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Estas son las cinco películas más malas, pero te fascinarán

El gusto de los cinéfilos es extraño. Sólo así puede explicarse que estos filmes sean verdaderos clásicos de culto, a pesar de todos sus disparates...

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27.10.2018

Todavía no puede creerlo. Acaba de ver una película tan mala que dudaría en mostrársela a su peor enemigo, pero usted la disfrutó. Es una cosa extraña.

A pesar de los errores evidentes, las actuaciones atroces, los ridículos efectos especiales y el argumento escrito, a lo mejor, por el gato del vecino, el filme que vio lo divirtió más que la última de superhéroes o el drama ganador en los premios Oscar.

Tranquilo, no ha perdido usted el buen gusto. Así son las malas películas de culto, disparates maravillosos y amados por una comunidad de extraños cinéfilos que encuentra en ellos cualidades que el público común y corriente no puede comprender. Son tan malas que apestan, aunque seducen a miles de adictos al cine y, al parecer, usted es uno de ellos.

Pero todos los años se estrenan cientos de películas malas, ¿por qué algunas son adoradas mientras la mayoría solo merecen el olvido y el desprecio? Para tratar de explicar ese y otros misterios del cine, presentamos nuestro top cinco de cintas que huelen mal, pero son de culto. Prepare su máscara y sus guantes, por favor.

1. Robot monster

Un robot extraterrestre gordo y peludo llamado Ro-Man -que usa casco con antenas, un intercomunicador parecido a un espejo de tocador y una máquina de hacer burbujas- cuya misión es destruir a la humanidad; una única familia sobreviviente que reside, asombrosamente, a unos metros de la cueva de Ro-Man; un suero que inmuniza contra los letales rayos alienígenas, pero no contra el estrangulamiento ni los puñetazos; un héroe que anda sin camisa, se casa (sin camisa) y muere (sin camisa y sin que sus suegros derramen una lágrima); una pelea, repetida unas diez veces, entre un lagarto y una iguana disfrazados de dinosaurios. Podríamos llenar páginas con los chistosos disparates del filme Robot monster (Phil Tucker, EUA, 1953).

Filmado en tercera dimensión por 50,000 dólares en un par de escenarios en los suburbios californianos, Robot monster es un desastre fascinante al que la lógica le importa un rábano; no importa que al final achaque sus dislates a la fantasía de un niño.

Algo infantil tenían también los productores del filme: por algo le dieron un crédito destacado, al principio de la película, al artefacto llamado la Máquina del Billón de Burbujas.

¿Por qué es de culto? Robot monster es una cinta de culto por definición: hecha sin burlas, con encantadora y peligrosa inocencia, su influencia alcanza a productos como “Megamente” (2010). Los adictos al cine exótico siguen deleitándose con las chifladuras de Ro-Man y los sobrevivientes del rayo cósmico.

Sobre Robot monster podemos consultar el libro “Los diarios de Robot monster” (2016) -que responde preguntas urgentes como “¿sobrevivió el casco de Ro-Man?”- y el documental “Las 50 peores películas de la historia” (2004).

2. Plan 9 del espacio exterior

Edward D. Wood Jr. quería revolucionar el cine. Y de cierta manera lo logró con “Plan 9 del espacio exterior” (EUA, 1959), que algunos consideran la peor película de la historia y otros, una de las más divertidas. Wood amaba el cine y a los geniales Orson Welles y Bela Lugosi.

También estaba un poco chiflado. Su método era filmar a costa de lo que fuera, en circunstancias que otros evitarían como a la viruela: no escribía guiones sensatos, no contrataba verdaderos actores ni repetía tomas porque no le sobraba dinero. Si no tenía algo, lo robaba. Fue un mentiroso compulsivo (pero ¿qué creador no lo es?). También fue travesti: le pedía ropa prestada a su novia Dolores.

Wood filmó “Plan 9” a su manera inconfundible. Sin dinero, robó e insertó tomas de películas ajenas que no tenían nada que ver con su relato de alienígenas que pretenden devastar el mundo con un ejército de zombis. Algunas tomas de Lugosi, muerto meses antes de empezar a filmar, pertenecen a otra película que Wood nunca terminó. Daba igual cometer errores en cada minuto de metraje y usar decorados chapuceros que avergonzarían a la obra de teatro de un kínder (usó, por ejemplo, platillos de juguete amarrados a hilo de pesca para simular un ataque de ovnis). Wood tenía dentro el demonio del cine; su misión: terminar una película y hacer otra.

