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Mauricio Villeda: 'Sin combate a la corrupción no hay desarrollo”

'Los derechos humanos se defienden desde que la persona está en el vientre'

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28.01.2012

Es un aficionado a los objetos antiguos, a los que provienen de la familia principalmente, y por eso la sala de la casa de Mauricio Villeda es casi un minimuseo.

Entre la colección se encuentra la banda presidencial de su extinto padre, el exgobernante Ramón Villeda Morales, de quien dice tener los más gratos recuerdos por la jovialidad y cariño que expresaba.

A sus 64 años ha logrado cumplir una serie de retos profesionales que comparte con las dichas que su familia le ha generado y por eso considera que llegó el momento de asumir otro reto: la Presidencia de la República.

El ahora precandidato presidencial por el Partido Liberal de Honduras relata en la siguiente entrevista con EL HERALDO cómo nació su interés por la defensa de los derechos humanos, los detalles de cómo vivió el golpe de Estado contra su padre y qué tipo de infancia y juventud vivió.

¿Cómo ha puesto en práctica el máster en Bioética en el que se especializó?

Soy abogado, graduado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y después, recientemente, hace algunos años saqué en la Universidad del Istmo un posgrado en Bioética, eran profesores que nos reunían y que teníamos que hacer trabajos desde la casa durante un año, año y medio y ese fue el estudio.

Pero cómo ha desarrollado esa especialidad?

Defendiendo al ser humano, defendiendo la dignidad del ser humano en todas sus etapas. Una de las cosas que he hecho en esta etapa política es poner énfasis en el derecho humano a la salud, en los centros hospitalarios del país no se atiende con la dignidad de un ser humano, porque todos tenemos igual dignidad, pero por ejemplo usted va al hospital Escuela y ve la falta de atención al paciente, ve que ni siquiera hay sabanas en las camas, ni pijamas para las y los enfermos y que en las emergencias la gente espera horas para que los atiendan... todas esas son preocupaciones vinculadas con la ética.

¿De qué forma participó en el nacimiento del Comité de Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh)?

Bueno, en la década de los 70 había una cantidad de violaciones a los derechos humanos en Honduras y escribí a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos para preguntar cómo podíamos defender de una mejor manera al ser humano en este país, y además de defenderlo, cómo promover los derechos humanos en Honduras. Los derechos humanos tienen que ver con su físico, tienen que ver con su educación, con su salud, con su locomoción, con su expresión, con la forma de formar una familia, su domicilio.

Son derechos humanos que por primera vez fueron incluidos en la constitución liberal de 1957 y que fueron proclamados por las Naciones Unidas en 1948, entonces a raíz de esas situaciones, de las capturas, de como se excedían en más de 24 horas, de como habían torturas en este país, decidí escribir a la OEA y la respuesta fue que formáramos una organización de derechos humanos, y entonces nos reunimos con el doctor Ramón Custodio, con el abogado Manuel Acosta Bonilla, con el abogado Sarmiento, con Guillermo Molina Chocano y su servidor y decidimos formar el Codeh, y se le dio seguimiento a estas situaciones.

En 1985 ya me tuve que retirar, hubo algunas pequeñas discrepancias, yo estaba pensando también que había que defender el ser humano desde que está en el vientre y el interés del Codeh era defender otro tipo de violaciones, entonces yo me separé a vivir por fuera con mis valores y mis principios.

¿Sufrió algún atentado?

No, nunca.

¿Formó parte de la izquierda?, le consulto esto por su vinculación con el Codeh.

Bueno, en mi caso hice oposición a los gobiernos militares de aquella época, siendo estudiante, una vez, incluso nos capturaron en la avenida

La Paz porque estábamos quitando unos rótulos que creíamos nosotros que eran lesivos para la democracia hondureña. Fui miembro del Frente de Reforma Universitaria, ese frente tenía varios sectores y uno de ellos el grupo liberal, apoyábamos ese frente porque solo había uno más que era el Frente Unido, que era controlado por el Partido Nacional. No fui tan activo, pero sí participe en política universitaria, en la Facultad de Derecho.

¿Su padre lo apoyó o le decía que tuviera cuidado?

Pues no, hablábamos de la participación política, pero nunca nos impuso ir o no ir por determinado camino, respetó la libertad de sus hijos.

¿Qué edad tenía cuando dieron el golpe de Estado contra su papá en 1963?

Yo estaba en Honduras, tenía unos 15 años, fui despertado por mi madre en la madrugada, me dijo que había un golpe de Estado, que mi padre estaba en la oficina. Bajé inmediatamente, vi que ya había una afluencia de liberales en Casa Presidencial, incluyendo al doctor Rodas Alvarado, que era el candidato electo del partido, faltaban 15 días para las elecciones y dos meses para la toma de posesión.

Las alternativas que le dieron a Villeda Morales fueron tres: se queda en Casa Presidencial y la bombardean, la Casa Presidencial estaba militarizada, desde el hotel Lincol, en el Banco Central de Honduras, estaba rodeada y había tanquetas en Casa Presidencial. La segunda opción era que se asilara en una embajada, y la tercera que se fuera al exilio, y Villeda Morales se fue al exilio y lo acompañó Rodas Alvarado.

