Honduras

César Castillo, el músico de oro de Comayagua

Es reconocido por sus habilidades innatas para componer y ejecutar instrumentos musicales. Entre sus tesoros guarda un violín que fue propiedad del autor de la música del Himno Nacional de Honduras, el alemán Carlos Hartling

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25.03.2017

Comayagua, Honduras
Siendo un niño de 10 años, César Jovel Castillo demostró sus habilidades naturales para ejecutar instrumentos musicales y un oído prodigioso para crear melodías que le abrirían el camino para ser considerado como uno de los mejores maestros musicales a nivel centroamericano y de los pocos en crear piezas sacras y fúnebres.

Castillo a los 10 años empezó a aprender solfeo y lectura musical y a ejecutar instrumentos bajo la enseñanza de su padre Ramón Castillo, quien fue su primer maestro.

Su talento lo llevó a que otros profesionales de la música como José María Avilés, de origen nicaragüense y de gran trayectoria en la ciudad, continuaran con su formación.

Castillo se graduó de maestro de música en la Escuela Nacional de Música de Tegucigalpa en 1984. Después, en 1999, obtuvo la licenciatura en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).

El músico es originario de Comayagua, está casado con Teresa de Jesús Licona y es padre de dos hijos, César Jovel e Iris Castillo Licona, con los cuales ha formado un grupo familiar de música para amenizar eventos sociales.

Composiciones

Para este compositor, arreglista e instructor, el éxito se ha basado en la perseverancia, pues la mayor parte de su tiempo lo ha dedicado a la música. Y no importa las horas de la noche en que surge una idea, se levanta de su cama y empieza a escribir la letra.

Ejecuta y hace arreglos musicales de todos los géneros para los grupos artísticos en que ha trabajado y hasta dirige la banda marcial del Instituto León Alvarado de Comayagua.

Sin embargo, compone música y escribe letras con mensajes bíblicos y espirituales, las cuales interpreta en procesiones, misas y ceremonias religiosas.

“A los 12 años toqué en mi primera procesión y me gustó mucho y eso marcó parte de mi vida y luego decidí componer varias piezas musicales sacras y fúnebres, que en Semana Santa se toca en las procesiones de varias de las cofradías”, dijo Castillo.

Ha compuesto la letra y música de los himnos de centros educativos como el instituto del municipio de Lamaní, el Centro de Educación Básica Ramiro Humberto Moreno y el Instituto Liceo Antonio José Rivas de Comayagua.

Además es autor y arreglista musical del himno de la base Enrique Soto Cano de Palmerola, del himno del Primer Batallón de Ingenieros de Siguatepeque con el grupo musical Los Castores.

Reconocimientos

Castillo es reconocido como uno de los mejores músicos e instructores de Centroamérica por las destacadas actuaciones con la banda marcial León Alvarado y grupos musicales de fama nacional con que logró salir al extranjero y conquistar premios.

En el 2015, en Guatemala en un concurso con la participación de 35 bandas a nivel centroamericano, incluyendo de México, fue reconocido como el mejor director artístico y recibió una banda de alta distinción que ofrece una de las etnias indígenas del país sede.

En junio de este año en San Juan, Zacatepéquez, Guatemala, en donde participaron 63 bandas de diferentes países, bajo su dirección la banda del León Alvarado fue campeona de Centroamérica.

Con la misma banda marcial ha logrado ganar decenas de concursos regionales y nacionales.

En San Pedro Sula en 1999, en el Festival de Los Zorzales, obtuvo premio como mejor arreglista musical, entre otros reconocimientos grupales y personales a lo largo de su vida.

Entre las pertenencias más valiosa que tiene está un violín que su abuelo César Castillo compró en 1913 a Carlos Hartling, de origen alemán, quien compuso la música del Himno Nacional de Honduras.

El violín tiene perfecta afinación, está celosamente guardado en el estuche original, la madera y cuerdas se mantienen en buen estado y es ejecutado por su padre para dar clases privadas.

“Mi papá me cuenta que mi abuelo, que no pude conocer, se hizo amigo de Carlos Hartling en la ciudad de La Paz y le comentó que tenía interés en tener un violín, Hartling tenía dos y entonces le vendió uno”, aseguró Castillo.