Honduras

Niños viven atrapados por el trabajo infantil en Honduras

En las áreas rurales hay más incidencia de este fenómeno en el que están involucrados más de 400 mil niños. EL HERALDO constató las condiciones en las que trabajan infantes en una aldea de Marcala, La Paz

FOTOGALERÍA
10.06.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Las cicatrices de sus arduas jornadas bajo un sofocante sol o en medio de la lluvia quedan visibles en sus manos y en otras partes de sus cuerpos.

Algunos buscan mil formas de ocultarlas, pero otros simplemente se resignan a vivir con ellas.

En sus mentes no hay cabida para pensar en el sano esparcimiento ni dentro ni mucho menos fuera de sus humildes moradas. Ellos lo que buscan es la manera de ganarse unos cuantos lempiras sin tan siquiera acordarse de su formación educativa.

Esa es la realidad que afrontan a diario miles de niños en todo el país y que viven atrapados en el trabajo infantil, un fenómeno social que se mantiene constante y con mayor incidencia en las áreas rurales.

De acuerdo con la legislación nacional, esta problemática abarca toda actividad en la que participan menores de 14 años en la producción, comercialización de bienes hasta prestación de servicios que les impida el acceso, rendimiento y permanencia en la educación o que se realice en ambientes peligrosos, produzca efectos negativos inmediatos como también futuros en el desarrollo intelectual, físico, psicológico, moral e incluso social en la niñez.

Códigos

El trabajo infantil es
regulado en el país
por la Constitución de
la República, el
Código de la Niñez y
la Adolescencia, el Código
de Trabajo, Código de
la Familia, Código Penal,
por el reglamento sobre
trabajo infantil, entre
otras legislaciones.

En diversos sectores formales e informales de la economía hondureña hay trabajo infantil así como dentro del contexto familiar por la prevalencia de patrones culturales que están arraigados y se imponen para que muchos niños y niñas laboren desde muy tempranas edades.

Durante 2018 se contabilizaron más de 400 mil menores de 18 años que realizan trabajo infantil en la República, según resultados de la Encuesta Permanente de Hogares de Propósitos Múltiples del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Aunque las cifras han venido en ascenso desde el 2012 en cuanto a esta problemática, alcanzando un pico que superaba los 417 mil niños de cinco a 17 años en 2015, en los siguientes dos años cayeron los registros, influyendo en parte la migración de familias enteras hacia Estados Unidos.

Las actividades ligadas a la agricultura suelen ser donde más se emplean a menores de edad, siendo el melón o el café los productos que tienen una mejor atracción de la mano de obra infantil en el territorio nacional.

No todos los niños aprovechan su tiempo para divertirse o ir a la escuela. Foto: Marvin Salgado / EL HERALDO.

No todos los niños aprovechan su tiempo para divertirse o ir a la escuela.

Consecuencias
Las consecuencias que produce el trabajo infantil sobre los pequeños son negativas, unas se manifiestan de forma inmediata y otras después de cierto tiempo como parte de las secuelas.

El bajo rendimiento académico o deserción escolar es uno de los efectos más frecuentes en los niños que se dedican a trabajar desde corta edad.

Las inclemencias del tiempo también provocan riesgos de contraer enfermedades infecciosas o de otra índole, accidentes laborales que pueden comprometer la integridad física de los menores, además de casos de abusos sexuales, particularmente en las niñas que terminan en embarazos no previstos.

Una gran parte del trabajo infantil es invisible (es decir que no se puede cuantificar) al desarrollarse en el seno de los hogares y es negado por adultos que someten a actividades domésticas a niñas, quienes aún no cumplen los 18 años, a cambio de una mala paga por extenuantes faenas y sin el goce de derechos que le confiere la ley.

Un menor que deja sus estudios para trabajar con el paso de los años gana tres veces menos que un profesional, lo que se traduce como un rezago para la sociedad.

Relatos
Con la compañía de un pequeño radio con el que escucha música que programan las emisoras de su comunidad, un adolescente de 17 años -cuyo nombre se omite por motivos legales- de la aldea El Mezcalito, Marcala, La Paz, es un ejemplo de la preferencia de trabajar para su subsistencia en lugar de seguir con sus estudios.

Al estrechar su mano, se siente cierta aspereza y ampollas que han quedado en sus dedos como producto del uso frecuente de herramientas para actividades agrícolas tales como el machete y que emplea para limpiar terrenos en los que se cosecha café o maíz.

Edad mínima

Aunque la Constitución
de la República estipula
los 16 años como la
edad mínima para la
admisión al empleo,
existe una contradicción
con lo dispuesto en el
resto de la normativa
nacional que estipulan
los 14 años, es decir
dos años menos.

