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Lisandro Rosales: 'Sabía que estaba en una lista de secuestrados políticos”

Su juventud estuvo marcada por la persecución y el miedo, por ser hijo de un alto oficial militar durante la década de la Guerra Fría en los 80, al grado que junto a toda su familia salieron exiliados del país.

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10.11.2012

En su ratos libres, Lisandro Rosales agudiza la vista y el tacto para colocar, una por una, las diminutas piezas hasta completar su obra de arte: barcos de vela de madera.

La lectura también lo apasiona y más si es sobre literatura cristiana y ciencias políticas, asegura el titular de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco).

Su juventud estuvo marcada por la persecución y el miedo, por ser hijo de un alto oficial militar durante la década de la Guerra Fría en los 80, al grado que junto a toda su familia salieron exiliados del país.

Hoy, el también excónsul de Honduras en Nueva York, dice haber encontrado una paz interior por su fe en Jesucristo y el gozo de su familia. Estas y otras vivencias las comparte en una amena entrevista con EL HERALDO.

¿Usted y su familia se fueron exiliados?

El 31 de marzo de 1984 se dio un “golpe de barracas” (contra la cúpula militar), mi papá era inspector general de las Fuerzas Armadas y nos vimos obligados a salir del país, salimos hacia Estados Unidos y vivimos del año 84 al año 87, yo tenía 14 años.

Fueron momentos difíciles porque el trato que nos dieron no fue el de una persona con todos sus derechos, prácticamente nos fueron a dejar a la puerta del avión escoltados.

¿De la casa al avión?

Es que estuvimos 15 días encerrados con tanquetas en la entrada y en la salida, la única que podía salir era mi abuela. Decían que era para cuidarnos pero obviamente sabíamos que ese no era el hecho. Se nos indicó que teníamos cinco días para salir, era una orden.

En ese tiempo el general Álvarez Martínez salió (del país) el 31 de marzo; el general Bueso Rosa, el general Montoya, a mi papá lo obligaron a renunciar

Siendo un adolescente, ¿cómo lo vivió?

Fue traumático, era una era muy difícil, nos tocó vivir la época más difícil del país en materia de seguridad, sabíamos que estábamos en la lista de (potenciales) secuestrados por temas políticos. Eso fue del 80 al 84, uno no tenía vida.

¿Sabía que estaba en una lista?

Lo intuíamos, había un militar cuidándonos en la escuela, después un militar en la parada de buses, luego que ya no íbamos en buses sino que nos iban a dejar en la escuela, nos dejaban seguridad en la escuela; entonces uno intuía que algo andaba mal.

¿Y usted preguntaba por qué tanta seguridad?

Sí preguntaba, y me daban alguna explicación de que las circunstancias del país, que habían secuestrado un avión, que habían secuestrado la Cámara de Comercio y que había que tomar las acciones de precaución necesarias, pero uno intuía que algo pasaba. Posteriormente me di cuenta que en algunas casas de seguridad se encontraron fotografías de uno, de toda la familia, nuestros movimientos.

¿Qué hicieron sus papás y usted en Estados Unidos?

Yo estudié, terminé mi colegio, mi papá terminó su trabajo en la Embajada (de Honduras) como agregado de defensa y gestionó muchas de las compras de equipo que se había gestionado con el general Martínez, como los aviones, ayuda.

Él tuvo como asistente en Washington a Óscar Álvarez (exministro de Seguridad) que se acababa de graduar. De ahí cosechamos una amistad con Óscar de hace mucho tiempo.

Mi papá se puso a estudiar administración de haciendas lecheras en la universidad de Maryland, a medio tiempo, y todos sacamos provechos, mis hermanos también.

¿Es cierto que les nacionalizaron una hacienda en Olancho?

Perdimos una hacienda en Olancho, en San Francisco de Becerra, durante el gobierno de Roberto Suazo Córdova. Era una propiedad que colindaba con la Empalizada. Llegaron personeros del gobierno que dijeron que había que quitarles las propiedades a los que se habían unido con Álvarez Martínez y nos invadieron la propiedad, no le permitieron a mi papá hacer los trámites legales.

¿No los indemnizaron?

Al final, en el gobierno del expresidente Azcona, el INA lo indemnizó por la invasión. Se expropiaron 90 manzanas y quedaron otras 90 que no fueron tocadas. Eso mi papá lo vendió antes del huracán Mitch porque estábamos viviendo en San Pedro Sula y en ese tiempo estaba deprimido todo lo que era el agro.

