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Francisco Morazán, el prócer que inspira la pluma de los escritores

<p>Sobre Francisco Morazán se han escrito poemas, relatos, biografías, anécdotas, cuento y novelas. Es considerado la figura republicana más sobresaliente en la literatura del istmo.</p>
16.09.2012

No escribir de Francisco Morazán, o por lo menos citarlo, sería como “escribir sobre la mañana sin referirse a la luz del sol”, expresó el escritor hondureño Julio Escoto, autor del libro “El general Morazán marcha a batallar desde la muerte”.

Y es que el general no solo fue protagonista de múltiples batallas, jefe de Estado y el personaje que “encarna como ningún otro los ideales del liberalismo del siglo XIX, de la lógica positivista, de los ideales humanistas de la Ilustración y del romanticismo”, sino que es y seguirá siendo el inspirador de versos y narraciones de nacionales y extranjeros, ya sea porque les “abruma y opaca, o porque los alienta”.

En la pluma de los escritores

Desde el siglo XIX el nombre de Francisco Morazán no ha pasado inadvertido para visitantes, comerciantes, historiadores, narradores y poetas, esto se debe a que el general es “la figura principal, protagónica y más significativa de la historia centroamericana, particularmente en la etapa de formación de la República Federal”.

Y no es para menos que la figura del prócer haya trascendido, siendo que él fue durante su vida “ideólogo, libre pensador, escritor, estadista, legislador y guerrero obligado”, sin dejar de resaltar sus virtudes, las cuales han sido definidas desde su época, y entre las que resaltan su inteligencia, don de gente, cultura, capacidad, valor y honestidad, “lo que no quiere decir que Morazán haya sido un santo o perfecto, de ninguna manera, sino que sus virtudes sobrepasan cuantitativamente a sus defectos”, enfatizó el escritor.

Morazán fue un hombre que sobresalió en todo el istmo centroamericano, de él conocían en el norte y en el sur, por lo tanto de él han escrito autores provenientes de estas naciones, que ya sea que lo alaben o denigren, no han podido ignorar la importancia que su vida ni de su muerte.

Escoto expresó que hay visiones positivas y negativas sobre el prócer, excepto que las segundas han sido refutadas por el tiempo y descubierta su razón de odio y rencor.

Muchos han escrito sobre el prócer hondureño y las letras han logrado inmortalizar la vida y obra de este hombre que “aspiró a desarrollar Centroamérica y colocarle en
un sitio especial del continente”.

Además, de Morazán trasciende su patriotismo, que lo hace ser “un modelo en cuanto a protección de la soberanía. Jamás hubiera aceptado, como no aceptó, ninguna proposición indecente que pudiera afectar a la República Federal, que la mermara, dividiera, hipotecara o cercenara.

Cuando se le propuso la dictadura la rechazó firmemente, lo que lo diferencia en profundo de otros próceres americanos”, y tal como han dicho historiadores en su momento, como Morazán no hay otro.

Entre los escritores nacionales que han hecho del paladín el protagonista de sus poemas y narraciones están: Roberto Sosa, Rigoberto Paredes, Ramón Oquelí, Longino Becerra, Miguel Cálix, Rafael Heliodoro Valle, Froylán Turcios, Mario Argueta, Rómulo E. Durón, Héctor Medina Planas, Ramón Rosa, Filander Díaz Chávez y Julio Escoto.

Entre los autores internacionales que han escrito sobre el prócer están el chileno Pablo Neruda, los guatemaltecos Alejandro Marure y Lorenzo Montúfar, los estadounidenses William V. Wells, Ralph Lee, Jr. Woodward y John Lloyds Stephens, el escocés Robert Glasgow Dunlop, los costarricenses José María Figueroa, Ricardo Jiménez Oreamuno y Carlos Meléndez Chaverri, y el nicaragüense Pedro Rafael Gutiérrez, por citar a algunos.

Esto solo demuestra que Morazán
“es el motivador de cientos de poemas, relatos, biografías, anécdotas, cuentos y novelas en torno a su figura pues es un carácter singular, modelo en muchos planos humanos”, dijo Escoto, quien escribió “El general Morazán marcha a batallar desde la muerte” motivado por la necesidad de “producir un libro en donde los jóvenes pudieran conocer al héroe sin tener que sufrir el lenguaje complicado y pseudo poético de las biografías morazanistas de los siglos XIX y XX, las cuales se caracterizan, en general, por su construcción ampulosa y exagerada”.

Morazán en la literatura

Francisco Morazán no tuvo una educación formal, fue un autodidacta motivado por Dionisio de Herrera, quien lo orientó a la lectura y el análisis y, pese a no tener un título universitario, “redactó con extraordinaria lucidez y corrección. Y de allí que sus Memorias, el Manifiesto de David y su testamento sean considerados piezas no solo históricas y biográficas sino literarias”.

Dentro de sus aspiraciones no estuvo la de ser un literato, y su uso de la palabra fue siempre instrumental, “más atento al contenido”.
Morazán utilizó la letra como un instrumento “de convencimiento y persuasión, así como de testimonio. Pero son tan lúcidas estas piezas citadas que han sido incorporadas a nuestra literatura... el pensamiento del héroe, como se revela en sus escritos personales y oficiales, es esencialmente civilista, democrático y constructor”.

Este líder sin comparación en toda Centroamérica, hace que “estemos obligados a rescatarlo y volverlo a colocar bajo el foco de la civilidad, que es su virtud mayor”. Las palabras dichas sobre Morazán se las lleva el olvido, pero las letras escritas sobre él permanecen.