El ahorcamiento es la constricción del cuello por un lazo sujeto a un punto fijo y causado por el peso del cuerpo. Puede ser suicida, accidental, homicida o post mortal; en éste caso, simulada o para distracción”.

La sala estaba en silencio.

“Existen dos tipos de ahorcamiento: Completo, cuando el cuerpo cuelga en el aire; incompleto, cuando una parte del cuerpo, por lo general los pies, están en contacto con el suelo. Y este es el caso que nos ocupa. Pero antes, debo explicar el mecanismo letal del ahorcamiento: Anoxia, o falta de oxígeno, por compresión de la vía aérea; anoxia encefálica por compresión de venas y arterias, y, como en el estrangulamiento, inhibición refleja por estimulación del nervio vago. Pero, hay algo más, típico de ésta forma de muerte: la lesión medular, causada por el peso del cuerpo al caer al vacío. También se da el caso en que la lengua sale de la boca y los ojos de sus órbitas”.

El doctor Castro hizo una nueva pausa, dirigió su mirada a la fotografía que llenaba la pantalla, y dijo:

Explicaciones
“Vemos en esta fotografía al señor Flores colgando de una sábana amarrada a una viga del techo. La sábana tiene un nudo posterior, o sea en la parte de atrás del cuello. Si vemos a continuación la fotografía número 38 observamos el surco de ahorcadura, situado en la parte alta del cuello y en dirección oblicua ascendente hacia la posición del nudo. Esto, nos demuestra, que la muerte fue causada por asfixia por ahorcamiento, y no por estrangulación. Y, sus señorías, para comprobar lo que digo, remitámonos a la fotografía número 16, donde el forense del Ministerio Público asegura que tiene un hematoma al lado derecho del cuello”.

La fotografía llenó la pantalla. En ella se veía la piel del cuello levantada, mostrando grasa y músculos, pero, sobre todo numerosos coágulos sanguíneos, agrupados como las semillas de una granadilla.

“Esto que tenemos aquí –añadió el doctor–, son microhemorragias causadas por la compresión de la sábana en el cuello. El peso del cuerpo y la presión de la sábana hicieron que se rompieran algunas venas y la sangre, al no poder circular libremente, se coaguló. Y para apoyar esto, veamos también las fotografías 42, 43, 44 y 45, donde vemos coágulos a causa de micro hemorragias”.

Siguió a esto un momento de silencio mientras las fotografías aparecían en la pantalla y los jueces las observaban con detenimiento.

Poco después, el doctor siguió diciendo:

“Además, en las fotografías 24 y 25, donde vemos el cráneo sin el cuero cabelludo, notamos en éste muchos puntos rojos que son, también, micro hemorragias causadas por la rotura de vasitos sanguíneos a causa de la compresión de la sábana en el cuello que impidió la circulación de la sangre”.

Nadie dijo nada.

En el lado de la fiscalía, el silencio era completo, y el público, sorprendido y asombrado, se olvidó de murmurar.

Más
“Pero tenemos dos aspectos significativos en este caso. El primero, es que la sábana se estiró con el peso del cuerpo por lo cual vemos los pies en el suelo y las piernas flexionadas. Repito, la sábana se estiró, sin embargo, al momento en que apretó el cuello, el señor Flores perdió el conocimiento y, conforme su peso estiraba la sábana, causó asfixia, anoxia y micro hemorragias, pero, también, algo importante que nos dice que el señor tardó en morir. Por favor, sus señorías, veamos la fotografía número 83”.

En esta foto se veía el cerebro de óscar Flores.

“El señor forense del Ministerio Público asegura que el cerebro no tiene lesiones, sin embargo, señores jueces, el cerebro está inflamado, hinchado, y presenta hemorragias. Esto nos indica que la muerte tardó en llegar y que la compresión en el cuello, presionó venas y arterias, sobre todo la carótida, causando la inflamación del cerebro. Y esto solo pudo suceder en una agonía larga, no en una muerte inmediata”.

