Crímenes

Selección de Grandes Crímenes: El caso de la esposa solitaria (2/2)

Por lo general, la solución de un crimen es más sencilla de lo que parece
19.05.2018

Este relato narra un caso real. Se han cambiado los nombres

SERIE 2/2

A Norma la mataron una mañana, poco antes de las nueve. El asesino la degolló, dejando su cuerpo tirado en un charco de sangre. Los detectives de homicidios creen que el criminal es un hombre alto y fornido, y que es conocido de la familia. Pero están en un callejón
sin salida.

Mira aquí: El caso de la esposa solitaria parte 1

Policía
“El asesino es un hombre -dijo el detective-, un hombre con unas características especiales…”

“No lo entiendo”.

El detective no respondió.

“Yo creo —dijo, poco después—, que la mujer tenía un amante… y que el asesino es el marido…”

“¿Qué? -gritó el amigo del esposo-. ¿Qué está diciendo usted?”

“Eso que escuchó”.

“Pero… él les ha probado que estaba trabajando a la hora del crimen”.

“Eso lo vamos a ver”.

El hombre se exaltó y se puso de pie.

“¡El no es el asesino! -dijo-. El es un hombre bueno y la quería mucho… Ni siquiera era capaz de gritarle, mucho menos
de asesinarla”

Las venas del cuello parecían a punto de reventarse. Estaba rojo y echaba chispas en sus miradas.

“Ustedes acusan de cualquier cosa al primero que encuentran… Así es como investigan ustedes”.

Dijo esto y se retiró haciendo chocar los tacones. El detective, más que impresionado, estaba extrañado por aquella actitud.

“Es el mejor amigo” -le dijo uno de sus compañeros.

“Sí, ¿verdad?”

“Sí”.

“Mirá, mejor llamame a dos técnicos de inspecciones oculares”.

Los técnicos no tardaron en presentarse en el porche.

“Necesito un favor de ustedes -les dijo el detective-; tengo una sospecha y quiero confirmarla. Miren, la puerta estaba asegurada con doble llave, a pesar de que nunca estaba así en el día, pero el portón estaba sin el pasador, o sea, que solo estaba de empujar…”

“¿Qué quiere que hagamos?”

“Que busquen bien en esta parte del jardín… por todo aquí, en las macetas, en la grama, por los árboles…”

“¿Qué debemos buscar?”

El agente bajó la voz.

“Un manojo de llaves”.

“¿Llaves?”

“Sí, con un llavero, y si lo encuentran, no hagan escándalo, solo lo fotografían, lo embalan, y calladitos… ¿Entienden?”.

“Sí, señor”.

Corazonada
El agente dejó a uno de sus compañeros en el porche, mientras los técnicos empezaban a hacer su trabajo. Vinieron dos más a ayudarles.

Mientras tanto, adentro el ayudante del fiscal seguía analizando la escena.

El tiempo pasó poco a poco y, para cuando la fiscal ordenó que levantaran el cuerpo, uno de los técnicos se acercó al detective y le dijo al oído:

“Venga. Hallamos algo”.

El detective le pidió al fiscal que se tardara un poco más y que no dejara salir a nadie de la sala.

Cerca del muro, al lado del tronco de una palmera enana, estaba un manojo de llaves cubiertas con algo de tierra.

“Las tiraron desde unos dos metros, quizás más” -dijo uno de los técnicos.

“¿Por qué lo decís?”

“Porque cayeron aquí con fuerza y del impulso se arrastraron en la tierra, y quedaron casi enterradas… ¿Las ve bien?”

“Sí”.

“Las vamos a fotografiar y las embalamos”.

“Cuando las hayan fotografiado y antes de embalarlas, me avisan. Estaré en la sala”.

No tardaron llamarlo.

“Venga -le dijo al esposo-, necesito hablar con usted”.

El hombre no dijo nada. Solo se dejó llevar.

