Honduras

El mágico lugar donde Roberto Sosa encontró la poesía

El poeta hondureño publicó 19 libros, por los cuales recibió varios premios. Este año, el XV Festival Internacional de Poesía en Granada, Nicaragua, se realizará en su nombre

10.06.2017

Tegucigalpa, Honduras
Una vieja máquina de escribir rodeada de libros, discos y adornos era el ambiente perfecto del prestigioso poeta hondureño Roberto Sosa para plasmar su visión de la vida a través de hermosos versos.

En aquel recinto que aún conservan intacto su esposa Lidia Cruz, sus hijas y nietos, todavía se respira la magia de las letras que el escritor hacía suyas para convertirlas en poemarios que cruzaron fronteras.

El amante de la lectura también disfrutaba de la buena música y ponía su imaginación a correr cuando tocaba con pasión su guitarra. Era seducido por el arte y amaba viajar por el mundo para disfrutar de nuevos aires.

Sin embargo, su tiempo no lo desaprovechaba y en servilletas apuntaba versos que se le ocurrían esporádicamente en los lugares menos pensados, los cuales traía a su escondite secreto, su biblioteca, para editarlos y reescribirlos a su gusto.

“Él siempre tuvo formas de apuntar lo que se le ocurría, después se encerraba aquí (su biblioteca personal) y pasaba preocupado viendo cómo iba a mejorar lo que había escrito”, recordó doña Lidia Cruz, esposa del poeta, mientras frotaba sus manos.

Cruz dijo que el poeta no elaboraba sus escritos de un solo tirón, sino que era producto de un largo trabajo, donde estrujaba y arrojaba más de una página al cesto de basura, hasta que lograba la perfección de sus ideas.

“Sus escritos los pensaba y los repensaba, les quitaba y le ponía, rompía papel tras que los terminaba de redactar en su máquina y si el siguiente no le servía lo volvía a romper para comenzar de nuevo”, detalló la dama al recordar el agotador trabajo que hacía el hombre de la boina y la barba blanca.

Y no era de dudarlo, su esfuerzo le valió en 1968 el Premio Adonais de Poesía en España por su libro “Los pobres”, que lo convirtió en el primer latinoamericano en obtener ese galardón y el cual, según su esposa, recibió con mucha felicidad, pero al mismo tiempo con la humildad que lo caracterizaba.

¡Sí! Fue galardonado por aquel libro que incluía un poema cuyo verso inicial se inmortalizó entre millones de personas y que se mantiene en la memoria colectiva de Honduras y Centroamérica: “Los pobres son muchos y por eso es imposible olvidarlos”.

Después de su muerte

El 23 de mayo de 2011 es una fecha que los familiares y amigos de Roberto Sosa nunca sacarán de su memoria debido a que ese fatídico día se anunció la partida del mundo terrenal de un grande de la literatura. Roberto Sosa había muerto de un fulminante paro cardíaco.

Aunque han pasado seis años desde su muerte, el olor y el cariño de los libros de su escondite aún se conservan y para su familia él está todavía con ellos y su memoria sigue intacta.

“Después de la muerte de él ha sido muy difícil”, cuenta la esposa del también periodista, pero asegura que para ella su amado todavía no se ha ido. “Siempre lo recuerdo, recuerdo sus cosas, sus gestos, sus frases. Lo recuerdo todo el tiempo”, expresó doña Lidia.

Que persista su nombre…

Tal y como lo decía su esposa, él todavía vive. Sí, el poeta tenía sueños y su familia está haciendo lo posible por cumplirlos. Uno de ellos se hizo realidad en la ciudad de Somoto, Nicaragua, donde el recién pasado 26 de mayo se abrió la Primera Escuela de Arte, y en ella ya están matriculados 25 estudiantes.

Por otra parte, Néstor Sosa, nieto del escritor hondureño, agregó que su familia junto a otro grupo de personas trabajan con la ya conformada Fundación Poeta Roberto Sosa, a la cual pasó a formar parte su preciada biblioteca.

“Estamos trabajando en proyectos que van enfocados directamente para que el nombre de él se mantenga vivo, no solo para nuestras generaciones, sino para las subsiguientes”, detalló Néstor, quien aseguró que este proyecto está abierto para que todas las personas disfruten del legado de su abuelo.