Ahora, el murmullo fue repentino, pero se acalló de la misma forma en que apareció. Todos los ojos y los oídos estaban fijos en el doctor Castro, que continuó, con el rostro sereno:

“Un detalle en el que el señor fiscal y el forense del Ministerio Público hacen hincapié es que no existe lesión medular ni rotura de la columna cervical, y debo explicar que no existe porque el señor Flores se colgó a corta distancia del suelo, lo que podemos comprobar al ver la forma en que se estiró la sábana con el peso de su cuerpo. Al estirarse la sábana, la caída no fue tan severa, evitando la ruptura de las cervicales y de la médula, por lo cual la muerte fue lenta, causada por asfixia por ahorcamiento”.

“Todo eso son conjeturas –intervino el fiscal, alzando la voz–, y ahora, ésta fiscalía quiere saber cómo explicará el consultor de la defensa la sangre abundante que vemos en el rostro de la víctima, los golpes que tiene en su cuerpo, las marcas en su rostro y la sangre acumulada en los costados de su cuerpo… Todo lo cual no son más que muestras claras de tortura que llevaron a la muerte del señor Flores a manos de policías desalmados y violadores de Derechos Humanos”.

Todas las miradas estaban vueltas hacia el lado de la fiscalía. Pero, pronto se volvieron hacia el juez presidente, que dijo, con severidad, mirando al fiscal:

“El señor fiscal evitará tomar la palabra mientras éste tribunal no lo autorice a hablar”.

El fiscal se sentó.

“Puede continuar, doctor Castro”.

“Gracias, su señoría”.

Respuesta
“Vamos por partes –agregó–, y empecemos con la fotografía número 8 en la que se ve una herida sobre la ceja derecha, a mitad de la frente, y que el señor fiscal y su médico forense aseguran que se trata de uno de los golpes con que fue torturado el señor Flores”.

El doctor Castro tomó un poco de agua, se llenó los pulmones de oxígeno, y siguió:

“Vemos en esta herida una costra negra, signo de que estaba sanando en el momento de la muerte. La costra negra es el sello, por decirlo así, que las defensas del cuerpo ponen en las heridas cuando van sanando, lo que nos dice que ésta herida es vieja, o sea, que se produjo mucho antes de que el señor Flores fuera detenido. Si hubiera sido hecha por un golpe reciente, ni siquiera estuviera cicatrizando y la costra de sangre seca y negra, no existiera. Pero en la misma fotografía vemos equimosis en el párpado derecho, en el pómulo del mismo lado y en el labio inferior. Y las vemos de color celeste azulado, lo que nos indica claramente que son el resultado de lesiones viejas, antiguas, muy anteriores a la muerte, ya que si hubieran sido el producto de golpes recientes, su coloración sería roja y ocre a causa de la acumulación de sangre bajo la piel. Al ser de color azulado, nos damos cuenta de que estaban sanando los golpes y que son muy anteriores al momento de su detención en la aldea Condega. Además, vemos en estas fotografías más lesiones en la cara, las que el forense del Ministerio Público identifica como hematomas, equimosis y heridas contusas. Y la explicación es la misma. Son golpes antiguos en proceso de sanación, sin embargo, debo explicar al honorable tribunal que éste proceso en el señor Flores fue lento ya que, como sabemos, el señor Flores había bebido alcohol, y por mucho tiempo. Recordemos que vecinos de la aldea denunciaron a un desconocido escandalizando bajo el efecto del alcohol en las calles. Al saber que el señor Flores llevaba en su sangre una cantidad generosa de alcohol, podemos asegurar que su sangre estaba rala, raleada, como se dice, se debe a alteración en el funcionamiento de las enzimas de hígado en la coagulación. De aquí que, al estar la sangre rala, o acuosa, el proceso de sanación es lento y deja, por mientras, las equimosis azuladas o celestes que vemos en el rostro del señor Flores son viejas. Pero, ¿de dónde aparecen esos golpes? Lo más seguro es que el señor Flores, tan bebido como estaba, se cayó muchas veces, golpeándose en el rostro, en los brazos y en las piernas, como todo alcohólico, y como se ve en las fotografías 40, 42, 56, 58 y varias más, en las que el forense del Ministerio Público demuestra que no encontró lesiones mayores en los músculos, como debía ser en caso de haber recibido golpes severos. Las lesiones están solamente en la dermis, o a flor de piel, causadas por los golpes que se dio el señor Flores al caer a causa de su borrachera, permítanme sus señorías decirlo de esta manera”.