Cuando llegaron al pie de la palmera, el detective le señaló el lugar donde estaban
las llaves.

“¿Sabe qué es eso?” -le preguntó.

El hombre abrió la boca.

“Son las llaves de mi esposa” -dijo.

“Sí -agregó el detective-, lo suponía…”

“Pero, no entiendo, señor”.

“No se preocupe por eso. Nosotros sí vamos entendiendo…”

El hombre no dijo nada.

“Embálenlas, pero después de probarlas en las puertas y en el portón, para estar completamente seguros”.

“No hay duda, señor; esas son las llaves de mi esposa”.

Sin embargo, las probaron en los llavines.

“Señor -dijo el detective-, el asesino de su esposa está más cerca de usted de lo que creíamos al inicio”.

El hombre no respondió. Su amigo estaba a su lado, sereno y tranquilo.

“Tienen que agarrar al asesino -dijo, con lágrimas en los ojos-. Ese maldito se metió aquí solo para hacerle daño a gente que nunca le ha hecho mal a nadie”.

“Lo vamos a encontrar, señor” -respondió el detective.

Mira aquí: El caso de la esposa solitaria parte 1

Dudas
En las oficinas de la DNIC, los agentes empezaron a armar el caso. Tenían las llaves de la esposa, las que el asesino usó para asegurar la puerta de salida con doble llave, pero tenían una pregunta: ¿cómo entró el asesino?

Estaba claro de que nadie lo había visto salir, y ahora se suponía que nadie lo había visto entrar, a menos de que llegara a la casa con la misma confianza de otras veces y que tocara la puerta. Sabía que la mujer quedaba sola en las mañanas y fue a “visitarla”. Tal vez le dijo: “Pasaba por aquí y quise venir a saber cómo estaba”. Y ya que era de absoluta confianza de los esposos, la mujer le abrió la puerta, quizás le dio un poco de agua, tal vez se sentó un rato en la sala y, después, se fue despacio y sigilosamente a la cocina donde la mujer lavaba trastos o estaba preparándose para hacer el almuerzo. Esta tal vez no lo vio, o si lo vio acercase, nada tenía que temer de él. Entonces, él agarró el cuchillo, la tomó del pelo y, sin perder un segundo, la degolló. Después, tomó las llaves, de donde sabía que estaban siempre, salió, echó doble llave y, con un fuerte impulso, tiró el manojo de llaves hacia la izquierda de la puerta de entrada, ¿por qué? ¿Por qué hacia la izquierda?

Los detectives se miraron unos segundos.

“Llamá al forense y preguntale dónde comienza la herida de la mujer… Si es de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, pero rápido”.

La llamada tardó largos minutos.

“La herida comienza en la derecha y termina en la izquierda” -dijo el médico forense.

“Lo que quiere decir…”

“Qué el asesino es zurdo… o es ambidextro, o usó la izquierda a propósito”.

“¡Excelente!”

Vaciado
Dos semanas después del crimen estaba listo el vaciado telefónico del esposo de Norma.

Muchas eran llamadas sin importancia, hasta que encontraron una que les llamó la atención, luego de confirmar la llamada del celular del niño cuando le avisó que su mamá estaba muerta en la cocina.

“Esta llamada es interesante” -dijo el detective.

“¿De quién es el número?”

El agente dio un nombre, y agregó:

“Es el mejor amigo del viudo”.

“Así es”.

“¿Qué tiene de interesante esa llamada?”

“Esto, miren…”

Nadie entendía nada.

El agente les explicó.

“Seguramente recuerdan que el mejor amigo del viudo dijo que cuando él lo llamó para decirle que habían matado a su esposa en la propia casa, este le dijo que no había venido antes porque estaba en San Juancito entregando una mercadería… ¿Lo recuerdan?”

“Sí”.

