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La risa, un placer sensorial que se vive mejor con filosofía

Pudiera argumentarse que la risa impide la necesaria seriedad que exige el tratamiento de las cosas importantes de la vida, pero esto no es cierto...

28.10.2017

Tegucigalpa, Honduras
Dicen los expertos que teorizar sobre el sentido del humor puede indicar que no se tiene sentido del humor. La vida está llena de paradojas, y una de ellas es la risa y el sentido del humor, que constituyen un tema divertido y serio a la vez. A pesar de su aparente superficialidad o trivialidad, nos encontramos ante un asunto que nos atañe directamente como seres humanos.

Es evidente que el sentido del humor nos afecta cotidianamente. A todos nos gusta encontrarnos con personas agradables, con una sonrisa en el rostro; esto lo saben muy bien quienes trabajan como relaciones públicas o en puestos similares.

Por otra parte, la mayoría de las personas creen tener un sentido del humor superior a la media. Más aún, uno de los insultos que menos soporta un ser humano es que le digan que no tiene sentido del humor.

El humor y la risa nos diferencian de los animales. El humor es una demostración de grandeza que pareciera decir que, en última instancia, todo es absurdo y que lo mejor es reír, como aquel condenado a muerte que llevan a la horca un lunes y exclama: “¡Bonita forma de comenzar la semana!”

El humor es una afirmación de dignidad, una declaración de superioridad del ser humano sobre lo que acontece, porque reírse de algo es, en cierto modo, estar por encima de ello.

Por otra parte, una actitud filosófica posibilita una mirada que pueda superar dogmas, ir más allá de una evidencia, un prejuicio u otras inhibiciones. Filosofía o inteligencia sin humor es esterilidad, artificialidad, robótica pura. Humor sin inteligencia es mal gusto, zafiedad.

Pudiera argumentarse que la risa impide la necesaria seriedad que exige el tratamiento de las cosas importantes de la vida; pero esto no es cierto. Es más probable que sea superficial y trivial alguien que no tenga sentido del humor. Poseer sentido del humor es indicativo de inteligencia. En la medida en que alguien tiene más discernimiento, es más capaz de ver el aspecto insólito de la vida, el aspecto cómico. No podemos llegar a decir que alguien que posea sentido del humor sea un sabio, pero es indudable que no lo es quien no lo posee. Y en cualquier caso, sí podemos afirmar que la risa hace al hombre más humano.

La importancia de la risa y el humor es mayor aún en un mundo como este en el que vivimos, donde parece que cuesta mucho reír. Prueba de ello es que casi no hay estudios sobre la risa y el humor.

La risa, mejor con filosofía
En el nivel sensorial, se incluyen todas las risas que proceden de impresiones relacionadas con los sentidos, por ejemplo, las cosquillas. Unamuno, en este sentido, se fijaba en el bienestar que proporciona el ejercicio físico. La importancia del ejercicio físico consciente es grande, ya que podemos combatir el mal humor y recuperar las buenas y agradables emociones.

A nivel emocional, determinadas emociones y sentimientos producen risa. Nos referimos a estados de ánimo como la alegría, la euforia, el afecto, etc. Como contraparte, hay estados de ánimo que producen llanto, como por ejemplo la tristeza o la angustia.

En el nivel mental, hay una comprensión intelectual o un entendimiento de algo que es lo que produce la risa. Aquí se diferencian tres aspectos: lo gracioso, lo ridículo y lo cómico.

Lo gracioso es producido por la cualidad estética de los movimientos, de las formas y de las actitudes. Esa gracia o salero, podríamos decir, produce una especie de simpatía que suele expresarse de forma natural en una sonrisa.

(Un grupo de presidiarios llevaban tanto tiempo en la misma cárcel que en lugar de repetir los mismos chistes una y otra vez, los habían numerado y se limitaban a decir el número correspondiente cuando querían contar un chiste determinado. Un día, uno de los presos dijo: ¡nueve!, y todos estallaron en carcajadas. Otro preso replicó: ¡seis!, y toda la galería de celdas retumbó de risas.

Finalmente, un tercer presidiario gritó: ¡cuatro!, pero no ocurrió nada, se hizo un silencio sepulcral. Cuando su compañero de celda, que era recién llegado, le preguntó por qué nadie se había reído, este le respondió: “Para contar chistes hay que tener gracia”.)

Lo ridículo es algo más complejo de definir. Aristóteles (Poética, libro V) dice que lo ridículo supone siempre cierto defecto, deformidad o desproporción que no produce mal. Por ejemplo, ponerse una máscara de feo no causa daño; o un hombre pequeño que se agacha cuando pasa por debajo de una gran puerta, es algo ridículo; también sería causa de risa un hombre que, dando muestras de cobardía, pretendiese ser tenido por valiente. Pero la desproporción o deformidad no debe traer algún mal grave, pues de lo contrario ya no es causa de risa. Por ejemplo, ver caerse a un hombre es causa de risa, pero la risa se detiene o no llega a producirse si notamos que de la caída se produce una lesión grave.

Lo cómico incluye lo ridículo, pero comprende también la ingeniosidad. Dentro de lo cómico se hallan los chistes, los juegos de palabras, las ocurrencias agudas, las anécdotas graciosas, etc.

La risa sincera se convierte en un extraordinario medio de expresión de todo tipo de fenómenos internos: amor, benevolencia, celos, admiración, vanidad, cordialidad, etc. Por poco conocimiento que se tenga del corazón humano, se distinguirá perfectamente la risa sincera de la risa maliciosa, la risa forzada de la risa espontánea.

Como vemos, la risa también puede llevarnos a algunas reflexiones filosóficas, y es que hasta para reír podemos elegir hacerlo con filosofía.