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Confesiones desde la sombra

Dicen que el engañador irá por el mundo engañando y siendo engañado

27.05.2012

Este relato narra un caso real. Se han cambiado los nombres y se han omitido algunos detalles a petici? de las fuentes.

NOTA: Mis disculpas a los lectores y lectoras de esta sección por las incomodidades que les causa la publicación en dos partes de algunos casos, sin embargo, lo extenso y la profundidad del relato nos impiden hacerlo en una entrega y, seguramente estar? de acuerdo en que reducirlos les restar? elementos esenciales que no har?n justicia al caso en s?

Sinceramente,
Carmilla Wyler

INICIO

?De qu?quiere que hablemos??

?No s? usted pidi?esta entrevista. D?ame usted?.

?Va a escribir las cosas tal y como se las cuente??

?De eso se trata, aunque sin mencionar nombres, por supuesto, y omitiendo los detalles que usted no crea convenientes?.

?Por donde empezamos??

?Por usted. D?de naci? quienes fueron sus padres, c?o lleg?hasta aqu??

?S? eso es empezar por el principio?.

El muchacho, un hombre no mayor de treinta a?s, alto, blanco, de ojos verdes, casi inexpresivos, una cara agradable, aunque capaz de aterrorizar a cualquiera por la cantidad de tatuajes que la cubren, rapado y de brazos largos y fornidos, guard?silencio un momento, como si estuviera ordenando sus pensamientos, jug?con sus manos, extra?mente nerviosas, y baj?la vista. Por un instante algo parecido a una l?rima brill?en sus ojos pero se repuso y, con voz pausada, en la que se notaba un dolor profundo, dijo:

?Crec?sin una familia, y de mis parientes cercanos solo he querido a mi t? Julia, hermana de mi pap? Ella fue la ?nica persona que me mostr?cari? en la vida? Mi madre, una prostituta que muri?asesinada por un polic? que cobraba la renta en la s?tima? El polic? la mat?porque le qued?mal con un dinero? Tal vez usted recuerda el caso, le dispararon en la noche en la calle donde esperaba a los clientes? Aunque yo no la ve? nunca, me doli?que terminara as? y tuvimos que ajusticiar al polic?? ?Recuerda uno que encontraron en una caja en El Tabl???

?S? ?Y su pap??

?Mi pap?es mi propio abuelo. Viol?a mi mam?cuando ten? trece a?s, y nac?yo. Tal vez por eso es que nadie me quiso, ni mi propia madre??

En este punto apret?los pu?s y su voz se ahog?en su pecho. Un ronquido se detuvo en su garganta y sus ojos brillaron con furia.

?Y su pap? ?Vive??

La pregunta pareci?/br> molestarle. La pausa que sigui?a esto fue larga. La cara tatuada era una m?cara siniestra en ese momento.

?Si gusta dejemos la entrevista aqu? No quiero causar problemas??

El trat?de sonreir. Mir?/br> levemente hacia la izquierda, levant?una mano p?ida y temblorosa, hizo un gesto, y dijo:

?Homie, venga!?

Un muchacho alto y delgado se acerc?a ? con la velocidad de un rayo y, con las manos a la espalda, lo mir?atentamente:

?D?ale a mi esposa que venga? Es hora de cenar?.

La mujer, la jaina, como la identific??, es una muchacha de unos veintis?s a?s, que salud?con marcado acento tico y que ? pidi?que no describiera. En cinco minutos regres?seguida por una muchacha, con una bandeja llena de caracol en mantequilla. Fue una cena propia de L?culo.

M?.

?La pandilla es mi familia. Crec?en los mercados, com? lo que encontraba y hasta los doce a?s hice mandados, bot?basura, serv?de mensajero y empec?/br> como bandera. A los catorce entr?a la pandilla. La iniciaci? casi me mata pero pronto escal?posiciones. A los veinte ya estaba curtido y ten? fama de cruel, lo que me hizo poderoso. Cuando nos toc?enfrentarnos a ?El Gato Negro?, yo fui de los m? decididos. Con ? era una guerra a muerte, pero sus propios amigos lo sacaron de circulaci???

?Va a hablar de sus primeros delitos??

El hombre sonri?

?H?leme con confianza? No se preocupe?.

?Bien. Quise decir, de sus primeros cr?enes??

LIBROS.

?Empezamos rob?donos las placas de bronce del cementerio. Yo ten? catorce a?s. Despu? llevaba marihuana en una chiclera a los distribuidores. A veces trasladaba celulares robados para entreg?selos al tope y recog? el oro que se robaban los requinteros en los mercados; era una vida dif?il pero no ten? opci?. El sexto grado es toda mi educaci? y si usted ve que hablo m? o menos bien es porque he le?o mucho? ?Quiere saber cu? es mi libro favorito??

Hubo un momento de silencio. Le respond?con una mirada.

