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Se cumplen 44 años de 'la guerra del fútbol”

La historia relata que Honduras y El Salvador se iban a enfrentar por la clasificación de Concacaf para el Mundial de México 70.

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13.07.2013

Aunque el periodista polaco Ryszard Kapuscinski la bautizó como la guerra del fútbol, un partido del deporte rey fue solamente el detonante que dio paso al conflicto armado entre Honduras y El Salvador que inició el 14 de julio de 1969. La guerra de las 100 horas o la “miniguerra” como la llamó la revista Time, fue producto de las explosivas tensiones que había entre ambos países, dirigidos por gobiernos militares.

Durante cuatro días soldados hondureños y salvadoreños se enfrascaron en una batalla que Kapuscinski narra paso a paso en cables que circularon por el mundo.

“Hoy a las seis de la tarde empezó la guerra entre El Salvador y Honduras la aviación de El Salvador bombardeó cuatro ciudades hondureñas (stop) al mismo tiempo las tropas de El Salvador violaron la frontera con Honduras intentando penetrar en el interior del país (stop)”, este fue parte del primer despacho que el entonces corresponsal de la agencia polaca PAP envió el 14 de julio de 1969.

CAUSAS DEL CONFLICTO

El salvadoreño Juan Carlos Morales Peña es el autor de cinco tesis sociológicas y estratégicas sobre la guerra de 1969, donde define el conflicto bélico como una “cruzada por la dignidad nacional”.

Muchos de sus juicios coinciden con los del coronel hondureño César Elvir Sierra, en su libro “El Salvador, Estados Unidos y Honduras”, donde hace una descripción documentada de los hechos que desde 1961 empezaron a marcar el camino del conflicto armado.

El ejército salvadoreño lanzó un ataque armado y consiguió acercarse a la capital hondureña, Tegucigalpa.

Según la revista Sucesos Centroamericanos, el primer ataque por sorpresa fue dirigido a Tegucigalpa, Gracias, Nueva Ocotepeque, Santa Rosa de Copán, Juticalpa, Amapala, Choluteca, Nacaome y Guaimaca en forma simultánea.

Ningún bombardeo dio en el blanco.

Pero con todo y su imprecisión, el ejército salvadoreño había iniciado su campaña “Capitán general Gerardo Barrios”, que tenía como meta conquistar territorio hondureño. Mientras aquí nuestros soldados, henchidos de patriotismo, avanzaron al campo de batalla a defender la soberanía y la integridad territorial con todo y sus carencias.

Pero una guerra necesita planificación y estrategia. La cúpula militar salvadoreña comenzó su diseño desde 1961 y eso hizo estragos en las filas hondureñas.

La derrota militar fue evidente, se conquistaron 1,600 kilómetros cuadrados, los guardias de Honduras retrocedieron, su fuerza aérea fue destruida en un gran porcentaje en tierra, detalla Morales Peña.

El objetivo estratégico era “la conquista de un espacio geográfico, zona de compensación, a fin de negociar las garantías de nuestros connacionales en Honduras”.

Desde 1961 los incidentes en la frontera comienzan cuando un grupo de salvadoreños al mando del alguacil de Lajitas, El Salvador, Alberto Chávez, penetraron territorio hondureño por el sector de Dolores, La Paz, siendo repelidos por una patrulla de la extinta Guardia Civil al mando del delegado Fausto López y el inspector de hacienda Jeremías López.

En el enfrentamiento murió Chávez.

El gobierno salvadoreño acusó de esta muerte al hacendado hondureño Antonio Martínez Argueta, juzgado en ausencia por un tribunal de El Salvador.

El 19 de junio de 1961, las autoridades salvadoreñas piden a Honduras investigar el hecho. Se comprueba que Chávez, tras ingresar a territorio hondureño, muere al enfrentarse a una patrulla de la Guardia Civil. El hecho ocurre en la Hacienda de Dolores, propiedad de Martínez Argueta, quien se encontraba en Tegucigalpa.

En 1962, el anuncio de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria durante el gobierno de Ramón Villeda Morales (1957-1963), se comienza a aplicar en el gobierno de Oswaldo López Arellano, dando paso a la recuperación de tierras que eran ocupadas de forma ilegal por salvadoreños. Y es ahí cuando inicia la deportación de ilegales que ocupaban tierras en Honduras. A esto se suma la disparidad en los beneficios económicos obtenidos en el mercado común centroamericano.

LOS HECHOS

La historia relata que Honduras y El Salvador se iban a enfrentar en una de las semifinales de la clasificación de Concacaf para el Mundial de México 70.

El vencedor se vería las caras con el ganador del encuentro Haití-Estados Unidos. El primer enfrentamiento se realizó el 8 de junio de 1969 en Tegucigalpa. El partido lo ganó Honduras 1-0. Para el narrador deportivo Jaime Bonnail, el fútbol ayudó a acrecentar la rivalidad entre los dos países enfrentados por un fuerte proceso migratorio.

Pero ese partido fue apenas el puntapié de la bola en la red que llevó a la guerra.

El 16 de junio de 1969 se celebra en el estadio Flor Blanca, en San Salvador, el partido Honduras-El Salvador.

Elvir Sierra narra en su libro que el ambiente era hostil y así continúa hasta el día del partido. Ante el temor de una posible guerra, los salvadoreños residentes en Honduras regresan a su patria, los hondureños en El Salvador hacen lo mismo.

El drama es terrible “cuando muchas familias de salvadoreños unidos con hondureñas y viceversa, tienen que destruir su unidad familiar, que incluye patrimonio, hijos y todo una vida de sacrificios”.

LAS CONSECUENCIAS

Aunque hay numerosos libros sobre el conflicto, los salvadoreños justificándola en una campaña humanitaria y los hondureños argumentando que fue en defensa de su soberanía y su integridad territorial, los datos que hablan de las bajas no son claros.

Se menciona que los caídos fueron 4,000 a 6,000 y más de 15,000 heridos.

Y que, entre 60,000 y 130,000 de los 300,000 salvadoreños indocumentados que vivían en Honduras fueron forzados a regresar a su país.

El objetivo estratégico era “la conquista de un espacio geográfico, zona de compensación, a fin de negociar las garantías de nuestros connacionales en Honduras”.

La diplomacia salvadoreña presentó al mundo la situación humana de los salvadoreños en Honduras como la causa de su malestar, pero al entrar a territorio hondureño, la lectura internacional le dio el calificativo de un Estado agresor.

Kapuscinski resumió el final de la guerra en su libro “La guerra del fútbol” como: “La guerra terminó en un impasse. La frontera se mantuvo intacta. Es una frontera trazada al ojo en medio de la selva, en un terreno montañoso que reclaman ambos países. Parte de los emigrantes regresaron a El Salvador, mientras que otros siguen viviendo en Honduras”.

La Organización de Estados Americanos negoció un alto el fuego que entró en vigor el 20 de julio. Las tropas salvadoreñas se retiraron a principios de agosto.

Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima, Perú, el 30 de octubre de 1980 por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Holanda.

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