Sangre
“El señor fiscal necesita una explicación acerca de la abundancia de sangre que tiene en el rostro el señor Flores, según vemos en las fotografías 1, 2 y 3. Pues, bien, vamos a ilustrar al honorable tribunal al respecto”.

El rostro del doctor Castro estaba serio, su mirada, serena, se paseó por la sala, miró luego a los jueces, y dijo, luego de una breve pausa:

“En enero de este año, 2018, la carretera del sur estaba en construcción, como todos sabemos. Para llegar de Pespire a Tegucigalpa había que armarse de paciencia ya que se hacían grandes colas en una y otra vía, kilométricas colas de carros esperando avanzar. Pues, por esa carretera en construcción llegó el cuerpo de Óscar Flores a Tegucigalpa después de un viaje de casi cinco horas. Venía en la paila de una patrulla de la Policía, tendido boca arriba, y si hemos de calcular cuánto tiempo estuvo la patrulla estacionada en la cuesta de Moramulca, por citar solo una, que es la más larga y empinada de la carretera del sur, podemos afirmar, sin equivocarnos, que la sangre del señor Flores bajó, por inercia, hacia la cabeza y se acumuló en los costados de su cuerpo, en sus manos y en parte de sus brazos. Esto porque el cuerpo estuvo inclinado hacia abajo mucho tiempo”.

Vino otra pausa.

La fotografía 31 llenó la pantalla.
“Vemos en ésta fotografía las marcas que dejaron los canales de la paila de la patrulla. Están marcados en su espalda, y vemos, también, que en la espalda no hay acumulación de sangre ya que la presión del peso del cuerpo evitó que la sangre se estacionara en este punto. Pero cayó hacia los costados, como vemos en la fotografía 90. Y sucedió esto porque aquí no había presión de ningún tipo. Ahora, para ilustrar al tribunal y responder al señor fiscal, explicaré que la sangre en el rostro del señor Flores es la sangre acumulada en la cabeza, que salió por nariz y boca al ser tendido en la mesa de autopsias del Ministerio Público, y aseguro esto ya que no se ven manchas de sangre en la camisa que vestía. Y la sangre salió liquificada, muy líquida, quiero decir, ya que el alcohol la puso en ese estado. No es sangre producida por golpes, sus señorías. Es sangre que se acumuló en la cabeza durante el viaje a Tegucigalpa, un viaje lento y tardado durante el cual el cuerpo venía en una paila cabeza abajo, si se me permite esta ilustración”.

Nadie dijo nada.
“Está, pues, aclarado, que el señor Flores no sufrió ningún tipo de tortura, que se colgó él mismo de la sábana, que murió lentamente, después de perder el conocimiento, y que las equimosis, las marcas en su rostro, brazos y piernas, son producto de caídas y golpes antiguos provocados por su estado permanente de ebriedad. Ahora, en la fotografía 70 vemos un hematoma profundo en la espalda, producido, seguramente, cuando fue sometido por los policías ya que se resistió al arresto, según dicen testigos de la aldea. Y en la fotografía 78 vemos un corazón sano que muestra, no obstante, signos asfíxiticos; en la79, pulmones congestivos, a causa del ahorcamiento, y en la 26, congestión de los huesos de la base del cráneo, por micro hemorragias a causa de la constricción del cuello que impidió, como lo he dicho antes, la libre circulación de la sangre y, por tanto, del oxígeno”.

Estrado
Los jueces se movieron en sus sillas. El doctor Castro había terminado.

“Gracias, sus señorías –les dijo, haciendo una reverencia final–. Es todo por mi parte. Concluyo que el señor Flores se suicidó. No existen torturas ni la muerte es homicida. El señor Flores se suicidó”.

El juez presidente devolvió la reverencia.

“Gracias a usted, doctor Castro. Siempre es un honor tenerlo en este tribunal”.

“El honor es mío, su señoría”.

Nota final
Después de deliberar, los jueces declararon inocentes a los policías. La causa de muerte de Óscar Flores fue asfixia por ahorcamiento. El hombre se había suicidado. Una vez más, Denis Castro Bobadilla salvó de la cárcel a dos inocentes.