“Me toca trabajar de 6:00 AM a 1:00 PM, me pagan 120 lempiras el día, creo que es poco, pero me sirve para ayudarle a mi familia”, manifestó a EL HERALDO el muchacho.

Detalló que media hora antes de empezar su faena se levanta con el canto de los gallos, toma café para luego prepararse y salir en búsqueda del sustento diario. “Hay días que son más complicados que otros, el tiempo se pone un poco feo y no se puede trabajar mucho en el día”, reconoció el joven que viene prestando su fuerza laboral en su pueblo desde que tenía los 12 años.

Aseguró que a pesar de haber tenido varios patrones se le ha cumplido con su remuneración, ya sea por día o a la semana.

El equipo periodístico de EL HERALDO hizo un recorrido junto a personal de World Vision Honduras (Visión Mundial) en este lugar para constatar la situación del trabajo infantil y las acciones que se han llevado a cabo para contrarrestrarlo en los últimos años.

Al estar en una zona productora de café por excelencia, la mayoría de menores prueban suerte en laborar en la corta de granos del aromático en las distintas fincas, sobre todo en la época de cosecha.

De 30 a 45 lempiras por galón de grano de café recolectado es el pago que reciben los pequeños por esta actividad, dependiendo si se les brinda alimentación al igual que albergue. Algunos niños consultados indicaron que alternan entre estudiar y trabajar, mientras que otros simplemente se inclinan por las actividades que les podrían generar ingresos.

Para evitar ser vistos o entrevistados, varios menores prefirieron dejar de hacer sus actividades y ocultarse entre la vasta naturaleza del entorno.

En las casas de esta aldea es frecuente ver a niños haciendo actividades de adulto, donde sus padres justifican que no se trata de ningún trabajo que se les ha impuesto como deber en sus hogares.

Tal fue el caso de tres pequeños que, sin quejarse, uno de ellos con piocha en mano y el otro cargando una carreta, removían la tierra para llevarla de un lugar a otro.

Durante una parte del trayecto, dos niñas -una de ellas portando el uniforme de la escuela- pidieron “jalón” para llegar a sus casas antes que empezara a llover.

Normas

Honduras es signataria de
las normas internacionales
que abordan de manera
general o particular la
problemática de trabajo
infantil, entre ellas la
Convención sobre los
Derechos del Niño y
la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.

Un azadón llevaba como única pertenencia la otra infante que, contrario a su amiga que fue a clases, ella admitió que venía de labrar la tierra.

“En esta comunidad y las demás de Marcala sus centros educativos llegan hasta sexto grado y como los colegios quedan en lugares retirados, eso es un costo más elevado para las familias, que optan por no mandar a sus hijos a estos establecimientos y los ponen a trabajar”, explicó a EL HERALDO el facilitador de World Vision, Ridi Argueta.

Agregó que “hay casos en los que los empleadores son tíos o tienen otro parentesco, los miran como parte de la familia y la paga es menor o les ofrecen a los niños algún incentivo”. Cuando el salario de un jefe de hogar no rinde, sus hijos mayores se ven obligados a buscar trabajo para ayudar con la manutención familiar, destacó el delegado de la organización internacional que promueve el desarrollo. Para vigilar que menores acudan a recibir el pan del saber, en este poblado y el resto de las aldeas de Marcala se han creado los Comités Locales contra el Trabajo Infantil (CLC).

La minería, fabricación de cohetes, hornos de cal, extracción de curiles y pesca submarina -buceo- son actividades laborales consideradas como las peores formas de trabajo infantil; la pornografía, la trata de personas y a su vez el tráfico de migrantes están tipificados como delitos.

Estas modalidades de trabajo en la que participan menores de edad no solamente son aquellas que implican actividades cualitativamente más perjudiciales y difíciles, sino en las que se encomienda a los niños más vulnerables de una sociedad.

Tegucigalpa, Comayagüela, San Pedro Sula, La Ceiba y Choluteca son las ciudades más pobladas en las que se reportan la mayor cantidad de menores involucrados en trabajo infantil, conforme a estudios de World Vision. Las zonas central y occidental también son de las afectadas.

En el territorio nacional hay registros de niños que han comenzado a trabajar desde los cinco años, sin cuantificar otro fenómeno de los menores “nini”, es decir que ni estudian ni trabajan.

El trabajo infantil es el causante de la deserción escolar. Foto: Marvin Salgado / EL HERALDO.

El trabajo infantil es el causante de la deserción escolar.