Honduras

Relojeros, custodios al compás del tiempo

Ubicados en zonas comerciales de la ciudad, en sus pequeños quioscos, son los encargados de hacer marchar el tiempo en los aparatos que cargan los miles de apurados capitalinos en sus muñecas

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29.02.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Su trabajo es cuestión de tiempo. Son los encargados de reanimar a los contadores que marcan el tictac de la vida.

Se trata de los relojeros, quienes han sido por siglos los aliados de Cronos, el padre Tiempo y cuya misión es la de “curar” con precisión y paciencia a los instrumentos que miden con exactitud el tiempo: los relojes.

Para estos cirujanos de los segundos, el paso de los años y la modernidad no han impedido que su antiguo oficio muera, ni siquiera los celulares han logrado opacar el relajante y sonoro tictac de un reloj tradicional.

Los relojeros hacen posible que haya una respuesta a la pregunta constante de aquellas personas que tienen un compromiso: ¿qué hora es?

El trabajo más simple, como cambiar un brazalete o poner una batería tarda unos cinco minutos, pero los más complejos son tres días.

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Minuciosa labor

Sus instrumentos de trabajo son sus fieles compañeros, por ejemplo, las pinzas, los lentes de aumento y desatornilladores de diferentes tamaños hacen posible revivir a esos artefactos que tras una cubierta de vidrio indican la hora a las personas puntuales y apuran a las personas olvidadizas.

Todo tipo de aparatos han pasado por sus manos, los de muñeca, de bolsillos y hasta de cuerda.

La mayoría de las pocas personas que se dedican a este antiguo oficio todavía se observan en sus talleres ambulantes fuera de mercados capitalinos y por años han servido a sus clientes en su negocio, muchas veces heredado de generación en generación.

EL HERALDO muestra la historia de cuatro maestros del tiempo que en las calles de Tegucigalpa y Comayagüela luchan por mantener vivo este oficio, pues dice un adagio popular que el tiempo todo lo cura, pero también hay quienes sanan a los que marcan
el tiempo.

Doctores del tiempo

Por sus manos han pasado relojes finos, de reconocidas marcas y hasta humildes, pero apreciados marcadores del tiempo, a ninguno discriminan, a todos los reviven.

Don José Augusto Canales tiene 31 años de dedicarse a la relojería, de los 57 años que
ha vivido.

Gracias a su oficio su familia ha salido adelante y ha logrado que sus cinco hijos estudien y sean profesionales.

Y es que dicen que no a cualquiera persona se le confía el reloj, pero a don José sus clientes le guardan total respeto y seguridad, pues asegura que nunca ha fallado en la reparación de relojes que le confían.

Su Relojería Axel se ubica entre la cuarta y tercera avenida de Comayagüela, en la tercera calle de la laboriosa ciudad.

“Yo aprendí este oficio solo, el trabajo más sencillo es el cambio de batería. Yo he reparado relojes de hasta 45 mil lempiras. Nosotros hacemos limpiezas y cambio de repuestos, yo trabajo con todas las líneas de relojes no solo se trata de marca, también se trata de la estructura”, expresó el experto que hace trabajar a las más de 60 piezas que componen un reloj.

También en su oficio le ha tocado observar rostros de decepción, pues ha tenido que decirles a algunos clientes que sus relojes no son originales como ellos pensaban.

“Yo les he tenido que decir que no son originales, pero hay gente que está tan metida en su rollo que siguen creyendo que son originales. Los compradores de relojes deben conocer sobre ellos”, recomendó el doctor del tiempo mientras repara con su lente un reloj.

Entre los laberintos de calles, sus característicos quioscos no hacen que se pierdan en esta ciudad. En el barrio Concepción, en la cuarta avenida de Comayagüela, entre cuarta y quinta calle, se ubica el taller de don Carlos Martínez, de 66 años.

Fue hasta 1997 que el otoñal hombre se sentó a escudriñar las piezas de los relojes y con ello ha logrado que sus nueve vástagos estudien.

“Yo pido tres días para ver los relojes, porque me gusta entregarlos bien y que no haya reclamos. Antes de los celulares era mejor, pero siempre hay amantes de los relojes”, comentó don Carlos.

Para conseguir las piezas de algunos relojes acude a otros relojeros, para encontrar las diminutas piezas, cuando se trata de aparatos muy finos y antiguos.

“Este oficio es noble y limpio, yo tengo clientela, en este negocio uno solo se recomienda”, afirmó el popular relojero de Comayagüela.

Entre una pared y sus pequeñas oficinas al aire libre, estos hombres por décadas se han encargado de hacer mover las agujas y hacer que las pantallas de los relojes digitales sigan
su conteo.

Se estima que más de un centenar de personas mantiene vivo este oficio en la capital.

Muchas son las herramientas que se usan para retirar cada una de las piezas de los relojes.

Muchas son las herramientas que se usan para retirar cada una de las piezas de los relojes. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.