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Inma López, la española que conquistó el teatro hondureño

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11.10.2014

A finales de 2008 llegó a Honduras Inma López, una española que venía de Colombia, donde estuvo trabajando durante cuatro años y donde conoció al director de Teatro Memorias, Tito Ochoa.

Enamorada de Tito y con la idea de formar una familia juntos y a la vez desarrollar proyectos de teatro en Honduras, esta española de 34 años de edad está por cumplir seis años de vivir en Tegucigalpa, lugar en el que se ha ganado el cariño y admiración del público, y donde ha crecido a nivel profesional y personal con cada obra en la que ha actuado. Con 17 años de trayectoria, actualmente es la productora de la I Muestra Centroamericana de Teatro, que el Teatro Memorias realiza durante todo este mes en la Casa del Teatro Memorias.

Y desde ese espacio donde han tenido muchas alegrías y retos, Inma compartió detalles sobre sus inicios en el teatro, su crecimiento sobre las tablas, los retos de sus personajes y el deseo que tiene de que Honduras sea vista como un lugar donde haya un movimiento importante de teatro, no solo nacional sino centroamericano.

¿Cómo fueron sus inicios en el teatro? Desde chiquilla tenía el gusanillo de la actuación, y a los 17 años inicié mis estudios en la Escuela Privada de Danza y Teatro, en Málaga, después decidí entrar a la Escuela Superior de Arte Dramático, para resumirte un poco y no contarte desde niña mi teatro en el colegio.

Yo creo que cuando ya me decidí a ser actriz y dedicarme a esto fue a los 18 años. En la Escuela Superior de Arte Dramático hice las pruebas de acceso y estudié los cuatro años. Después con unos compañeros iniciamos una compañía de teatro, y con esta compañía estuve un año trabajando en Málaga, hasta que a mi padre le dieron una plaza en Colombia, para trabajar en el Centro Cultural y Educativo Español “Reyes Católicos”, y al año siguiente que mi padre se fue yo me fui para Colombia, con la idea de tener un año sabático. Ese año se convirtió en cuatro años más, pues el país me gustó, además me gusta estar con mi padre, y pues me empezó a ir bien, daba clases de teatro en el centro donde trabajaba mi padre, también daba clases en la universidad, y ahí conocí a Tito, en un taller, era mi maestro, y empecé a trabajar en la Pesquisa Teatro, y también me salían cositas de televisión, me fue bien. Con Tito, el hecho de enamorarnos y querer hacer un proyecto de vida y artístico juntos, fue lo que nos trajo aquí a Honduras, en diciembre de 2008.

¿Cuál fue su primera impresión del teatro en Tegucigalpa? Cuando yo llegué aquí tuve la oportunidad de conocer bastante gente que hace teatro en el país, lo que pasa es que lo noté un poco disperso, miraba poca concentración de la actividad, no se hacían temporadas, era todo bien disperso; y de unos años para acá esa actividad se está empezando a concentrar, a presentarse más, a que haya más teatro en la ciudad, nos conocemos más todos, y no solamente conocer a la gente, sino sus trabajos. Antes no es que estaba vacío pero había una dispersión. Una vez hablé con una persona y le dije que aquí lo que hacía falta era que se programaran, y me trató mal y me dijo que yo era programática, que no conocía este país, yo le dije que nadie estaba descubriendo el agua caliente, solo que cuando quieres algo trabajas para eso, hay una continuidad, y no es a corto plazo, es a largo plazo. La gente se apropia más de lo que tiene continuidad que de lo esporádico, y el hecho de pensar a largo plazo es lo que nos ha beneficiado de alguna manera, no iba a tener una sala de teatro al año siguiente de estar aquí, pero a lo mejor si trabajamos para eso cinco o seis años después pasa, pero tenés que esperar. Entonces tener la paciencia, la continuidad, eso creo que es nuestro fuerte.

