Siempre

José Adán Castelar, poeta de pluma sencilla

¡Hasta siempre! Al escritor idealista y humilde que describió la realidad de Honduras en sus versos, plasmados en sus 14 libros y decenas de páginas sin publicar

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30.12.2017

Tegucigalpa, Honduras
Una vez dijo que odiaba que le dijeran poeta, porque para él, poetas solo Darío, Neruda o Montale. Tiempo después dijo en una entrevista a EL HERALDO que cuando ya llevaba su tercer libro publicado empezó a creerse poeta.

Amaba la música clásica y consideraba la pintura como la hermana gemela de la poesía. Y entre los acordes de Wagner, Verdi, Tchaikovski, Bach y el tercer movimiento de la sinfonía número 9 de Beethoven, hasta las notas catrachas de Belisario Romero, Guillermo Anderson y Karla Lara, su pluma nunca dormía, siempre estaba presta para plasmar en forma de versos la realidad de su país.

El poeta y cuentista José Adán Castelar se fue a armar tertulias con Froylán Turcios y Juan Ramón Molina, pero aquí, después de secarnos las lágrimas por su partida, nos damos cuenta que nos quedan sus versos plasmados en los 14 libros que publicó y en las páginas que aún duermen en espera de ver la luz.

La estatura de un escritor
Una partera lo trajo al mundo en una vieja choza a la orilla de la línea del tren en Coyoles Central, Yoro, el 9 de abril de 1941. A su madre no le dio tiempo de llegar al hospital. Pero él, lejos de ver este hecho como una desgracia, lo convirtió en preciado material para sus escritos.

Era un hombre de voz suave, hablar pausado y de extraordinaria humildad, que se palpaba en su obra amorosa y vivencial.

Desde niño fue un apasionado por la lectura y un admirador de la obra pictórica de Pablo Zelaya Sierra. Un hombre campechano, con la sencillez de todo hondureño bien nacido en el corazón de los campos bananeros, se jactaba de ser amigo de todos los escritores y de muchos pintores de Honduras.

“A todos los respeto y ellos me respetan. Me respetan y eso ya es bastante...”, dijo en una entrevista.

Después de 14 libros publicados, afirmaba que hasta ese momento había aprendido a escribir y reconocía que su mejor obra es la inédita.

Su libro más reciente es “Poemas opus II”, publicado en 2016; una obra dividida en tres partes: los instrumentos musicales vistos, oídos y sentidos desde la expresión personal; los nombres comunes desarrollados desde otra significación y el acontecer animal.

En el “Diccionario crítico de obras literarias hondureñas” del historiador Mario Argueta, Manuel Salinas define su obra como “poesía de intención crítica, comprometida con el pueblo y sus mayorías, sin caer en el panfleto político”.

Mientras Helen Umaña afirma que Castelar, en su libro “Entretanto”, “construye un mundo poético de donde se ha desterrado el hablar por el hablar mismo”.

Y que en su poesía “se establece una insobornable fe en el hombre concreto, permite, al trasluz de los versos, la proyección del poder afectivo y volitivo del hombre, ha trazado con gruesas pinceladas la realidad oscura y el ‘sueño solar’ de un pueblo”.

Además, sostiene que Castelar construye sus versos: “No solo desde la entraña misma de las desgarraduras sociales, sino también desde el esperanzador batallar que puede llevar a su superación”.

En una entrevista a EL HERALDO en 2010 dijo que nunca iba a dejar de escribir y que jamás se retiraría y lo cumplió. Minutos antes de que su corazón fallara en la Nochebuena escribió un par de versos, de esos que le salían del alma y que esperaba compartir con los suyos en la cena de Navidad. Hoy, estas letras, junto a su nutrida obra sin publicar, conforman el legado de un autor que seguirá vivo en cada verso, en cada frase escritos con amor patrio, con solidez combativa y con la sencillez que lo caracterizaba.