Un estudio hecho público este jueves en Nueva York señala que Honduras es un país cada vez menos feliz.
El Informe Mundial sobre la Felicidad es el tercer reporte anual que pretende cuantificar y explicar el bienestar en 158 países con el objetivo de influir las políticas gubernamentales en todo el planeta.
En el primer reporte de este informe, en 2012, Honduras ocupó el puesto 63. Pero año con año, el nivel de felicidad de los hondureños baja y para el 2013 pasó al puesto 84.
En esta edición, el puesto número 105 es para Honduras, con lo que cae 21 puestos en un año y acumula 42 posiciones desde que se comenzó a medir el nivel de felicidad en el planeta por las Naciones Unidas.
Las variables clave del estudio son el PIB per cápita, la esperanza de vida sana, el hecho de tener a alguien en quien confiar, la percepción de libertad para tomar decisiones vitales, la falta de corrupción y la generosidad, dice el estudio.
De la región Latinoamericana, solo Haití está después de Honduras en este ranking.
Los más felices
Suiza, Islandia, Dinamarca, Noruega, Canadá, Finlandia, Holanda, Suecia, Nueva Zelanda y Australia dominan el top 10.
En América Latina, Costa Rica lidera la felicidad al ocupar la posición 12; México, la 14 y Brasil, la 16. Los tres están por delante de Reino Unido, Francia o Alemania, que ocupan los escaños 21, 26 y 29, respectivamente. Estados Unidos está en el puesto 15.
Venezuela, pese a los problemas de inseguridad y escasez que padece, es el 23° país más feliz del mundo y el 4° de la región, mucho más arriba que Argentina y Uruguay, que figuran en los lugares 30 y 32.
Países infelices
Afganistán y Siria, actualmente en guerra, se unieron a los ocho países subsaharianos de África -Togo, Burundi, Benín, Ruanda, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea y Chad- en el grupo de los 10 países menos felices del mundo.
Pese al conflicto que vive Irak, esta nación aparece en el puesto 112, por delante de Sudáfrica, India, Kenia y Bulgaria.
'Este informe muestra cómo puede alcanzarse el bienestar social', dijo Jeffrey Sachs, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia de Nueva York.
'No es sólo una cuestión económica, sino también de justicia, honestidad, confianza y buena salud', añadió.