¿Con qué obra debutó en Teatro Memorias? El primer proyecto que hice aquí, parece mentira, fue como directora en “Lisístrata, la rebelión de las mujeres”, que fue una obra que yo monté en Colombia con una escuela privada donde trabajaba, Tito la vio en Bogotá y dijo que la obra era bonita para montarla en Honduras, entonces aplicamos el proyecto, y así debuté como directora, no fue como actriz. Fue un proyecto bien bonito con el que estuvimos de gira y eso me permitió conocer a la gente de teatro, también me permitió viajar, fuimos a varios municipios. Y después de eso, la obra con la que debuté aquí como actriz fue “El inspector”; ahí empecé como actriz en Honduras.

¿Ha sido difícil para usted abrirse un espacio en el teatro siendo mujer? Es que yo creo que las mujeres en cualquier profesión tienen sus limitantes, en mi caso es en el aspecto de producción, si hay que contratar bus, carpintero o ese tipo de cosas es mejor que lo haga Tito.

Ya en el teatro no considero que mis compañeros hayan sido machistas, son gente muy educada, responsable, pero en esos aspectos de producción siempre tienes que ir un poco con el hombre al lado, porque a una no le hacen ni caso, y peor: mujer y extranjera, eso si es más difícil. Pero creo que he podido seguir adelante en todos mis años, siempre he tenido la suerte y la fuerza para sobrellevar ciertas cosas.

¿Es complicado para usted vivir del teatro? Yo creo que de esta carrera me he disfrutado prácticamente todo, creo que por eso sigo aquí, porque he disfrutado muchísimo todos estos años, he tenido dificultades pero también porque me las busco yo, en el sentido de que estuve en España, los años de estudio fueron difíciles, conseguir trabajo en esta profesión es difícil, en España por ejemplo hay mucha competencia y tienes que estar siempre en el momento justo, en el sitio exacto que te pueda dar la oportunidad, luego en Colombia conseguí trabajo y todo, pero siempre vivir de esto es difícil porque nunca tienes una estabilidad, un sueldo estable, tienes que estar todos los meses y años rebuscándote; nosotros tenemos el proyecto de la Cooperación Suiza, lo tenemos este año, el otro año no sabemos lo que vamos a hacer, si nos lo van a dar o no, esa ansiedad es lo más difícil de cada año, buscarte la vida, no saber qué va a ser de ti el año siguiente.

Y por otra parte lo bueno es que vives del presente, disfrutando lo que haces y lo que eres en ese momento. Y bueno, pues una vez que tienes aquí un proyecto como este, a mí no me queda quejarme, yo no me quiero quejar, ser agradecido en la vida es ser bien nacido, no me quiero quejar para nada, quiero disfrutar lo que tengo, quiero disfrutar del país, quiero disfrutar la oportunidad, todo esto, quiero disfrutar de mis compañeros, mis proyectos, y no quiero quejarme porque trae mala suerte.

¿Qué cosas resaltaría de su crecimiento profesional en Teatro Memorias y Honduras? Honduras no solamente me ha dado crecimiento laboral, me ha dado personal también. He crecido mucho aquí estos años, he pasado aquí de los 20 a los 30, tengo 34, creo que he pasado muy buenos años. Mi crecimiento dentro de Memorias tiene mucho que ver con el hecho de haber trabajado con Tito desde que lo conocí en Colombia, todos estos años han sido de crecimiento personal y laboral de una manera muy grande, el hecho de poder actuar, de tener proyectos y grandes personajes.

Trabajar con Tito es crecimiento continuo, porque él crece también, no es una persona que se estanca sino que se renueva constantemente, entonces te pone a ti a renovarte también, es una persona con mucha creatividad y con mucha energía positiva en el trabajo. Y lo bueno es que yo me he dejado llevar por esa creatividad y energía, entonces creo que hemos hecho un buen equipo juntos. No he crecido sola, tengo que agradecer a toda la gente que ha trabajado conmigo, tengo que agradecer a Tito, porque el teatro no es una cosa de una persona, en el teatro necesitas la creatividad, el talento y el esfuerzo de la gente, sino no sales para adelante.

