Honduras

Contaminación lumínica, un fenómeno en potencia

FOTOGALERÍA
11.08.2017

Tegucigalpa, Honduras
¿Alguna vez se ha tomado el tiempo de contemplar el firmamento nocturno?

Cualquier persona observadora que viva en un área urbanizada del país sabe que los cielos nocturnos se encuentran virtualmente vacíos de estrellas.

Sumado a esto, se ha experimentado en las últimas décadas un mayor consumo energético y predisposición a sufrir trastornos del ciclo del sueño.

Las causas se asocian de forma directa con el fenómeno conocido como contaminación lumínica, una problemática de alcance mundial que hace referencia a la emisión de luz durante la noche a través de fuentes artificiales con intensidades, direcciones, rangos espectrales y horarios innecesarios o superiores a los requeridos.

Según la Internacional Dark-Sky Association, con sede en Estados Unidos, este fenómeno se presenta como toda luz artificial que los humanos, sobre todo en centros urbanos (ciudades), emitimos hacia el cielo y que provocan que la luminosidad de los astros se vea opacada o disminuida en su intensidad.

Tegucigalpa, aunque su sobreiluminación no se asemeja a la de las grandes metrópolis (con mayor cantidad poblacional y territorial), sí presenta el efecto de esta contaminación.

La incorrecta orientación y distribución de la luz artificial provocan que en la noche únicamente se visualicen levemente los astros de mayor magnitud como la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Aldebarán, Bellatrix, Arturo, Vega, Altair, Betelgeus, Rigel y Sirio, siendo esta última la más brillante de la noche.

6:36

de la tarde es la hora
con mayor consumo
energético en
Honduras, según
datos de la ENEE.

La población no experimenta la noche real debido a un crepúsculo artificial provocado por el brillo en el cielo.

A diferencia de los países enfocados en la erradicación de este tipo de contaminación (España, Francia, Inglaterra, entre otros), Honduras, al igual que el resto de Centroamérica, no cuenta con una ley que dicte la manera correcta de iluminar, cómo eficientar la energía y disminuir su impacto.

De acuerdo con Ricardo Pastrana, astrónomo y docente de astrofísica en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), al ejemplificar nuestra región con el Reglamento de Contaminación Lumínica de la Alcaldía Municipal de Madrid, España, se concluye que las áreas que no tienen contaminación es porque las lámparas están en mal estado o simplemente el Estado no ha llegado a iluminar esas zonas.

“Para partir con una política estatal contra la contaminación lumínica se debe realizar un estudio nacional del área, rastrear dónde existe mayor contaminación y proceder a la educación de la población”, afirma.

¿Cómo reducirla?

A diferencia de lo que se puede pensar, Pastrana sugiere que un cielo oscuro no necesariamente es incompatible con la iluminación. “No se trata de no iluminar, sino iluminar correctamente. Este efecto de la luz artificial no solo merma la intensidad del brillo de los cuerpos celestes, también representa un desperdicio energético que a la vez se traduce en un gasto económico de afectación general”, asegura.

En ese sentido, un cambio al alumbrado público led (que emite una luz fría, azul, que se difumina más en la atmósfera y es más amigable con lo que se puede divisar en el cielo) podría ser un avance significativo para reducir la contaminación lumínica en el país.

Se ha comprobado que esta tecnología logra un ahorro energético de hasta un 90%, sin perder la potencia en la cantidad y calidad de la luz.

Pastrana sugiere que las lámparas tradicionales de sodio, del 100% de luz que producen solo aprovechamos el 10%, el resto se desperdicia en forma de calor y en otras radiaciones que no percibimos.

En su hogar puede cambiar las bombillas convencionales (en exteriores) por led y direccionarlas hacia el suelo. Enciéndalas cuando sea necesario. La clave es que la luz deje de tragarse las estrellas y empiece a reducir la contaminación lumínica.

El mapa de sectores de Honduras que presentan mayor contaminación lumínica.

Mapa de sectores de Honduras que presentan mayor contaminación lumínica.

Derecho a un cielo oscuro

Aunque el fenómeno tomó importancia en la década de los 80, en 2007 se firmó la primera Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas. La Unesco reconoce un cielo oscuro como un derecho implícito en la conservación del patrimonio cultural y natural de las generaciones futuras.

Desde 2016, Singapur es catalogado como el país con más contaminación lumínica. Allí las personas nunca pueden adaptar sus ojos a la visión nocturna, pues nunca llegan a estar sumergidos en oscuridad real. En otros países como Kuwait, Qatar, Corea del Sur, Israel y Argentina, más de un 50% de la población está afectada por la contaminación lumínica.

En tanto, a nivel sudamericano, Argentina es el país con mayor población viviendo bajo ese brillo (58%), seguido por Chile con casi el 40% de la población viviendo en niveles extremos de exposición a la luz artificial.

En contraparte, el continente africano es donde menos sobreiluminación se registra. Por ejemplo, Chad tiene a más de tres cuartas partes de su población bajo un alucinante cielo celestial, según el “Atlas mundial de contaminación lumínica” presentado en junio de 2016.

Efectos en la salud

Pese a que la preocupación por la contaminación lumínica surgió en el ámbito astronómico como consecuencia de la pérdida de calidad del cielo, se ha relacionado con problemas en la salud humana y del ecosistema.

Elmer Mayes, médico con especialidad en neurocirugía, dice que el principal efecto de la sobreiluminación se presenta con la alteración de ciclos de sueño y vigilia.

“Al reducirse el ciclo de sueño se imposibilita la recuperación normal del ser humano. Acumulamos energía emocional y se produce como consecuencia sueños cortos de forma crónica, irritabilidad, agresividad, enfermedades psiquiátricas como por ejemplo alteraciones en la tolerancia, disforia, alteraciones del carácter o de comportamiento”, afirma.

Recientes investigaciones sugieren que incluso se desarrollan enfermedades más graves como la falta de sueño, la obesidad, algunos tipos de cáncer y alteraciones del estado de ánimo.

En el caso de los niños se pueden alterar sus procesos psicosomáticos y psicomentales, afectando su desarrollo y crecimiento natural. Se sugiere dormir lo suficiente (entre 6 a 8 horas) en completa oscuridad para que nuestro cuerpo libere eficazmente las hormonas necesarias para el descanso.