Después nos dimos cuenta de que habían asesinado a más de 200 policías en sus camas mientras dormían por el Ejército.

¿Inmediatamente se fue con su padre?

No, nosotros nos quedamos acá... Yo me quedé en Casa Presidencial con mi madre y los hermanos menores y nos quedamos ahí hasta que se terminó de hacer un inventario que todavía se conserva, un inventario hecho a mano por mi madre de todo lo que quedaba en Casa Presidencial, desde los utensilios, muebles, todo lo que había servido para equipar Casa Presidencial.

Cuando eso fue recibido por el oficial que estaba en turno, entonces ya salimos con los efectos personales a nuestra casa, quedaba en el kilómetro 6 de la carretera a El Picacho, después de eso todos saben que Villeda Morales se fue con su familia al exilio.

El 21 de octubre de ese año mi padre hizo entrega del poder en Costa Rica, en la sede de la Embajada de Venezuela.

¿Interrumpió sus estudios al trasladarse a Costa Rica?

No, como fue en octubre faltaba un mes para terminar clases. Nos quedamos aquí y después nos trasladamos a Costa Rica y estudié un año en el colegio de La Salle en Costa Rica y mis hermanos menores también estudiaron en Costa Rica.

¿Cómo fue su vida cuando su padre era Presidente?

A pesar de las responsabilidades administrativas que tenía como Presidente de la República, él respetaba su vida de familia y teníamos horas para vernos todos los días y los domingos era un día de familia, nos reuníamos en la casa de mi abuelo (donde le decía, cerca de El Picacho), que era una casa de campo que tenía unas huertas y cafetales alrededor y ahí íbamos los hermanos, primos, los tíos... eran momentos para conversar, para hacer bromas, para dar una vuelta a caballo por El Hatillo cuando no estaba tan poblado y tener esa intimidad familiar que es necesaria en toda familia.

¿De su padre qué recuerda?

Era una persona con gran optimismo, una persona muy alegre, era cariñoso como esposo y como padre y le daba tiempo a sus hijos, a su esposa, y le gustaba reunirse con sus hermanos y sobrinos, le gustaba leer, escribía mucho y se distraía, comer comidas típicas de Ocotepeque, por ejemplo, el pollo con loroco, era algo que le gustaba muchísimo y se reunía con sus amigos de Ocotepeque.

¿Le gusta coleccionar cosas antiguas?

Sí, tengo la banda presidencial de mi padre y otros objetos antiguos, como una barco que perteneció a Antonio Bermúdez Meza, pariente materno, que fue ministro de Relaciones Exteriores en el tiempo del general Tiburcio Carías Andino (1932-1949).

¿Dónde ha ejercido su profesión de abogado?

Desde 1974 me integré a un despacho de abogados, del abogado Lauriano Gutiérrez, que falleció hace relativamente poco, y me dediqué al área del derecho, más que todo en el derecho mercantil, derecho administrativo, civil... esa ha sido mi práctica y todavía lo sigo haciendo.

¿Quién es su esposa y sus hijos?

Mi esposa es Gracia del Carmen Zúniga Soto, sobrina de Zúniga Huete, que fue un líder del Partido Liberal. Nos casamos, tenemos cinco hijos, todos universitarios. La mayor vive en Guatemala, los demás viven en Honduras, menos una que está terminando de estudiar una carrera vinculada al periodismo, comunicación audivisual; está en la Universidad de Navarra y termina ahora a mediados de año.

¿Les interesa la política a sus hijos?

Sí, están siguiendo la política todos los días, me ayudan en información, se preocupan, pero obviamente que tienen que trabajar, están trabajando y nos reunimos por lo menos una vez por semana para intercambiar impresiones. Los que no están en la casa y con los demás diariamente nos vemos y tratamos de tener al mediodía un tiempo de comida en donde nos sentamos todos para conversar.

¿Cómo se puede entender que primero vivió un golpe de Estado y luego, en un cambio de 'chip', formó parte del equipo que en el Diálogo de San José defendió el golpe de Estado de 2009?

En Costa Rica no se defendió si había o no había habido golpe de Estado o había sido una sucesión constitucional. Lo que se hizo allá fue tratar de unir criterios para ver si se resolvía la crisis de una manera distinta que convenía a la unidad del pueblo hondureño. Habíamos estado precedidos de un enfrentamiento, un poder del Estado enfrentado a otro, había amenazas y había que unir las partes. Formé parte de las pláticas mientras duraron las pláticas en Costa Rica y después me retiré.

¿Se enemistó con el expresidente Manuel Zelaya?

No, absolutamente. El expresidente Manuel Zelaya es una persona jovial, amena y no hubo ninguna enemistad con él; al contrario, cuando sustituí a Elvin Santos en las elecciones internas el expresidente Zelaya me llamó para felicitarme y nos reímos, y cuando él regresó a Honduras (luego del golpe de Estado) nos vimos, me acerqué a saludarlo en una reunión que sosteníamos con el presidente Lobo para sostener un diálogo con los políticos y luego nos encontramos en la oficina de un cliente junto con su esposa, su hermano, su madre, su médico.

Los saludé, lo abracé, porque la política no debe distanciarnos.