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Armando Maldonado, una voz poética que transgrede la calma de los días sospechosos 

El autor publicó a principios de este año en El Salvador su libro “Un poema que hable del mar”

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08.08.2016

Tegucigalpa, Honduras
Encontrarse un buen libro de poesía en Honduras siempre es una sorpresa; lo digo sin ironías pensando en el actual panorama de la poesía hondureña y su caricatura hipster, tan reciclada y ridícula, y lo peor de todo, en proceso de validación por otro grupúsculo de recepcionistas que se autodefinen como gestores culturales y especialistas en arte en los espacios culturales que ya conocemos; lo digo por un buen libro del joven poeta hondureño Armando Maldonado “Un poema que hable del mar”, publicado para suerte de la poesía hondureña en El Salvador.

No está de más contar en esta breve nota que Armando Maldonado ha sido un buen gestor cultural, comprometido con la difusión de la poesía y la creación de espacios que acerquen a públicos y a lectores y viceversa; es reconocida su labor en Paíspoesible, en talleres literarios de jóvenes creadores universitarios a inicios de este siglo, además de ser gestor del proyecto Sociedad Anónima, un festival de poetas jóvenes cuyo objetivo era descubrir voces nuevas en la poesía hondureña que por algún motivo (casi siempre económico) no hubieran publicado sus obras; este festival tuvo una magnífica aceptación en su momento y muchos de los poetas que participaron hoy son parte del panorama creativo de la joven poesía hondureña.

¿Quién es el autor?
Maldonado es un creador que ha tenido la virtud de la paciencia, ha cruzado la marea del realismo sucio, el golpe de Estado y su fantasma que condimenta la decadente bohemia del mundo cultural; lo mejor de todo es que se ha nutrido de todas las experiencias posibles, para luego definir los propios rumbos de sus lecturas y de sus posturas; creo que esto le ha permitido participar en la convulsión de un tiempo crítico, pero también formar un carácter individual que le permita apartarse, observar, reflexionar y escribir; acciones que sin duda van decantando el espíritu de un poema. No se trata de ningún misticismo, por supuesto que los que conocemos a Maldonado estamos más prestos a celebrar su espíritu dionisiaco, su vida laica y no otra cosa. Este comentario intenta ir por una arista que es más personal en el poeta y quiere relatar un poco sobre el proceso creativo de Maldonado, que sin duda hoy tiene buenas consecuencias: una poesía bastante cuidada en su sentido formal, el poema breve lleno de precisión y en un par de ocasiones con celebrada perfección, el distanciamiento de la realidad sin caer en la frialdad y mucho menos en la sola mirada, la exploración de la historia en los libros y no solo en las experiencias cotidianas, el buen pulso para no rayar en lo conversacional, el riesgo y el esfuerzo por hacer una introspectiva de los elementos de la realidad con todas las armas posibles, y entre ellas brilla una delicada intuición que es quizá la mayor ventaja de Maldonado en los poemas de estos años, que son los que forjan su situación como navegante de los días sospechosos.
El libro “Un poema que hable del mar” está conformado de veinte poemas breves y apareció en la editorial La Chifurnia de El Salvador, dirigida por el magnífico poeta e inmenso gestor cultural Otoniel Guevara, que ha sido amigo permanente de los creadores hondureños y que durante años ha promocionado la poesía nuestra de una forma desinteresada y amorosa, publicando la literatura hondureña e invitando a escritores a los festivales de poesía de El Salvador, que son una ventana para asomarse a otros espacios y a otros creadores.

“Un poema que hable del mar” es un libro disperso en sus temáticas, totalmente ecléctico y perfila a un poeta que no solo quiere discursar sobre su tiempo, sino definir una voz propia que le permita llevar el trajín de su propia sensibilidad.

Hay poemas valiosos como “Las confesiones de cualquier Lázaro”, que quiebra la versión idealista de la resurrección y distorsiona el sentido de la segunda oportunidad hasta caricaturizarla como un acto de magia que no consideró preguntas sobre la vida, sino sobre la muerte: “¿Qué pecado merece el castigo de dos agonías en un lecho febril?”.

Poemas que nombran instantes difusos, mundos cortazarianos y totalmente surrealistas como el poema “La jirafa”, que está perfectamente logrado como imagen y como estructura poético-narrativa, es cuento súbito y poema brevísimo. Poesía la de Maldonado que se deja seducir por la historia libresca, hundida entre las resacas del rock en español, diestra en evitar ser catalogada, capaz de discursar con desasosiego sobre su condición de poeta, y no solo eso, capaz de martillar sobre la cabeza de su generación sin reclamo alguno y más bien describiéndola con desenfado y astucia, con un sarcasmo que permite la complicidad y el derrocamiento de esa imagen del poeta como vocero e imaginario de un tiempo y más bien lo plantea como un ser en crisis que se ha dejado arrastrar por los espejismos del tiempo o que se hunde en la alienación: “Acércate pequeño marinero de la muchedumbre, cuéntame de tus naufragios en la baba y el ron barato. Salpica todas las verdades y nos ataremos las manos con las flores que producen los sordos y dentro de su gris folclor”.

En este espacio le damos la bienvenida a la poesía de Armando Maldonado, la primicia de su libro es una noticia feliz y desde luego suma a la buena poesía, a otros hacedores que contra todo o contra la nada dibujan ese mapa que será de los pocos tesoros que se lleve la esperanza en su paso hacia la historia. Qué bueno por Honduras. Qué bueno por nuestra poesía.

Poema
Dialéctica de la seducción
Ven pequeño y señala con tu dedo a todos los que recitan los versos negros de la Perestroika.
Marx nunca fue tan ingenuo como en nuestros días.
Todo importa alrededor de tus manos, el agua, el fusil y la carne incendiada en los caseríos del sur; sólo pronuncia lo innombrable y el fuego comerá los ojos de los herejes y todo rojo animal.
Ven y siéntate en la silla de los evangelios, donde los hombres son fuertes y tienen el perfil de las monedas romanas, súmate a la legión de los inmolados en el sexo y en las gargantas de los pent-house´s.
Acércate pequeño marinero de la muchedumbre, cuéntame de tus naufragios en la baba y el ron barato. Salpica todas las verdades y nos ataremos las manos con las flores que producen los sordos y dentro de su gris folclor.
Tu nombre es nombre de profeta, tu mano empuña la verdad. Solo señala en el mapa las montañas y la mano fría de Dios borrará hasta los cimientos de cada lengua o cada árbol o cada piedra.
No hay confesión en vano, igual como no hay guerra que se desdoble en el azul de las canciones de cuna.
Ven pequeño, no retrocedas, tus manos anfibias buscan un oro incendiario. Los cofres resoban y bajo las sábanas algo se humedece.
Ven pequeño, y te contaré la fábula de la Perestroika.

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