Honduras

Inoperables las costosas patrulleras interoceánicas en Honduras

En el contrato de alquiler por 13 años, con opción a compra, las Fuerzas Armadas de Honduras se comprometieron a mantener las embarcaciones, su maquinaria y pertenencias en condiciones operativas

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12.04.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Desde hace varios meses, los nombres de Francisco Morazán y de Lempira, colocados en las patrulleras interoceánicas que Honduras alquila por 61.4 millones de dólares a Holanda, se balancean al ritmo de las olas en el atracadero de la Base Naval de Puerto Cortés.

Las dos naves militares, con nombres de héroes nacionales, ahora están inoperables, después de siete años de haber ingresado al país. “Una fue encallada y le dañaron el sistema de propulsión, eje, la propela fue doblada y enviaron a la otra al rescate y le dañaron la transmisión”, relató una fuente militar.

Igualmente, las seis lanchas interceptoras que venían con los dos guardacostas también están en mal estado porque se abusó de ellas.

Cuando los dos guardacostas vinieron al país en agosto de 2013 y enero de 2014 hubo un tremendo alboroto gubernamental, así como al más alto nivel de las Fuerzas Armadas; se cortaron cintas azules y blancas, hubo estruendosos aplausos, se agitaron botellas de champaña y el espumoso líquido saltó por el aire.

En sus discursos, las autoridades gubernamentales y militares aseguraron que desde ese momento las fronteras marítimas en el Atlántico serían impenetrables por el narcotráfico, el crimen organizado, los piratas y los saqueadores de los recursos marinos; el costo era lo de menos.

Sin embargo, el anunciado blindaje duró poco. Meses después las patrulleras, que llevan el nombre de dos grandes de la historia hondureña comenzaron a presentar problemas mecánicos y electrónicos, a tal extremo que hace varios meses tuvieron que ser ancladas en el muelle de la Naval, donde el tiempo cada día las condena a no volver al campo de batalla, a ese mar interior donde podrían llenarse de un poco de gloria para justificar el alto precio que el pueblo hondureño paga por su arrendamiento.

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pesar de que los guardacostas solo tienen siete años de haber llegado al país, han tenido una serie de desperfectos mecánicos y electrónicos. Foto: EL HERALDO.

Deterioro

Fuentes militares, consultadas por EL HERALDO, quienes pidieron no mencionar sus nombres por el temor a la represión del alto mando, relataron que los equipos humanos asignados en las corbetas han tenido que sobrellevar una serie de problemas cuando han entrado en operaciones en mar abierto.

Confirmaron que en una de las patrulleras, el dispositivo mecánico para bajar las lanchas interceptoras no funcionaba y en la otra sí era operable, pero la lancha estaba mala.

Por otro lado, el sistema de vigilancia que sirve para rastrear a individuos a cierta distancia también tenía problemas. En una de las fragatas el equipo telescópico infrarrojo, o térmico, que es para detectar calor tampoco funcionaba.

“Por ejemplo, la nave madre se acerca a la playa y desde cierta distancia uno puede ver en la pantalla si hay presencia de personas, en un caso que la visión sea mala y el visor nocturno no funcione. Pero no funcionaba el infrarrojo”, detalló una de las fuentes.

Asimismo, a una de las patrulleras también se le dañó el radar, entonces lo inhabilitaron y le adaptaron otro convencional.

“El oficial encargado de la parte electrónica vino, le quitó el radar que no servía y le puso uno de los aparatos comunes. Ahora la nave tiene su radar funcionando, pero no es el radar original”.

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Al momento de operar en alta mar, el radar es importante para tener una visión de corto y largo alcance. “Cuando uno está navegando necesita hacer un doble 50 para ver lo que hay alrededor, y con uno de estos radares usted cumple esta función. No importa si es el original o no, lo importante es que funcione y le dé una posición”.

Cuando en la computadora del tablero se detecta algo anormal se dice: en tal posición hay una nave de unos 25 pies de eslora (largo del barco) que se mueve a 15 nudos, “usted en el acto dice pum, a esa velocidad un narcotraficante y desplaza inmediatamente una lancha interceptora”, relató.

Otro problema denunciado, es la falta de combustible no solo para las patrulleras alquiladas a Holanda, sino también a las otras corbetas de la Naval. Cada barco recibe una cuota de combustible y con ello tienen que realizar cierta cantidad de patrullajes, éstos son un medio disuasivo.

El acto de presencia evita que los delincuentes hagan sus funciones. El patrullaje es importante, lastimosamente a quienes están en la cúpula se les olvidó esta parte, entonces ahora tienen que hacer patrullajes muy puntuales, no pueden estar haciendo acto de presencia, estar haciendo un zigzagueo en una zona específica al recibir información de inteligencia.

En la medida de lo posible hacen sus patrullajes, “esto es penoso. Mire que a veces apagan los motores para ahorrar combustible, y están solamente flotando, esto da vergüenza”.

Sin embargo, la desgracia que viven los navales no se ve ni se siente en el Estado Mayor Conjunto, donde se remodelan las oficinas de la máxima comandancia, colocando hasta vitrales para aparentar lo que no se tiene, dijo la fuente.

Mientras aquí se gasta el dinero y al gerente administrativo de la Secretaría de Defensa se le paga hasta gastos de representación, a las patrulleras se les da el combustible de manera raquítica y lo que saben decir es “esa es tu misión; mirá qué haces y cumplí”.

“Es un desastre, es penoso, no culpo a los comandantes de la Naval, a los mecánicos, si no a los que toman decisiones arriba”, dijo uno de los oficiales consultados.

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Foto: El Heraldo

Cuando los yates militares arribaron al país, el alto mando militar y los navales rebozaban de satisfacción, como niños con juguete nuevo y caro.

Contrato

El contrato de alquiler con opción a compra de las dos patrulleras interoceánicas Damestan Patrol Spa-42-07 con tres lanchas interceptoras cada una, por un período de 13 años, fue publicado en La Gaceta el 15 de noviembre de 2012, bajo el decreto legislativo 173-2012. Luego la patrullera Lempira ingresó al país en agosto de 2013 y la Francisco Morazán en enero de 2014.

La cláusula número cuatro del contrato establece que por 13 años de arrendamiento las Fuerzas Armadas pagarán un valor de 49,827,200, más un valor por intereses de financiamiento de 3.97% anual, haciendo un total de pago de 61,436,555 dólares. Se estableció la cancelación el dinero en 24 cuotas, las primeras siete de 3,651,061 dólares y las otras 17 de 2,110,537 dólares cada una.

En casos de daños graves o la pérdida de una o más embarcaciones, o destrucción total o parcial de las lanchas objetos del presente contrato las Fuerzas Armadas se comprometió “incondicionalmente a pagar la totalidad del valor del presente contrato”, dice la cláusula séptima.

Además, en caso de incumplimiento de las amortizaciones se obligó a pagar un 0.5 por ciento de intereses moratorios; por otro lado, asumió el compromiso de “mantener las embarcaciones, su maquinaria, pertenencias y estructura en buen estado, en condiciones operativas eficientes y de acuerdo a una buena práctica de mantenimiento”.

Hasta el momento, el Estado hondureño ya pagó las primeras siete cuotas correspondientes. Esto suma la cantidad de 25,557,427 dólares, que al cambio actual (24.1878) hacen una suma de 618,177,932 lempiras. En caso de retraso de las amortizaciones las Fuerzas Armadas tendrá que pagar intereses y por incumplimiento podría enfrentar hasta una demanda.

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