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Juan José Micheletti: 'No sé qué podría hacer si no canto”

Su madre lo introdujo en la música y el sueño de ella lo convirtió en propio casi inmediatamente. Después de estudiar en Honduras, ahora, junto con otros operistas, ha formado una compañía de ópera en Italia.

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06.04.2013

Cuando era un niño su madre le inculcó el amor por la música, después ella se daría cuenta de que a su hijo realmente le gustaba y esto la motivó a inscribirlo en cursos libres de flauta dulce y guitarra, pero la inclinación que el pequeño Juan José Micheletti tenía no era de cursos, era de estudios formales.

Tomar la decisión de retirarse de La Estancia e integrarse al estudiantado de la Escuela Nacional de Música (ENM) no fue fácil, pero después “me encontré como pez en el agua”.

En el 2000 egresó de esta institución educativa como Bachiller en Violonchelo, siendo un estudiante destacado, posteriormente viajó a Alemania donde estudió un año como alumno de intercambio, permaneció un año más y después se fue para Italia.

Fue ahí que inició otro camino, y después de muchas experiencias el joven hondureño con nacionalidad italiana, ha decidido emprender otro proyecto en su vida: la formación de una compañía de ópera en Lombardía, Italia.

EN EL CONSERVATORIO DE MILÁN. A los 22 años ingresó al Conservatorio de Milán para estudiar canto. Formar parte de esta institución que está establecida desde 1807 a simple vista no parecía tan fácil, solo eran diez cupos los disponibles, y para ellos aplicaron más de 500 personas, “yo quedé de segundo en la lista, entonces puedo decir que para mí no fue complicado, la competencia es grande, hay mucha gente muy buena con un nivel de verdad bien alto”.

Cualquiera diría que un estudiante que ha recibido su educación en Honduras difícilmente se podría poner al nivel de otros estudiantes egresados de escuelas europeas, pero no es así, “la preparación que recibí en la Nacional de Música fue muy buena, y me permitió codearme tranquilamente con todos los demás que estaban haciendo el examen de admisión, y una vez admitido con los que ya estaban adentro, no tuve absolutamente ningún tipo de problema”, dijo Juan José.

Al inicio si sintió algún temor más que todo fue porque sus estudios de canto los inició cuando tenía 18 años, y muchos de los aspirantes tenían una buena preparación en esa área, “y el único temor que tenía es que agarraran a los que ya tenían una voz formada, adelante de uno que había estudiado como hobbie, pero al final agarraron a todas las personas que estaban partiendo casi desde cero”.

Al estar en el Conservatorio de Milán fue clasificado como barítono, y de ahí partió su formación en el canto.

En Italia no solamente fue moldeado como cantante, también lo fue en su carácter, personalidad y fortaleza, y es que era necesario hacerlo, sino no hubiera podido enfrentarse a un ambiente tan hostil donde los que estudian lo hacen para hacer de ello la profesión de su vida, no es un pasatiempo.

“Ahí me enfrenté por primera vez a los grandes maestros y directores de canto, tuve contacto directo con los grandes cantantes del mundo lírico, del mundo operístico, tuve mis primeras audiciones verdaderas, porque aquí es un poquito más pequeño el ambiente entonces es mucho más relajado, allá las audiciones son pesadas, el nivel es bien alto, entonces ahí hay que estar condeándose al máximo para poder sobresalir”.
Grandes exponentes de la ópera como Luciano Pavarotti, Mirella Freni y Ernesto Palacio, entre otros, fueron sus maestros.

HOSTILIDAD VERSUS FORTALEZA. “En el escenario se mira todo muy bonito, pero todo lo que está atrás es bien competitivo, pasa de todo, y ahí pues tengo que decir que tuve mucha suerte, tuve el apoyo de casi todos mis maestros, y aproveché al máximo las actividades del Conservatorio”.

Y es que su paso por esta institución no fue menos exitoso que su recorrido en la ENM, ahí logró entrar al laboratorio lírico cuando apenas estaba en segundo año, tomando en cuenta que normalmente es un espacio reservado para los estudiantes de cuarto y quinto año, “logré adelantar casi todo el proceso, porque miraban que de mi parte había mucha disciplina, interés y sobre todo responsabilidad, y miraban que obviamente venía con un nivel musical que me permitía enfrentarme con los que estaban más avanzados”, señaló.

En el laboratorio obtuvo su mayor formación como cantante, y en él vivió la experiencia de participar en el montaje de óperas completas, donde tuvo que trabajar junto a una orquesta de 120 músicos, seguir las instrucciones de un actor que le indicaba cómo desplazarse en el escenario y atender las instrucciones de un director de orquesta, “es la preparación verdadera de lo que uno se va a encontrar en teatro, cuando ya se trabaja en teatro”.

Toda esa experiencia también lo expuso a la competencia muchas veces sucia de sus colegas. En la ópera “pasa de todo en realidad, pasa desde recibir correos de parte de los colegas de que la audición es otro día para que uno no se presente, a encontrarse 10 minutos antes en el camerino con el vestuario cortado con un estilete”, y nuestro entrevistado ríe al decir que “lo que dicen en las películas es casi todo cierto, es un ambiente bien hostil”.

