Honduras

Un cuarto de siglo en total abandono llevan habitantes de Dolores

11.09.2017

Tegucigalpa, Honduras
En Dolores los días pasan desapercibidos para más de 50 familias que quedaron al lado de Honduras después de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el 11 de septiembre de 1992.

De los 54.80 km² que estaban en disputa, el 69.57% fue otorgado a Honduras, en el municipio de Opatoro, La Paz, el resto quedó colindando con Polorós, La Unión, El Salvador.

Dolores-Mesetas, como se le conoce, está en las entrañas del territorio nacional y llegar no es fácil, allí solo entran carros con doble tracción o motocicletas de montaña, tampoco hay servicio de transporte público y la gente utiliza el caballo para poder movilizarse.

EL HERALDO llegó al corazón de Dolores, donde a pesar de sus necesidades la amabilidad de la gente se manifiesta a flor de piel y otros celosos de su territorio lo defienden a toda costa.

Después que el conductor hiciera una serie de maniobras por una calle destrozada, cruzando con cautela el famoso “mal paso”, un lugar donde si no se tiene precisión el peligro es caer a una hondonada, EL HERALDO arribó a Dolores.

+Exbolsones sueñan con ser un municipio hondureño

Los primero que se logró apreciar fue la Bandera Nacional que flameaba mientras al soplo del viento del tupido bosque de roble y pino anunciaba la llegada de una tormenta.

El Pabellón Nacional se encuentra en la escuela Dionisio de Herrera, donde la única maestra Bertha Miguelina Fúnez les enseñaba a sus alumnos que la extensión territorial de Honduras es de 112,492 km².

Cerca del centro educativo se encuentra un rótulo viejo y oxidado que tiene la bandera de Honduras y de la Unión Europea, con la leyenda “apoyo a la población de los exbolsones hondureños”.

Al entrar al aula, al unísono los pequeños saludan con un “buenas tardes”, algunos visten el uniforme reglamentario y otros andan ropa de color y sandalias.

50

viviendas son las que
rodean el poblado del
exbolsón recuperado
por Honduras en 1992.

En la escuela se imparten solo seis grados, de primero a sexto, y cuenta con 18 alumnos, la mayoría tiene doble nacionalidad, aunque en su mente tienen grabado que son salvadoreños, incluso algunos pequeños se han negado a recitar la “Oración del hondureño”.

La profesora explicó que la enseñanza es difícil en algunas materias, ya que en el caso de matemáticas, cuando les enseñan la moneda nacional, ellos dicen que es el dólar; en Estudios Sociales cuando les da la clase de los departamentos también hay problemas porque no pueden interiorizar que pertenecen a Honduras, que el municipio es Opatoro y que el departamento es La Paz, ya que ellos todo lo relacionan a El Salvador.

Al igual que en Nahuaterique, los niños no reciben ayuda de parte de Honduras, ni el bono 10 mil, y los que tienen uniforme es porque las autoridades salvadoreñas les llevan el paquete escolar y por eso piensan que es mejor El Salvador.

Basta caminar un poco para darse cuenta de las múltiples necesidades que tienen los habitantes de Dolores, donde no hay un tan solo proyecto de infraestructura, mucho menos energía eléctrica, agua potable en todas las viviendas y las calles son pequeño caminos que cuando llueve se vuelven caudalosas quebradas.

A pesar de la necesidad de identificación que tienen en la zona, la oficina del Registro Nacional de las Personas (RNP) va a cumplir un año de estar cerrada y la maleza tiene obstruida prácticamente la entrada a este dependencia.

Quienes ejercen soberanía en la zona son dos o cuatro miembros de las Fuerzas Armadas (FF AA) que hacen rondas en la línea fronteriza, pero no tienen la capacidad de combatir la delincuencia que se está generando debido a la guerra contra las pandillas que ha desatado El Salvador.

A Dolores no llega la Policía Nacional, no existe una posta ni autoridad judicial que imponga la ley hondureña, allí cada quien se defiende como puede, se quejaron los pobladores.

La unidad de Salud que funciona en el exbolsón es atendida por el enfermero Wilson Pérez, quien aseguró que allí atienden a la población de ambos países y de cada diez pacientes seis son salvadoreños y cuatro hondureños, ya que están más abastecidos por lo menos con el cuadro básico de medicamentos.

Las principales enfermedades que atacan a esta población son los parásitos, los padecimientos de la piel e infecciones debido a que no existe agua potable.


+Exbolsones claman por más atención del gobierno

Aquí las mujeres en estado de embarazo también van a dar a luz a El Salvador, “les damos el control prenatal y al final se envían para El Salvador al Hospital de Santa Rosa de Lima y de allá traen a los niños registrados como salvadoreños”.

2012

año en el que llegó
la identidad, pero el
Registro Nacional
de las Personas
(RNP) no ha
cumplido su papel
de identificarlos.

Este es un problema, ya que el Registro Civil más cercano está en la aldea de Florida, pero para llegar son al menos tres horas de camino y la estación de bus está a 10 kilómetros.

Gladys Reyes, una joven madre de familia que tiene más de 20 años de habitar en el exbolsón, recordó que hasta el 2012 los comenzaron a identificar, con la opción de tener doble nacionalidad, pero muchos de los pobladores se negaron a ser hondureños.

De a poco ha ido llegando la ayuda, por lo menos hay una escuela y el centro de salud, pero no existen fuentes de trabajo, la gente vive de la siembra de maíz, frijoles, el ganado y animales domésticos como las gallinas que proporcionan carne y huevos, así como la cría de cerdos.

+VER FOTOGALERÍA: Completamente olvidadas viven familias en exbolsones