Honduras

Comienzan a demoler el horror para construir esperanza y bienestar

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15.10.2017

Tegucigalpa, Honduras
El centro penal de San Pedro Sula pasó a la historia.

En el lugar que por seis décadas albergó a centenares de privados de libertad y que en los últimos años se convirtió en una universidad del crimen y del horror se construirá una obra de esperanza, alegría, unidad, tolerancia y bienestar.

El presidente Juan Orlando Hernández acompañado de su esposa Ana García de Hernández, ministros, empresarios y fuerzas vivas de San Pedro Sula, derribaron las paredes del vetusto penal para iniciar una obra que contribuirá a mejorar la paz y la tranquilidad al igual que la economía de los sampedranos.

Con una celebración especial denominada “Sanación y esperanzas”, en la que participaron miembros de las iglesias y de la comunidad en general, y luego la demolición de las paredes del reclusorio el mandatario, se dio por clausuradas de forma definitiva las operaciones del reclusorio donde el viernes se realizó el traslado a otros penales de 941 privados de libertad.

“Dios acompaña a un pueblo que ha sufrido mucho ya. Agradezco a todos los que hicieron posible la Operación Arpía, por la planificación y realización de esta jornada de cierre. A todos los organismos, gracias por llegar a este momento y ser hondureños valientes y comprometidos que aportaron por cerrar este lugar”, destacó el presidente Hernández.

“Nunca en América Latina se habían hecho operaciones como la Operación Arpía y eso dice que tenemos capacidades que antes no teníamos”, aseguró.

Actos dolorosos
“Desde este centro se gestaron actos dolorosos y tristes. He conocido casos duros y testimonios de vecinos que se dieron en este lugar. La lección de vida es que nunca más permitamos que se descuide la seguridad del pueblo hondureño”, enfatizó ante centenares de personas que participaron en el acto.

“Nadie puede alzar la mano a otro para atacarlo y quedar impune. Debemos ser un país ejemplo, respetado, justo y donde impere el honor y eso es lo que empieza a suceder en San Pedro Sula”, recalcó.

El Presidente recordó que “los que antes nos calificaron como la ciudad más violenta del mundo y el país más violento del mundo, nos vienen a decir hoy que, desde México hasta Sudamérica, somos el país que más ha avanzado en temas de seguridad y en recuperar la paz y la tranquilidad de la población”.

Recuperación
“Hoy quiero pedirles que recuperemos a la San Pedro Sula que fue ciudad ejemplo en Centroamérica, claro que podemos hacerlo”, detalló Juan Orlando Hernández.

“Aquí se debe construir algo totalmente diferente a lo que ocurría en el pasado, en el interior de este centro... aquí debe darse un proceso de sanación y se quiere que de aquí se construyan nuevas oportunidades para toda la ciudad”, solicitó.

“Si no desmantelamos centros del crimen como este, el pueblo hondureño seguiría sufriendo crímenes de los más viles y mi prioridad es que mi pueblo pueda vivir en paz y tranquilidad”, dijo.

Dio a conocer que se han girado instrucciones para que madres, hijos, parientes y familiares de los privados de libertad, el Estado pueda proveerles oportunidades para que ellos puedan visitar a los privados de libertad donde se encuentren.

Escenario
Entre el 2004 y 2016, es decir en un período de trece años, el centro penal de SPS fue escenario de más de 60 hechos violentos que dejaron al menos 330 víctimas.

Hay que recordar que el 17 de mayo de 2004 se registró un incendio que dejó como saldo 107 privados de libertad muertos y 25 heridos, lo que fue calificado como una de las mayores tragedias que en su género se haya conocido en establecimiento penitenciaros a nivel latinoamericano.

Datos del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) establecen que en los trece años se registraron 215 muertos y 115 heridos, en los 60 hechos violentos.

Durante este período fueron numerosas las muertes múltiples que se registraron producto del enfrentamiento entre privados de libertad.

Además, se reportaron fugas, motines y en los operativos fue común que las autoridades encontraran armas de todo tipo y de diferentes calibres, al igual que drogas.