En la profesión en la que se desenvuelve se aplica la frase de “sálvese quien pueda”, debido a que las oportunidades son pocas en relación a los aspirantes, “al final en una producción pueden haber seis o siete cantantes, y tal vez para un solo papel hay 500 personas haciendo audición, obviamente quien llega de segundo quiere hacer todo lo posible para cantar como primero, hay mucho chisme, envidia, egoísmo, egocentrismo, hay tanto sentimiento negativo en todo lo que está atrás”, y pese a toda esa ensalada de malas actitudes que se viven detrás del telón, en el escenario se olvidan absolutamente todas las peleas, “todo lo que pasa atrás no afecta en absoluto la responsabilidad de uno para que el espectáculo salga todo lo mejor posible”, señaló Micheletti.

LA GRAN PRUEBA. Durante los cinco años que estuvo en el Conservatorio su formación fue como barítono, y como tal siguió cantando durante algún tiempo, hasta que se encontró con un maestro de canto que le dijo que su clasificación es la de tenor, y a partir de ahí le tocó atravesar por un momento muy difícil, en el que sintió “mucha rabia”, y llegó a preguntarse qué había hecho durante siete años. Fue así que la prueba se convirtió en una oportunidad para aprender, “lo tomé como una motivación... Obviamente que de esa persona que estudió como barítono aprendí muchas cosas que ahora estoy aplicando como tenor en un repertorio completamente diferente”.

A partir de ese momento comenzó todo un proceso de volver a trabajar la voz técnicamente para cambiar el registro y la tesitura, “el tenor es el más agudo de las tres voces, entonces tuve que subir todo, y trabajar la voz en ese sentido”. Y después de que en su periodo como barítono tuvo la oportunidad de cantar en uno de los teatros más famosos del mundo, La Scala, y trabajar en óperas como protagonista, tuvo que retirarse del trabajo para volver a estudiar, y a su regreso las cosas empezarían de cero, con producciones y papeles pequeños, “porque es un poco peligroso enfrentarse directamente en ambientes donde a uno lo pueden abuchear”, y agregó que “fue un proceso muy formativo, me ha ayudado mucho a crecer como artista el tener que ponerme a prueba nuevamente, las mariposas en el estómago se sienten aún más de lo que sentía al cantar como barítono, porque cantar como tenor, sin quitarle al barítono, es un poco más de responsabilidad porque es más expuesta la voz, si a uno se le va un gallo lo escucha todo el mundo”.

Después de esta experiencia, al principio terrible y en el proceso formativo, se vino a Honduras a dar clases de canto en el marco del montaje de la ópera “La Traviata”, con la que celebró su 20 aniversario la Fundación Musical de Honduras. “Estoy bien contento con la experiencia que tuve aquí, porque dar clases a uno lo obliga a entender exactamente cómo funciona el mecanismo, muchas veces el maestro de uno se explica en modo que uno entienda, pero ya cuando a uno le toca transmitir tiene que ver cómo se las ingenia para que la personas a las que se les está enseñando comprendan, entonces buscar el vocabulario correcto a uno le hace entender muchas cosas”.

LA COMPAÑÍA EN ITALIA. Actualmente Juan José Micheletti, el niño que primero fue alumno de cursos libres, el joven que posteriormente fue estudiante de la ENM y del Conservatorio de Milán, ahora es un cantante profesional con aspiraciones mucho más ambiciosas. Actualmente junto con un grupo de amigos operistas han formado su propia compañía de ópera en Lombardía, Italia, “la crisis ha afectado en Italia sobre todo a la cultura, los primeros cortes que van son hacia la cultura y la educación, y entonces siempre hay menos trabajo, y con este grupo de amigos decidimos tomar las riendas del asunto y formar nuestra propia compañía”.

Es así que los siete actores emprendieron este proyecto en 2012, la compañía aún no tiene nombre y por el momento cuentan con el apoyo de un teatro con capacidad para 600 personas, y ahí están tratando de montar por lo menos cuatro óperas al año, “obviamente todo con recursos reducidos, muchas veces se hace solo con piano, el vestuario lo alquilamos, la escenografía es toda hecha con telones pintados como se hacía en los años 50, estamos tratando de retomar eso porque cuesta mucho menos y podemos hacer más escenografías con menos dinero”, detalló.

La compañía la conforman siete cantantes (incluido él), un escenógrafo, un encargado de vestuario, un maestro de escena y un director de orquesta. “Digamos que es una pequeña compañía completa, muchas veces no salimos ganando nada, pero yo creo que en todo proyecto al inicio se tiene que entender que no se gana, y muchas veces la cuenta bancaria está en rojo. Pero siempre hay buena respuesta por parte del público, siempre la gente llega, entonces entre más gente llega uno logra cubrir más los gastos, y está funcionando. Ahora que regrese tengo otras cuatro cosas que hacer con ellos, a ver qué pasa”.

De esta manera todo lo que vivió en sus años estudiantiles le ha servido para enfrentar las situaciones con positivismo porque su pasión es la ópera, y “mejor trago antes que dejar todo, porque sinceramente no sé qué podría hacer yo si no hago esto, al final tengo la enorme suerte de hacer lo que me gusta, lo que me apasiona, no sé qué podría hacer si no canto, ¿regresar a Honduras, dar clases y hacer que sean los demás que canten? No, quiero cantar yo, quiero cantar yo”.

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