Honduras

La solidaridad cobija a pobladores de La Virtud

Por primera vez un medio de comunicación, con apoyo de varias empresas, personas particulares y gobierno central y municipal, extiende su mano solidaria a los hondureños que viven en la frontera entre Honduras y El Salvador

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14.11.2017

Tegucigalpa, Honduras
Se pusieron la mejor ropa que tenían: camisetas descoloridas y camisas desgastadas por el constante uso.

Se calzaron con chancletas, botas de hule y los que no tenían zapatos emprendieron descalzos el camino. Subieron y bajaron por entre montañas hacia el centro de La Virtud, en el departamento de Lempira.

Entre el grupo viajaron los niños y adultos olvidados de la frontera entre Honduras y El Salvador que madrugaron, porque ya habían escuchado que en Tegucigalpa, empresas, buenos samaritanos y varios organizaciones les enviaban sus muestras de solidaridad.

Muchos de los aldeanos habían sido contactados de manera previa para que organizaran a los pobladores por comunidades. Y es que antes de llevarles las ayudas un equipo de EL HERALDO les había visitado en el marco del 25 aniversario de la sentencia de La Haya del 11 de septiembre de 1992.

EL HERALDO llegó a los exbolsones y retrató cómo viven estos hondureños: sumidos en la pobreza, el olvido y descuido de las autoridades desde que se dio la sentencia.

Aquí hay cientos de hogares donde los niños no tienen qué comer, carecen de zapatos, ropa y la educación se imparte gracias a sacrificio de los maestros.

Respuesta inmediata
Esta triste situación conmovió a empresas como Walmart de México y Centroamérica, a Lacthosa Sula y Ditex, a la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social (Sedis), al ministro de la Presidencia, Ricardo Cardona, a la alcaldía del Distrito Central y a un buen samaritano de San Pedro Sula.

Con el apoyo de estas entidades y personas solidarias se logró contar con 1,150 raciones de alimentos, ropa interior, leche y pupitres para una escuela.

De forma posterior se conformó un equipo de EL HERALDO para que se encargara de apoyar la entrega de las donaciones.

A las 3:00 de la madrugada del sábado 4 de noviembre los voluntarios de EL HERALDO, entre motoristas, fotógrafos, periodistas y el director ejecutivo cargaron varios vehículos para encaminarse a un viaje de más de 10 horas.

Es así como entre la oscuridad y el tenue rocío de la madrugada salió un pick-up cargado con las raciones de comida que enviaba Walmart y las cajas de leche que donó Lacthosa Sula, y la ropa de Ditex. En un camión iban los pupitres para la Escuela Profesor Aquilino Abrego Sosa, así como la ropa y frazadas.

Llegar hasta La Virtud no resultó fácil, fueron 510 kilómetros recorridos, pasando por los departamentos de Comayagua, Intibucá, Copán y Ocotepeque, hasta llegar a Lempira.

La espera fue larga para los aldeanos, no obstante, al ver la presencia de EL HERALDO los ojos se les iluminaron y una enorme sonrisa se les dibujó en el rostro de rasgos lencas, y sin esperar la entrega comenzó.

Los mayores se formaron en filas, sin soltar en ningún momento a sus hijos, algunos niños que andaban sus ropas rasgadas y otros sin zapatos empacaban lo que recibían, para luego emprender el viaje de regreso.

Los más pequeños recibieron cajitas de leche y los mayores llevaban las raciones de alimentos y la ropa, “lo recibimos con todo corazón, gracias por acordarse de nosotros”, dijo una anciana extendiendo su brazo, hacia la espalda de unos de los voluntarios de EL HERALDO.

Esperanza
“Yo tenía fe en que iba a regresar, gracias por su apoyo”, dijo Aidé Menjívar, quien habita en la aldea Gualcimaca, a pocos metros de la línea divisoria con El Salvador.

La señora entrevistada meses atrás por EL HERALDO narró la triste realidad en qué viven debido a que no hay trabajo y contar con alimento diario en la mesa es una lucha que por días se vuelve imposible.

Mientras las gotas de sudor rodaban por su mejilla ante el inclemente sol y sin soltar a la pequeña Yesica, comentó: “estamos contentos por esta ayuda que nos han traído, gracias a todos y no se olviden de nosotros, porque somos pobres”.

Los alimentos que llegaron desde la capital fueron una bendición para los habitantes de la zona, “denme una bolsa con leche y Corn Flakes por favor, que mis hijos no lo han probado”, exclamó entre la multitud una madre.

La señora llevaba en sus brazos a una criatura cubierta con un pañal y de su falda se sujetaba con fuerza otro pequeñito que al recibir los alimentos regresó como recompensa una sonrisa, dando las gracias. Al caer la tarde en en medio del pintoresco pueblo, los hondureños, muchos con doble nacionalidad por vivir en la frontera, se fueron perdiendo en las serranías de ese recóndito territorio en el departamento de Lempira, cuna de nuestra identidad nacional.

Al final de la tarde, más de 1,000 familias de este exbolsón sintieron que son parte de esta tierra y a pesar que por muchos años han estado en el abandono, la esperanza de un mejor futuro no la pierden.

Después de entregados los alimentos, el director de la Escuela Profesor Aquilino Abrego Sosa, Jacobo René López, recibió los pupitres para su centro educativo.

La escuela se ubica en la aldea Gualcimaca y por en medio del aula pasa la línea fronteriza, de tal manera, que el pizarrón está al lado salvadoreño y donde se ubican los niños es territorio de Honduras.

Arnulfo Rodríguez, alcalde de La Virtud, aseguró que “la población está muy agradecida con EL HERALDO porque fue el que vino por primera vez a conocer las necesidades y cómo se encontraba nuestra gente viviendo en la frontera”.

“Nosotros como gobierno local estamos muy agradecidos por esta demostración de soberanía nacional que ha hecho EL HERALDO, las empresas que donaron los alimentos y el presidente de la República Juan Orlando Hernández, pues a través de Sedis llegó el alimento”, declaró el munícipe.