Entonces mi crecimiento tiene que ver con la buena gente que yo me he encontrado, con la gente trabajadora, unos se han quedado en el camino, otros siguen, ese ha sido el crecimiento, y bueno, sobre todo este proyecto que me ha dado la oportunidad de actuar, estar en los escenarios, de poder conocer Centroamérica a través de los escenarios, y también pequeños escenarios de Honduras. Hay escenarios súper cómodos y otros bien incómodos, eso me ha dado crecimiento también, porque hoy en día pienso que me puedo enfrentar a cualquier tipo de espacio, y eso ha sido también súper positivo al final, y bueno, luego de manera personal estar con este hombre y mi hijo, tuve un hijo aquí y eso le da mucha fuerza a uno.

¿Cómo recibe el aprecio del público que siempre está pendiente de su próxima obra? Con mucha alegría, ver eso siempre te hace pensar que estás haciendo el trabajo bien. Yo soy una persona insegura, pero no para mal, sino que tiene que ver con la exigencia, porque uno está montando una obra y luego no sabes cómo el público lo va a recibir, siempre tienes ese punto de decir “será que funciona o no”, y todos somos bien exigentes con nosotros mismos.

Y sacar ese trabajo y que la gente diga “me gustó tu interpretación”, es la recompensa al final, aunque siempre hay gente a la que no le gusta. Eso se recibe súper bien, con humildad, súper contenta de que alguien te diga “me encantó”.

¿Cómo enfrenta papeles como el del monólogo “Tengamos el sexo en paz”, donde se abordan temas sexuales de una manera que la gente se entretenga sin dejar de lado el mensaje? Te diré que con “Tengamos el sexo en paz”, con Tito tuvimos unas discusiones que nos enriquecieron mucho a los dos, y cuando estás planteando este tipo de temas que son fuertes, como el aborto, una serie de temas que nosotros siempre de alguna manera abordamos, surgen discusiones, empieza a aflorar tu punto de vista personal, y con Tito discutimos hasta la saciedad, una frase que teníamos en ese texto nos llevó a una discusión trascendental, hasta el punto que cuando ya uno está afrontando ese papel en el escenario, creo profundamente lo que estoy haciendo y diciendo, no me subo al escenario con dudas, todo el proceso de montaje y todo eso te hace afianzar lo que estás diciendo y haciendo, el punto de vista que estás dando, cuando estás en el escenario ya se abordó todo, se discutió todo, ya se vieron todas las aristas, y lo que el público está viendo es a una mujer totalmente convencida de eso. Todo el trabajo previo es sumamente necesario, si tienes dudas no puedes subirte a un escenario.

¿Cuáles son las historias que más disfruta? A lo mejor es tópico, todas me las he disfrutado un montón, incluso hasta Francisca Pimienta de “La cena de los idiotas”, que es la última que he estado haciendo, al principio no me gustaba mucho, luego cuando vas trabajándola, haciéndola, es que le tienes un cariño a Francisca Pimienta que es terrible, yo quiero muchísimo a ese personaje, como quiero muchísimo al de “Tengamos el sexo en paz”, llega un momento en que no quiero que se acabe.

A la Mirandolina le tengo mucho cariño, es un personaje que me dejó un montón de alegrías; a Antonia de “Pareja abierta” también. Es algo bien personal, bien mío, todos los personajes me han dado un montón de cosas, no reniego, los quiero muchísimo a todos.

¿Todos los personajes le exigen lo mismo? Ese era uno de mis miedos, nunca había hecho monólogos, excepto “Monólogos de la vagina”, en el que había otras actrices. Pero en “Tengamos el sexo en paz” soy yo sola, pero lo que pasa es que cuando tienes un buen texto, un buen director y compañeros que estaban en la producción haciendo bien su trabajo, yo no podía arruinarlo, aunque tenga que dejar el alma, no puedo hacerlo mal, esto tiene que funcionar, entonces ni siquiera te piensas que esto va a ser un fiasco porque tienes tanta gente talentosa alrededor que es imposible. El resultado fue que a la gente le gustó, aunque a una más que a otra. Creo que funcionó como tenía que funcionar, la gente llegó al teatro y la gente la pide, y yo creo que estuvo bien.