¿Por qué es de culto? Sobre “Plan 9” se han escrito y filmado docenas, tal vez cientos, de libros y películas. Quizá su legado más célebre es la secuencia de la genial “Ed Wood” (Tim Burton, EUA, 1994) que relata con detalles hilarantes la filmación de este clásico del cine de culto.

3. The Room

“Tenemos un nuevo cliente y ganaremos mucho dinero”. “¿Cuál cliente?” “No puedo decírtelo. Es confidencial”. “¿Por qué no?” “No puedo. En fin… ¿cómo va tu vida sexual?”

Diálogos absurdos como este hacen de The Room (EUA, 2003), dirigida por Tommy Wiseau, una de las infames obras maestras del mal cine de culto. El director es tan misterioso como su célebre película: no hay datos confiables sobre su edad y nacionalidad -algunos dicen que es polaco- ni sobre el origen de los casi siete millones de dólares que gastó en su único largometraje.

La mente de Wiseau también es un misterio, tal vez más insondable que los demás, porque nadie más podría concebir un guión tan disparatado ni filmarlo con semejante ineptitud. Inconforme con sus logros como cineasta, se regala a sí mismo el papel principal y crea un personaje chiflado e inexplicablemente divertido.

¿Por qué es de culto? Como en todos los casos anteriores, su fama se debe a la comicidad imprevista y a la maravillosa acumulación de desatinos. Sus rabiosos admiradores han hecho de The Room un auténtico ritual: van adondequiera que la exhiban vestidos como los personajes del filme y celebran o repiten cada ridícula frase de los personajes. Su legado más conocido: el libro The disaster artist y la película del mismo nombre dirigida y protagonizada por James Franco.

4. “Manos, the hands of fate”

Desde su título, este filme estadounidense de 1966 es un manifiesto del disparate: si “hands” significa “manos”, obtenemos el redundante “Manos, las manos del destino”. Igual de repetitiva, absurda e inesperadamente cómica es la película dirigida, escrita y protagonizada por el vendedor de fertilizante Harold Warren: los primeros 15 o 20 minutos consisten en un viaje en auto que se alarga infinitamente y en varios encuentros con una pareja de novios que no tienen ninguna relación con el argumento principal del filme (suponiendo que lo tenga).

Ah sí, el argumento: una familia en viaje de vacaciones se pierde y da con la guarida de un grupo de satanistas dirigidos por un sujeto apodado El Amo y su sirviente, el estrafalario Torgo. La historia es un frágil gancho que sirve a Warren para colgar necedades de toda clase. Si bien “Manos” parece creado para redefinir la palabra “error”, no son los errores, abundantes en su caso, la principal razón de su fama sospechosa, sino el ritmo alucinante, los diálogos atolondrados (“¡Solo queremos a la mujer! ¡Los demás deben morir! ¡TODOS deben morir! ¡Ni siquiera queremos a la mujer!”) y los protagonistas que parecen actuar bajo el efecto de una poderosa droga. El premio a la actuación alucinógena es para John Reynolds, como Torgo, quien habla y se mueve como si viviera en una realidad paralela.

¿Por qué es de culto? “Manos” es tan célebre que ha inspirado tres secuelas y un videojuego. ¿Es necesario añadir algo?

5. Troll 2

No debe sorprender que las cinco películas de nuestra lista sean producciones o coproducciones estadounidenses. Al fin y al cabo, en ese país se acuñó el término “película de culto” y ahí se formaron los primeros clubes de admiradores del cine exótico e incomprendido.

Imposible imaginarnos viendo hasta el final Troll 2 (Claudio Fragasso, EUA-Italia, 1990) durante su estreno, pero eso no tiene nada de raro: es tan demente como los otros de esta lista. Su argumento se parece al de “Manos, the hands of fate”: una familia cae en las garras de un culto malvado. (Curiosamente, ambas familias cantan, durante el viaje, la misma canción de cuna: “Row, row, row your boat”). En Troll 2 el culto sobrenatural está formado por grotescos seres llamados “goblins”, que obligan a sus víctimas a tragar repugnantes brebajes y alimentos para convertirlos en vegetales y devorarlos. Que su argumento desfachatado no asuste al cinéfilo de ley: Troll 2 guarda simpáticas sorpresas en sus nauseabundas entrañas, como el momento inolvidable en que una bruja seduce a un adolescente libidinoso empleando una mazorca de maíz.

¿Por qué es de culto? Esa pregunta se la hicieron al propio Claudio Fragasso en el documental “La mejor peor película” (Michael Stephenson, EUA, 2009): Fragasso opinó que Troll 2 no es malo, sino incomprendido. No le importó decirlo en el cine al que lo habían invitado para homenajear su horrible película. ¿Quién entiende a los italianos?