Honduras

Don Obdulio aviva la tradición del molino

En La Cañada se localiza el antiguo molino del octogenario que desde hace tres décadas es el anfitrión para recibir a la clientela que acude a moler maíz y arroz. Con este molino su familia le prepara tortillitas blancas y calentitas

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11.10.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-En la ciudad aún hay quienes confían en que el sabor auténtico del maíz molido nunca será superado por un sabor artificial.

Uno de los hombres que mantiene viva esta tradición es un hijo de las tierras de San Marcos de Colón que desde los 20 años hizo de la capital su hogar. Se trata de Obdulio Castellanos, quien ahora tiene 86 años y sigue manteniendo viva la tradición del molino.

En la colonia La Cañada no hay mejor referencia para una ubicación que el famoso Molino de Don Obdulio, pues desde hace más de 30 años que decenas de mujeres acuden al negocio familiar para moler varios tipos de granos como el arroz, -para elaborar la horchata-, el maíz -para las tortillas y también para los tamalitos de elote y hasta frijoles para los tamalitos pisques.

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El molino del octogenario es sencillo, en la habitación hay una mesa, un tanque de agua y la antigua máquina.

El lugar es visitado desde las 3:00 de la mañana por varias jefas de hogar que desde temprano buscan preparar las calentitas tortillas y agenciarse algunos ingresos.

“Ahora ha bajado la cantidad de personas que buscan el molino, pero nunca el sabor de las tortillas queda igual al usar un grano molido”, manifestó el experto de la molienda.

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“No lo vendo”

Obdulio asegura que desde que adquirió su molino ha sido su fuente de sustento para su familia. Este antiguo molino lo compró al azar, por recomendaciones de un amigo que le dijo que invirtiera en una máquina para trabajar.

“ Yo no lo vendo por ningún pisto, muchas personas me han dicho que se los venda, pero no, este es mi palito de comida para mis 12 hijos”, aseguró. Es tanto el apego y cariño a esta máquina que no le guarda rencor, pues un día hace unos seis años mientras le brindaba mantenimiento al equipo, el dedo índice de la mano derecha fue capturado y lo terminó por perder.

Desde el accidente, prefirió solo administrar el negocio, y ahora su esposa ha quedado ayudándole junto a sus nueras e hijos. A ellos les enseño cada parte del molino: la copa, la base, los platos, el motor... con el fin de que siempre los mantengan limpios y en caso de no poder encontrar un trabajo, tengan un medio de subsistencia.

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La clientela

Doña Josefa García es hace más de 60 años la compañera de vida del anciano molinero y admira de su esposo la fuerza de seguir trabajando.

“Nosotros oramos por las clientas porque sabemos que cada grano que muelen lo hacen para el sustento de sus familias”, manifestó García. También afirmó que ella orienta a las personas que acuden al molino, pues hay quienes nunca han estado frente a un aparato de este tipo, por lo que les enseña el arte de moler, pues dependiendo del grano se da rienda al favor del molino.

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