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Gustavo Armijo, la obra del artista hondureño en Estados Unidos

El cuerpo femenino y el rechazo a los femicidios son actos de protesta en las baldosas de este artista nacional

FOTOGALERÍA
22.09.2018

Gustavo Armijo es un artista formado en Centro y Norteamérica, en dibujo, pintura, fotografía y grabado, y autoformado en escultura por la misma necesidad de ser un creador definido. Sus estudios internacionales, prolongados y diversos le permitieron con el tiempo integrarse a talleres y proyectos colectivos con fines estético-políticos, buscando por medio de ellos un acercamiento vanguardista a la situación social.

Oposición e integración
La oposición entre calidad e ideología, que caracteriza a los bandos contemporáneos del arte, no fue obstáculo para que Armijo haya preferido la síntesis desde el comienzo de su trayecto, retornando desde entonces a las convenciones de la plástica y a los abrevaderos del movimiento colectivista.

Con esta estrategia integradora ha podido adueñarse de un tratamiento sistemático en el grabado, y de momentos muy relevantes en las demás disciplinas.

Armijo no cesa de comportarse así. Al representar un paisaje, a veces turbulento, convierte sus líneas, texturas, formas y planos en un verdadero manifiesto; y al representar un cuerpo, a veces desnudo o mutilado, no deja de enfatizar los ritmos y las tensiones. Lo mismo en el formato, al situar un gran hecho en unas cuantas pulgadas cuadradas, y uno banal, tal vez, en unas dimensiones muralísticas.

También en el plano estructural se comporta del mismo modo, transformando un sentimiento exclusivo en una larga plasmación secuencial, o al revés, un extenso proceso histórico en una pieza única.

A propósito del formato, cabe reconocerle otras habilidades. En el caso del grabado, él utiliza soportes pequeños que se ajustan a su propio equipaje y capacidad de manipulación, limitación técnica que compensa, en el momento de la exposición, con obras secuenciales. Pero esta misma limitación se convierte en algo valioso para él cuando participa en bienales globales que basan sus muestras en la equidad cultural, a cuya estrategia sirve el pequeño formato, al densificar el espacio a causa de su tamaño.

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Exposición continental
La Galería de Arte de la Asociación de Empleados del BID inauguró este 18 de septiembre su primer proyecto colectivo, llamado “6x6 Ceramic Tile (baldosas de cerámica)”, con el apoyo de las Oficinas de País de la institución y en colaboración con JVS Project Space de Nueva York, en cuya galería se volverá a exponer el 18 de noviembre de este mismo año.

Esta exposición intenta vincular las culturas, los pensamientos y los conceptos estéticos comunes en los países miembros del BID mediante un material (barro) y una técnica (cerámica) compartidos, ha dicho el curador en jefe de la misma. Para ello convocaron a 60 artistas de 25 países americanos, a quienes se les solicitó, mediante instancia curatorial, tres piezas cerámicas de seis pulgadas por lado.

Bayardo Blandino, director artístico de Mujeres en las Artes, ha sido el curador por Honduras, dándole la oportunidad a Gustavo Armijo de expresarse en los términos que exige la baldosa. Con seguridad, Blandino no ha dudado en premiar la constancia, la experimentación continua y la circulación vigente de este artista multidisciplinario, poniéndole en contacto con otros artistas de raigambre y oficio.

Para esta exposición, Armijo se ha decidido por dos referentes complementarios relacionados con la representación de la mujer. Uno de ellos alude a la corporalidad de la mujer, voluminosa, desnuda y rítmica, que se manifiesta en signos naturales y personalísimos de frondosidad y pasión, por medio de los cuales inferimos su llamado al amor, al placer y la fertilidad.

Y en el doblez de este primer sentido, a la ley inexorable de que los cuerpos se convierten en polvo; y que la belleza y la maternidad, más temprano que la muerte, resultan en verdaderos pasados.El otro referente representacional es el femicidio. A veces solo la tierra es testigo de las formas en que los asesinos liquidan la vida de muchas mujeres, dejando en su superficie las evidencias del suplicio y la tortura.

Las mujeres vendadas, atadas, enterradas, constituyen claras señales de que estamos a distancia de respetar la vida.

Al reconocerlo, Armijo metaforiza el amarrado, transfiriéndolo del sujeto al objeto, del referente al soporte, para denunciar la violencia social por medio de las formas sensibles. En ambos casos, las baldosas hablan de la mujer, de su vida primorosa en unas y de la prematura muerte en otras.