Honduras

¿Cuál amor al país?, es pura codicia

11.12.2017

Muchos políticos juran “amar el país”, pero a su manera. Quedó claro en las pasadas elecciones. Todos, sin excepción, gritan según sus apetitos. El excandidato Luis Zelaya –previo a las votaciones- fue delatado por líderes de la Alianza de ser “aliado cachureco”. Empero, al declarar “Presidente” a Salvador Nasralla sus detractores lo idean “respetable”.

La oposición señaló a líderes liberales de ser uña y mugre en dos regencias cachurecas al hilo, de pactos políticos, de repartirse el pastel con el cucharón y de taparse las picardías públicas.

Pasados los comicios del 26 de noviembre los antagonistas cambiaron de opinión al oír repetidamente a Luis Zelaya jurando ganador a Nasralla.

Desde el derribo del exmandatario Manuel “Mel” Zelaya Rosales los cheles se hicieron añicos. “Mel”, al verse derrocado, se desligó de este partido y fundó Libre -curiosamente con la venia de su íntimo Porfirio Lobo Sosa-. Acuerdo y perdón en medio de mil delitos. Besos y despedidas públicas en el Toncontín. Sus trueques en empalizadas. ¡Correcto!

El Partido rojo, blanco, rojo no logra salir de su coma electoral ni de la herida sufrida por macheteros. Luis Zelaya no llegó ni al medio millón de votos. Se sintió ganador un día antes de los comicios y, al verse perdido, aseguró que Nasralla era el “nuevo mandatario”, acusando al Tribunal Supremo Electoral (TSE) de montar un fraude descomunal.

Apenas concluyó su inédita felicitación al rival de Juan Orlando Hernández Alvarado, Nasralla y compañía calificaron a Zelaya de “caballero”. Atrás quedó el sinnúmero de cargos y epítetos contra el otrora glorioso Partido Liberal al cual la oposición ha venido señalando de transar con los cachos fiscalías y magistraturas, entre varios placeres.

El despelote electorero sacó de sus sarcófagos a líderes políticos, entre ellas Patricia Rodas Baca, quien estaba desaparecida después del golpe de Estado.

¿Amor al país o ruido de tripas? Los solapados son muchos. Se roban las medicinas, asaltan bancos estatales y luego se sueñan redentores. No se anden con pajas en pleno adelanto. Nadie les cree.