¿Cómo ha sido su experiencia como directora? Como directora he trabajado siempre en el sentido de la educación, yo antes daba clases, muchísimo, de hecho el primer trabajo que tuve al salir de la universidad fue el de dar clases a jóvenes, entonces cuando das clases una de las exigencias es dirigir, y me ha gustado dirigir a ese nivel. Ya cuando es a nivel profesional los nervios me matan, y creo que mi talento no está tanto en la dirección, me gusta, pero soy mejor actriz que directora. Ahora creo que soy buena dando clases y puedo dirigir a jóvenes, en ese plano sí. Yo sé que tengo mis deficiencias ahí, y sobre todo cuando tienes referencias mucho más altas dices “mi trabajo no es muy bueno”, pero bueno he salido airosa más o menos.

¿Le gusta más el drama o la comedia? La comedia me ha gustado un montón, y cuando yo empecé era dramática a no poder más. Cuando estaba en la escuela de arte dramático me encantaba el drama, de unos años para acá descubrí en la comedia algo maravilloso, la exigencia es diferente, pero bueno no sé es que en los últimos años he hecho comedia y ahora es lo que me atrae más. Pero el rollo dramático me gusta. El drama me encanta verlo, por ejemplo en “La muerte y la doncella”, esa obra cada vez que la veo y miro a Mariela Zavala digo “qué pedazo de personaje se echó esta mujer”, creo que nunca hubiera llegado yo a lo que hizo Mariela en el escenario.

¿De qué manera el teatro la ha enfrentado a usted? El teatro no es tanto que te enfrente si no que te enseña un montón de cosas. Como el teatro es la vida misma hay tantos temas planteados, que tu agarras “Pareja abierta” y empiezas a profundizar en los temas que la obra te plantea, entonces empiezas a aprender un montón de cosas, tienes que investigar un montón con el teatro y eso es lo que te hace crecer muchísimo, ya no solamente a nivel técnico como actriz, sino toda esa visión del mundo que te ha dado también la obra, ese es un conocimiento que te va enriqueciendo, por eso es importante saber los temas que diriges. Este nuevo montaje que estamos haciendo es otro conocimiento el que deja.

A la fecha no soy ni la sombra de lo que era hace 17 años cuando empecé, el conocimiento que tengo ahora por las obras es mayor. Las personas tenemos tantas contradicciones y tantas cosas que tampoco nos dejamos llevar por una línea de aprendizaje.

¿Cómo visualiza su vida en el teatro? Me gustaría que la Casa del Teatro Memorias creciera, que este proyecto centroamericano se abriera más.

A mí Centroamérica me encanta porque todos están muy cerca y pueden cambiar de país en poco tiempo, eso es lo que me gusta de la región, que estás en una zona con un montón de países y diversidad. Me gustaría que esa dinámica fuera mucho más fuerte, que viniera más gente de otros países, me gustaría que Honduras estuviera más visibilizada a nivel centroamericano, que la gente quisiera venir aquí también.

Es como uno de los proyectos a los que estamos enfocados. Acortar las distancias en teatro, ya hay algo ganado con el Proyecto Lagartija Centroamérica, ellos tienen un camino muy bonito y bien ganado a nivel pedagógico, pero yo me refiero a nivel de mover más las producciones centroamericanas, de crear más redes independientes de teatro, eso sería bonito. No tanto que vengan actores aquí y monten, sino que las obras se muevan un poquito más rápido.

A lo mejor esta Primera Muestra Centroamericana pueda abrir esa puerta, que se presenten más grupos. Que hubiera más apertura.

Me gustaría que la gente se presentara arriesgándose a la taquilla. Que la gente venga, que haya sala llena, apostarle al público.