¿Entonces usted fue un niño criado en el campo?

No criado en el campo, de hecho era el que menos iba a la hacienda, cuando iba a la hacienda me iba a un cuarto a leer. En un momento pensé estudiar agronomía, pero mi papá me dijo que no tenía vocación.


¿Qué era lo suyo, entonces?

Las ciencias políticas, recuerdo que a los 10 u 11 años había leído “El príncipe”, de Maquiavelo; leí mucha historia contemporánea, leía mucho periódico; empezaba a venir la televisión por cable y me fascinaba ver CNN en las noticias y de hecho mi papá, para probar mis capacidades, me preguntaba quiénes integraban el gabinete de Estados y quién era el primer ministro de Israel, y yo le contestaba todas sus preguntas. Todo lo hacía leyendo periódicos, siempre me gustó estar bien informado.

¿Esa experiencia amarga en los 80 le genera aversión al Partido Liberal?

Más que aversión es un rechazo a lo que predicaban porque decían una cosa y actuaban de otra, se hablaban de condiciones para el país cuando realmente no se tenían, era un juego de doble cara entre lo que se decía y lo que se hablaba. La forma en que nos trataron en ese período marcó mi forma de pensar y siempre dije que nunca simpatizaría con un partido que le había generado tanto daño al país, y a mi familia en lo particular.

Siendo su papá militar, ¿quiso seguirle los pasos?

Estando en Estados Unidos se me dio la oportunidad de entrar a la Academia Naval con una beca para el gobierno de Honduras; participamos cinco hondureños que fuimos aceptados y lamentablemente una persona en el departamento de Operaciones de las Fuerzas Armadas se tardó en hacer el envío de la información y la envió cinco o seis días después de la fecha límite y en Estados Unidos eso no lo perdonan. En 1988 se me invitó de nuevo a participar, ya había hecho exámenes de admisión y había hecho exámenes físicos; pero no lo hice porque ya había entrado a la universidad y uno en la vida de universitario ve que es diferente. Quise estudiar derecho, pero en la Universidad (UNAH) solo pasaban en huelga en el 87 y mi papá me dijo que habían abierto una nueva universidad, Unitec y ahí estudié administración.

¿Cómo llega al consulado de Nueva York?

Yo estaba de director de actividad presidencial en Casa Presidencial en el gobierno de Ricardo Maduro, estaba recién casado y un mes antes de que me nombrara, estábamos en Washington, le reportaron que había un problema grave en el consulado y no sé si era porque estaba a su lado, pero me dijo: “Preparate que te vas para Nueva York”.

¿Así de rápido y sencillo?

Sí, bueno, ya lo habíamos platicado con él en otra oportunidad, especialmente por estar recién casado y porque trabajaba en un horario de 5:30 de la mañana, y 15 o 20 minutos después de que él se iba podía irme yo, y eso significaba que no podía estar mucho tiempo en mi casa.

¿En la política conoció a la que hoy es su esposa?

Mi esposa es hija de un gran amigo mío, que ya falleció, el coronel Marco Tulio Ayala Vindel, pero a ella no lo conocía y fuimos a un evento a la Corte Suprema de Justicia en el gobierno de Maduro, ella trabajaba en Protocolo de Cancillería y ahí la conocí, iniciamos una amistad, seis o siete meses después no hicimos novios.

¿Cuál es su religión?

Cristo es lo primero en mi vida. Soy cristiano.

¿Desde hace cuánto tiempo?

Desde unos 20 años, me congrego en la iglesia Impacto.

¿Cómo aceptó a Cristo?

Pues fue en el marco de... a mi hermano lo habían invitado a la Fraternidad de Hombres de Negocio del Evangelio Completo en San Pedro Sula y me dijo que tenía que ir con él, lo acompañé un siguiente lunes y el testimonio que vi ese día marcó mi vida, era un médico, me identifiqué con lo que decía y desde ahí. Yo, de hecho, era católico practicante y lo continué haciendo hasta que me moví de iglesia, no sentía que había la presencia del Espíritu, no sentía que estaba creciendo.

¿Los barcos de madera que están en su oficina, usted los arma?

Sí, son veleros, primero inicié con los aviones. En Estados Unidos inicié y ese es mi pasatiempo.

¿Cuántos barcos ha armado?

Entre aviones y helicópteros como 45, y barcos no me acuerdo.