Honduras

La vía dolorosa de Jesús tiene rostro infantil

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13.04.2017

Comayagüela, Honduras
“¡Crucifícale, crucifícale!”, gritó con desesperación la turba. Luego de poner en libertad a Barrabás, la suerte para el Divino Maestro estaba echada; Pilatos se lavó las manos, no había nada más que hacer...

El drama del Vía Crucis de Jesús camino al Calvario, en pago por los pecados de la humanidad, tuvo como escenario las deterioradas calles del popular barrio Villa Adela de Comayagüela.

La antañona ciudad gemela revivió a partir de las 6:00 de la tarde del Miércoles Santo los actos memorables de la pasión y muerte del Hijo del Dios.

Evangelio y testimonio

Como una tradición que se impone, en esta ocasión los protagonistas del solemne recorrido son 30 niños de la parroquia El Calvario, quienes buscan ser evangelio vivo y dar testimonio de fe.

Por ello cada actor o actriz se seleccionó de acuerdo a su vocación, capacidad interpretativa y esmero para representar la obra del Mártir del Gólgota en versión infantil.

Ángel Gabriel Zelaya, de 11 años, tuvo el privilegio de personificar al Salvador del Mundo: Jesús de Nazaret.

Más de un mes de ensayos bajo la dirección de José Antonio Valladares lo prepararon para los diálogos y escenas delicadas como las tres caídas, la crucifixión, entre otras.

La muestra de que sabía cuál era su papel se vio reflejada en su cara de tez canela, ojos oscuros y expresivos donde se advertía el dolor y la resignación. Con vestiduras blancas sobre las que se advertían manchas rojas -para semejar sangre-, calzando sandalias y en actitud de sumisión, comenzó a recorrer las calles.

No había de otra, Pilatos, personificado por Mario Discua, de 8 años, lo había enviado al patíbulo para su ejecución.

Para dramatizar la segunda estación, Jesús cargó con el pesado madero, además de que su cabeza se la ciñeron con una corona de espinas y le colocaron un manto púrpura.

Un grupo de soldados romanos, con látigos en sus manos, comenzaron a gritarle “¡Hey tú, camina! ¡Vamos, camina!”, mientras era seguido por grupos de feligreses que, sorprendidos, no dejaban de admirar la actuación de los infantes.

Junto al Divino Maestro también iban dos ladrones, que de acuerdo con la tradición, sus nombres corresponden a Dimas y Gestas, y a quienes también les esperaba la muerte en la cruz.

Así se desarrolló este acto piadoso y de fe contemplado como una de las principales actividades que desarrolla la parroquia El Calvario durante la Semana Santa, y que para esta ocasión basó su reflexión en la familia y el sacramento del matrimonio.

Otras escenas

El Vía Crucis infantil se convierte en una oportunidad de aprendizaje para los niños para que conozcan y vivan la experiencia de la Pasión, Muerte y Resurrección del Redentor del Mundo.

“Es importante enseñarle a los niños que la vía dolorosa por la que pasó Jesucristo es una de las devociones espirituales más importantes, durante el tiempo de Semana Santa y siempre”, declaró Reynaldo Matute, quien también tiene la responsabilidad de elaborar parte del vestuario utilizado para la obra.

Otra estación que conmueve a los fieles es el encuentro de Jesús con su madre María.

El papel de María lo realizó la niña Andrea Martínez, quien expresó sentirse identificada ya que es muy doloroso lo que vivió la Virgen al ver a su hijo crucificado.

La Verónica, que limpia el rostro de Jesús, las tres caídas y la crucifixión se volvieron un medio de evangelización para niños y adultos.

Tradición de los altares para las procesiones

Si hay algo que por tradición ha caracterizado a la ciudad gemela de Comayagüela durante la solemnidad de Semana Santa es el fervor y devoción con la que viven cada actividad litúrgica.
Una de ellas es la elaboración de altares o descanso que le dan realce a las procesiones del Santo Vía Crucis o Santo Entierro.
Como parte del legado, las familias conservan imágenes religiosas antiguas, como la de Cristo Crucificado, la Virgen Dolorosa y otras que exhiben para esta temporada.

“Hay mucha devoción y tradición en Comayagüela, donde siempre se le ha dado realce a la Semana Santa. Las familias enteras trabajan en los altares, también elaboran alfombras para que pase la procesión”, informó Jensen Herrera, promotor cultural.