Siempre

Película 'La jaula”: los golpes de la vida y el pelear para vivir

Recientemente el cineasta Carlos Membreño estrenó su cuarta película. Sin temor de incluir spoilers, comparto mis impresiones del filme, con sus aciertos y desaciertos

09.09.2017

Tegucigalpa, Honduras
El 17 de agosto de este año, “La jaula” abrió sus puertas para que el público disfrutara de una película que mezcla acción, comedia y drama, y cuya historia oscila entre dos mundos, el de los negocios ilícitos y el de las artes marciales mixtas.

Nuestro protagonista Dani, interpretado por Carlos Moncada, no es un personaje bonito al que todo mundo le cae bien, es un antihéroe, alguien con un pasado que lo atormenta, que no ha podido superar; por momentos irascible y que toma decisiones impulsivas y estúpidas (como cuando, dolido tras el atentado que sufrió su negocio, bota su mercancía y le prende fuego al local, causando él mismo mayor destrucción a su patrimonio que sus enemigos) y que sobrevive comerciando bajo bajo sustancias ilegales y después combatiendo en peleas clandestinas.

Sin embargo, el público empatiza con él ya que se identifica con sus conflictos morales, en los que se cuestiona la falsa imagen idealizada que otros tienen de él, lo que ha hecho con su vida, las malas decisiones que sigue tomando...

La salida en falso

El gran problema con esta película es la puesta en escena. La primera mitad genera desconcierto y hasta impaciencia.

No se ve nada de escenas de combate, solo el contexto cada vez más jodido (económica y moralmente) en que se va hundiendo el protagonista, pero contado de una manera melodramática, alternada con gags cuya gracia es a menudo predecible, en la que se le da mucho tiempo a escenas poco relevantes (como el videochat con los abuelos al inicio) y otras donde los sucesos acontecen de manera inverosímil.

Por ejemplo, en el primer encuentro con “La Bestia” -el malo de la película- en el nightclub, vemos cómo Dani logra con dificultad sortear dos retenes de guaruras antes de reunirse con el mero mero, y cuando este lo tiene amenazado aparece de la nada su alero Luis (interpretado por Enrique Barrientos) en el momento justo para defenderlo, sin que sepamos cómo puercas logró colarse allí.

Detalles como la facilidad con que Linda quita los maderos clavados -supuestamente bien asegurados- en la entrada del gimnasio abandonado, o cuando al final del atentado con ráfagas de balas un compinche entra torpemente al local, se roba unas bolsas y, como si tuviera todo el tiempo del mundo, remata de una patada lo que quedaba del vidrio roto para luego aventarse aparatosamente en la paila del pick-up y huir, hacen que el público no se tome en serio la historia.

En esa misma primera parte, varios diálogos son poco convincentes, como los de Linda convenciendo a Dani de que le permita hacer su tesis sobre la labor de su padre con el gimnasio en el barrio conflictivo.

Con el protagonista se cometieron errores de continuidad. Fue notorio a mitad de la película, en ese lapso entre su última pelea clandestina y el inicio de los preparativos del combate final, que en un plano el protagonista tuviera su rostro golpeado, en el siguiente estuviera en buen estado y seguidamente volviera a mostrar moretones.

La inserción animada de la historia de Florentino Xatruch es un cambio estilístico demasiado brusco, que solo cumple un fin didáctico, pero que genera desconcierto y desentono.

Solo me acordé del cadejo animado en “Cuentos y leyendas de Honduras” y del rojizo conjuro del chamán hacia El Paletero.

Los golpes certeros

Los famosos que hicieron su papel secundario en la película, en general lo hicieron muy bien. Convence y conmueve la actuación del cantante Lish como un exboxeador en silla de ruedas, dañado por el consumo de drogas y lamentando su situación, o las apariciones del referente del taekwondo Miguel Ferrera y del boxeador Josec “El Escorpión” Ruiz entrenando al protagonista para el combate final.

No son los típicos cameos forzados solo para que la gente diga “Hey, ¿mirá quien sale allí?”, fueron actuaciones breves fundamentales, que aportaban a la historia, que hacían fluir los acontecimientos.

Me pareció curioso que usaran el interior de la antigua penitenciaria nacional como si fuese el exterior de dicho centro penal.

Las bellas tomas panorámicas de Tegucigalpa tomadas con drones cumplen bien su labor delimitando cada secuencia. La fotografía y dirección de arte estuvieron muy bien.

La música, si bien era mucha para mi gusto, cumplió su función, no se sintió que fuera solo de relleno.

Mención aparte merece la persecución en motos, que estuvo muy bien lograda. Trepidante, sin florituras, con un ritmo vertiginoso y filmada desde una diversidad de ángulos que enriquecían su visionado. Para mí es la mejor secuencia de persecución vehicular que se ha filmado hasta ahora en el cine hondureño.

Las escenas de combate también fueron bien logradas, transmiten muy bien los forcejeos, los golpes recibidos, los ambientes de clandestinidad y las descargas de adrenalina.

El montaje de la pelea más importante de la película, contra el mexicano, tuvo un buen desarrollo, mostrándonos en montajes paralelos la reacción de periodistas y de los espectadores ante cada situación suscitada durante la pelea. Sin embargo, hubo dos detalles que no me explico por qué se hicieron de esa manera. Una es la ambientación tenue en color azul.

La iluminaron como si se tratara aún de una pelea clandestina y no de la gran pelea internacional, con amplia cobertura televisiva seguida por muchísima gente desde varios locales de esparcimiento.

Creo que priorizaron la estética que la funcionalidad y verosimilitud, porque, no hay que negarlo, se mira bonita esa ambientación azulada, pero arruina la visibilidad de los gestos técnicos de los combatientes.

Además, por lógica se sabe que una pelea televisada jamás llevaría esa iluminación.

Y el otro detalle inexplicable para mí es que nuestro antihéroe haya derrotado al rival más fuerte, en la pelea más mediática, en el clímax de acción de la película, con una llave medio visible que obliga al contrincante a rendirse en vez de con un golpe espectacular que lo noqueara y cumpliera con las expectativas de los extras y secundarios que presenciaban el combate y de los espectadores que miraban la película.

Aunque al final Dany logra la redención y el perdón de su hermana, se sintió como un triunfo sin euforia.

A manera de último round

A “La jaula” le pasó lo mismo que a “El paletero” en 2016, a “Cuentos y leyendas de Honduras” en 2014 y a “El xendra” en 2012, que generaron muchísimas expectativas con su campaña de mercadeo y un tráiler bien montado, pero el resultado final de dichas películas no fue del todo satisfactorio para el público.

Contrasta con su película debut “Una loca Navidad catracha”, que no hizo mucha bulla en la previa, pero gustó a los espectadores y se convirtió en un boom comercial. A pesar de las debilidades del guión, a la película le va bien en taquilla, ya está en su quinta semana en cartelera.

Este año, aparte de Membreño, también Fanconi generó muchas expectativas con “Un lugar en el Caribe”, y cumplió.

“Morazán” está generando muchas expectativas, ¿cumplirá?