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El legado de un botánico que protegió la flora nacional

Clasificó más de 100 especies de flora nativa del país. Y Honduras le debe al profesor José Antonio Molina Rossito (QEPD) que la orquídea Rhyncholaelia digbyana sea la Flor Nacional de Honduras.

29.09.2012

ntribución a la flora centroamer

Identificó y clasificó más de 100 especies de la flora nativa de Honduras, entre ellas la orquídea Rhyncholaelia digbyana, que gracias a él fue declarada Flor Nacional de Honduras el 26 de noviembre de 1969.

José Antonio Molina Rossito, un prominente botánico hondureño y profesor emérito de la Escuela Agrícola Panamericana El Zamorano, deja un enorme legado en el campo de la investigación científica en el país.

“Molinita”, como cariñosamente le conocían los estudiantes, falleció el domingo a los 86 años de edad, siendo un ejemplo para las presentes y futuras generaciones a las que ayudó a formar en el campo de la agronomía desde 1946 hasta 1990 y durante muchos años continuó dando clases de botánica ad honórem, como curador emérito.

Gracias a sus descubrimientos, la abreviatura Ant. Molina se emplea para indicar a José Antonio Molina Rosito como autoridad en la descripción y clasificación científica de los vegetales.

En su honor el investigador alemán Peter Karl Endress denominó Molinadendron a un género particular de árboles semiverdes, los cuales se encuentran en México, Guatemala y Honduras.

ESTUDIOS. El profesor Molina fue parte del primer grupo de jóvenes que ingresaron a El Zamorano en 1943 y se graduó en la primera promoción de Agrónomos en 1946. Luego obtuvo una especialización en Estudios taxonómicos de plantas vasculares y preparación de herbarios en El Zamorano (1947); y en Taxonomía de plantas vasculares de México, Centroamérica y las Antillas en el Missouri Botanical Garden y la Escuela de Botánica Henry Shaw de la Universidad de Washington, en Saint Louis, Missouri (1953), con una beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation.

Compartió sus conocimientos de botánica y taxonomía a cientos de jóvenes, y dirigió el herbario Paul C. Standley de Zamorano que luego de su retiro continuó manejando ad honórem►con el apoyo de su esposa
Albertina de Molina y con el que logró aumentar la colección a 250 mil especies de plantas de la región.

APORTES CIENTÍFICOS. Además, por muchos años colaboró con el Museo Field de Historia Natural de Chicago, investigando y descubriendo nuevas especies en sus múltiples expediciones por Centroamérica, entre ellas: Alfaroa williamsii, Desmanthodium hondurense, Engelhardtia nicaraguensis, Eupatorium cyrili-nelsonii, Gliricidia malacocarpa y Eupatorium albertinae, esta última dedicada a su esposa.

Sus contribuciones a la taxonomía de la flora de la región le permitieron ganarse la admiración y el respeto de otros taxónomos internacionales. Las especies que colectó, desde árboles hasta malezas, las distribuyó a especialistas, quienes nombraron en su honor muchas de ellas. La especie Solanum molinarum fue dedicada al matrimonio Molina.

En Honduras, identificó y clasificó más de 100 especies de plantas y elaboró un listado de la flora del país que se publicó en la revista científica de El Zamorano, Ceiba, en 1975. Una de las más importantes contribuciones a Honduras fue sugerir al gobierno hondureño nombrar como flor nacional la orquídea Rhyncholaelia digbyana. El 26 de noviembre de 1969, la orquídea Rhyncholaelia digbyana fue declarada Flor Nacional de la República de Honduras.

LA ÚLTIMA PUBLICACIÓN. En octubre de 2009, la sección Vida de EL HERALDO, publicó un pequeño reportaje sobre el destacado botánico hondureño.
En la nota se menciona cómo llegó a El Zamorano de la mano del doctor Wilson Popenoe, cuando no se había construido ninguna aula y cómo este lugar se convirtió más tarde en su casa.

Fue uno de los primeros 100 alumnos

en 1943, que tres años después logró terminar los estudios para formar la primera generación de graduados del El Zamorano.

Rápidamente pasó a formar parte del cuerpo de profesores y en 1947 ya impartía clases y viajaba con el botánico Louis Otto Williams por toda Centroamérica, colectando plantas para crear el inventario de flora de la región.

Molina y Williams fundaron el herbario de la escuela y que hoy alberga cerca de 300,000 especímenes clasificados de plantas de Mesoamérica.
“Los descubrimientos del profesor Molina se encuentran guardados en las principales colecciones botánicas de Honduras, Estados Unidos y Europa”, detalla el fotógrafo Arturo Sosa en la publicación de EL HERALDO. Y durante 48 años impartió las clases de botánica y taxonomía en la escuela y “generaciones enteras de estudiantes de 22 países aprendieron con férrea disciplina, principios básicos y avanzados de un reino verde y descubrieron la pasión y curiosidad de un profesor inquieto, llamado Antonio Molina”, concluye Sosa.

RECORDADO. Para el profesor Molina ser de los primeros estudiantes de Zamorano fue una gran experiencia. “En Zamorano me forjé como estudiante y como profesor de botánica”, dijo a una revista de la escuela El Zamorano hace algunos años.

Los que le conocieron, le recuerdan como un hombre ejemplar y botánico dedicado, constante y laborioso. Para él, la naturaleza significaba vida, pasión y la razón de respirar aire fresco, por lo que no dudó en vivir en el valle de Yeguare, cerca de su querido Zamorano.
El profesor Molinita dejó este mundo luego de una prolongada enfermedad. La comunidad zamorana lamenta la pérdida de un gran ser humano y botánico hondureño que será recordado por su contribución a la flora centroamericana.

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