“Miren bien este dato… La llamada del marido viudo a su amigo se hizo a las 3:19 minutos de la tarde del crimen… Y veamos esta llamada, la del niño a su papá, está hecha a las 3:16 minutos, y duró cincuenta y seis segundos… ¿Vamos bien? Pues, a las 3:19 minutos y dos segundos, el viudo llamó a su amigo, y este le dijo que “estaba en
San Juancito”.

“Bien… Y, ¿qué más?”

“Pues, que el amigo, el mejor amigo, no estaba en San Juancito cuando contestó la llamada… El vaciado dice que estaba en la zona de Las Uvas, al sur de la ciudad, y que desde allí respondió la llamada…”

“¿Estás seguro?”

“Aquí están las pruebas… Ahora, de las 3:19 minutos, a las cuatro y centavos que el hombre llegó a dar el pésame, hay solo cuarenta o cincuenta minutos, y creo que ese no es tiempo suficiente para dejar lo que se está haciendo en San Juancito, manejar a toda velocidad, y en esas cuestas y curvas con abismos y paredones, y con el tráfico que hay en esa zona… Además, hay que tomar en cuenta el tráfico de la ciudad a esa hora… Debió tardar al menos dos horas en llegar a la casa, y solo tardó cincuenta minutos después de la llamada… ¿Es lógico esto?”

Nadie respondió.

“Pero, ¿qué interés puede tener ese hombre en mentirle a su amigo?”

“Trataba de preparar una coartada… Pero le salió el tiro por la culata… El es el hombre de confianza de la familia, a él le abrió la puerta la esposa solitaria, a él no le ladró el perro, puesto que lo conocía bien, y estoy seguro de que les silbó a los pájaros del porche mientras entraba a la casa detrás de la esposa de su amigo”.

“Entonces, ¿él es el asesino?”

“Solo espero comprobar algo…”

“¿Qué es?”

“Si es zurdo, y para eso voy a llamar al viudo ahorita mismo…”

El teléfono sonó varias veces.

“¿Ha visto a su amigo?” -le preguntó el detective, después del saludo.

“Se acaba de ir de mi casa” -respondió el hombre.

“Ha sido un gran apoyo para usted en estos momentos difíciles…”

“Sí que lo ha sido… Es un buen amigo”.

“Dígame una cosa… ¿Su amigo es zurdo?”

“Sí, ¿por qué?”

“Por nada… Solo curiosidad…”

Nota final
“¿Por qué mataste a la mujer de tu amigo?”

“Yo no la maté… Ustedes están locos”.

“Tenemos testigos que te vieron entrar a la casa poco antes de las nueve de la mañana, y salir a eso de las nueve y quince… Y te vieron tirar las llaves hacia la izquierda del porche… ¿Qué más querés?”

“Presenten esos testigos… Yo estaba en San Juancito, trabajando…”

“Además, vos no estabas en San Juancito cuando te llamó tu amigo para decirte que le habían matado a la esposa; estabas en tu casa de Las Uvas… Tenemos el registro de las llamadas… ¿Por qué la mataste?”

El hombre bajó la cabeza.

“Quiero hablar con un abogado” -dijo, a media voz.

“Antes hablá con nosotros… Es que te gusta el marido, ¿verdad? Y la quitaste de en medio por celos, para quedarte solo con él, por odio, por despecho, o ¿por qué?”

El hombre levantó la cabeza con violencia y sus ojos echaron llamas.

El detective sonrió.

“Llamen a la fiscal -dijo-, este hombre va a confesar su crimen”.

“¿Vamos a catear la casa?” -preguntó
un agente.

“La fiscal lo va a ordenar”.

En el cateo de la casa encontraron un zapato de gamuza con manchas de sangre seca, pequeñas y apenas perceptibles. Era sangre de Norma. El cuchillo no se ha encontrado todavía. El mejor amigo del viudo cumple condena sin arrepentirse de su crimen… El viudo dejó el país al saber quién había matado a su mujer… y por qué

Mira aquí: El caso de la esposa solitaria parte 1