Honduras

La fotografía tradicional se mantiene viva en la zona sur de Honduras

El cholutecano Julio Zepeda se resiste a abandonar el revelado en cuarto oscuro y es el único fotógrafo con un fotoestudio tradicional en la ciudad

FOTOGALERÍA
13.10.2018

CHOLUTECA, HONDURAS. -Los recuerdos invaden a Julio César Zepeda Peralta (52) al consultarle sobre a qué edad comenzó con su pasión por la fotografía.

Un suspiro es lo único que le ayuda a contener las lágrimas, al rememorar aquellos momentos.

“Comencé a los 10 años, mi hermano me regaló una cámara marca Instamax de 126 milímetros, y desde ese momento me dediqué a tomarle fotografías a todo lo que se moviera, en especial a animales y paisajes, pero particularmente al rostro humano”, recuerda Zepeda.

Entre risas cuenta cómo su hermano le ayudaba a ahorrar para comprarse los rollos de películas para la cámara, al tiempo que le prometía que algún día revelaría aquellas instantáneas en blanco y negro, ya que plasmar las gráficas en el papel era sumamente costoso por la falta de foto estudios en el sector sur del país.

Al cumplir los 12 años, los padres de Zepeda le permitían salir al Parque Central a realizar sus acostumbradas sesiones fotográficas de animales hasta que algo captó su atención.

“Me asombró ver cómo un fotógrafo metía la mitad de su cuerpo dentro de una gran caja, se les llamaba fotomangas, tomaba una foto y de inmediato se la entregaba a las personas, eso me causó tanta sorpresa que no pude sacarlo de mi cabeza, al punto que decidí preguntarle al fotógrafo y él me llevó a su foto estudio”, relata el entrevistado.

Para ese momento, en la región sur apenas existían tres fotoestudios completos, es decir, que tenían el equipo y personal necesario para tomar y revelar fotos sin necesidad de enviarlas hasta Panamá, donde imprimían.

A los 13 años, Zepeda visita por primera vez un fotoestudio, ingresa al laboratorio y observa cómo revelan un rollo de fotografía.

“Me quedé congelado al entrar al cuarto oscuro, nunca había visto algo igual y cuando vi cómo el rostro de las personas se plasmaba en el papel supe que la fotografía sería mi pasión para siempre”, comenta.

Teniendo 14 años comenzó a trabajar como conserje en un fotoestudio.

El primer gran trabajo fotográfico de Zepeda ocurrió el 22 de noviembre de 1976 cuando logró fotografiar, con una cámara semiprofesional, al presidente Juan Alberto Melgar y su esposa Nora de Melgar durante una visita de la pareja a Choluteca.

Con apenas 15 años, en 1981 Zepeda obtiene su primer contrato como fotógrafo titular de un estudio, el cual comenzaba a incursionar en el revelado de fotos a color y con maquinaria industrializada, lo que le permitió irse a México durante siete meses a sacar un técnico en fotoquímica en el Instituto Latinoamericano de Fotografía (Sispa), convirtiéndose, en su momento, en uno de los tres hondureños en poseer ese título.

“Antes de la llegada de la fotografía a color a la comunidad, yo me había interesado por leer sobre ella, así que compraba revistas y textos sobre eso y muchas veces venían en inglés, lo que me facilitó mucho que cuando la nueva maquinaria llegó me permitieran a mí poder formarme en esa área, ya que los manuales estaban en inglés y a mí se me facilitaba traducirlos”, comentó el entrevistado.

El jefe de Zepeda decidió trasladar sus sedes a Tegucigalpa y San Pedro Sula, obligándolo a dejar Choluteca para tener un futuro en lo que le apasiona: la fotografía.

Con la formación especializada que había adquirido, Zepeda pasó de tener un salario de 90 lempiras a 350 lempiras al mes, que en aquel momento y a su corta edad era una fortuna.

El contar con un empleo fijo le permitió poder comprar una cámara profesional y se decidió por una Nikon de 135 milímetros, la cual le costó 600 dólares, unos 1,200 lempiras, en aquel momento.

Oportunidades
La pasión de Zepeda por la fotografía lo ayudó a pagarse sus estudios de media e ingresar a la universidad para estudiar arquitectura, otra de sus grandes pasiones, la cual estaba directamente ligada a las gráficas.

“Mis 45 clases de arquitectura me permitieron aprender a dibujar sobre los negativos, a cambiar los errores que tenía la foto antes de revelarla, lo que ahora podemos hacer con el Photoshop”, relata el entrevistado.

Al retirarse de la universidad, Zepeda Peralta decide que vivirá de la fotografía y le aportará el valor agregado del revelado en blanco y negro, siendo ahora el único fotoestudio de la región sur en ofrecer el servicio de manera profesional y con calidad garantizada.

“Somos el fotoestudio que muchos centros educativos eligen para que saquemos las gráficas del título de sus alumnos así como también de las universidades de la zona, ya que contamos con el equipo y personal calificado para realizarlo, ahorrando el costo de los estudiantes de tener que viajar hasta Tegucigalpa para sus fotos de graduación”, asegura el entrevistado.

Legado
Pese a la pasión que Julio César Zepeda tiene por la fotografía, ninguno de sus seis hijos ha optado por seguir sus pasos.

“A algunos les gusta y tienen talento, pero ellos lo hacen como un pasatiempo, no como una madera de ganarse la vida y vivir de ello como lo hago yo”, reconoce el entrevistado.

Si bien sus hijos no tiene su misma afición por la fotografía, quien sí lo acompaña y se ha convertido en su brazo derecho es su esposa, que junto a él mantiene a flote el negocio.

“Ella se encarga de todo, sabe dónde se guarda el equipo, cuándo tenemos que comprar más material porque ya se está acabando, qué tipo de luces tenemos que utilizar para cada trabajo, llevar el control de todos los centros educativos, es todo un trabajo que yo no podría hacer solo y para el que cuento con ella”, señaló.

Zepeda tiene la visión de poder compartir sus conocimientos en el área de la fotografía de laboratorio con jóvenes y adultos, ya que es del criterio que este tipo de procesos no deben quedarse en la historia sino que los jóvenes tienen que conocerlo.