?Los Tres Mosqueteros. ?Todos para uno y uno para todos! Me gusta El Conde de Montecristo y Paolo Coelho, Julio Verne, Jack London, Perry Mason, Ruth Rendell, Sherlock Holmes, El capit? Alatriste, y el Mahabaratha. La Biblia nunca la leo, aunque dice Monse?r que all?est?Jesucristo, esper?dome; me da miedo? No s?donde estaba Jesucristo cuando nac?y me convert?en esto, y no s?que puede ofrecerme hoy? Es mejor as? Pero tal vez esto no les interese a sus lectores.?

RELATO.

?Ten? diecis?s cuando mat?por primera vez; fue un encargo que le hicieron a la clica. Un rival andaba en el barrio, en San Pedro, y no era la primera vez? El carro ya lo ten?n identificado, iba y ven? y nos pareci?sospechoso que estuviera estacionado en una calle oscura? Era domingo? Pero nos equivocamos? En la madrugada nos dimos cuenta que era el jugador, pero ya no hab? nada que hacer? ?Recuerda el caso? Fue en dos mil tres.

?Una pregunta directa.?

?D?ame? No me agrada que usted me tenga miedo??

?Descuartiz?gente??

?S?.

La respuesta sali?de su pecho con un suspiro. Baj?la mirada y mordi?/br> una galleta de chocolate.

?Mire, Carmilla, hay algo que quiero aclararle? Yo siempre aspir?a m?? No rob?celulares, no arranqu?cadenas ni mat?a nadie que no lo merec?? Los rivales son crueles con nosotros? Nos secuestran a los homies y los descuartizan, los meten en cajas y los tiran a la calle como basura. Ellos dicen que est? limpiando la patria? Hubo un tiempo en que nosotros respondimos igual??

?Ya no lo hacen??

?Ellos siguen trabajando as??

?Han matado gente inocente??

?No le entiendo.?

?Que si usted mat?gente inocente??

?Queriendo hacerlo, no? Me met?con los rivales, con los que si me agarran a m?me descuartizan? Tambi? arreglamos cuentas con los traidores, con los que se peseteaban, y con los que le robaban a la clica? El barrio es todo? ?Por mi madre vivo, por mi barrio muero!?

?Polic?s??

?Ese tema est?/br> de moda desde que mataron al hijo de la Rectora, y en esto pagan justos por pecadores. La mayor? son buenos, como ese polic? de Tr?sito que homenaje?EL HERALDO; Jeyman creo que se llama?.

Vino un momento de silencio. La esposa trajo caf? un caf?negro, amargo, oloroso y de un sabor incre?le. Cambiamos de tema.

?C?o se financia la pandilla??

?Se hace de todo.?

?Algo en especial??

?Sicariato, secuestros, droga, extorsi?, robo de veh?ulos??

?C?o es su vida en medio de todo esto??

?A todo se acostumbra el ser humano??

?Es feliz usted??

?Podr? decir que s? Tengo una familia, una mujer que me quiere, tres hijos, la confianza de los jefes??

?Lo busca la Polic???

?S? claro??

?Lo conocen??

?S? por supuesto, pero usted ve lo que tengo, est?legal: carro legal, armas matriculadas, inversiones legales? Donde tengo problemas es en El Salvador? Pero eso es otra historia. Debo proteger a los homies.?

?C?o es su relaci? con la Polic???

?Ja, ja! Voy a decirle algo. La Polic? es una buena instituci?, una instituci? noble, como dice usted en sus escritos? Pero de todo hay en la vi? de Se?r? Hay unos que se aprovechan, y esos nos sirven hasta que se quieren pasar de vivos??

DURO.

?Qu?se siente vivir en medio del delito??

?Ya se lo dije; a todo se acostumbra uno?.

?No se arrepiente.?

?S? a veces; cuando veo a mis hijos, cuando veo a las madres llorando? Me hubiera gustado que mi madre me hubiera querido aunque fuera un poquito de lo que esas mujeres aman a sus hijos??

?Cu? ha sido su crimen m? cruel, m? grotesco??

?Cuando me ordenaban descuartizar a un rival? No me pida los detalles. Eso es grotesco, como usted dice.?

?Cu?tas veces ha estado en prisi???

?Muchas. Aqu?y en El Salvador. De all?me escap?y s?que han querido cambiarme por unos hondure?s que est? presos all?y que tienen cuentas pendientes aqu? Pero soy hondure?, y tengo amigos??

?Qu?clase de amigos??

?De esos que compra el dinero??

?Pero ahora los salvadore?s pueden pedirlo en extradici???

?No creo. Eso solo les funcionar? a los gringos??

?Expl?uese mejor?.

?Aqu?es otra cosa? Conf?mese con eso, pero con los gringos no se juega. Les van a poner alas a muchos?.

?Qu?quiere decir con alas??

?Las mismas alas que le pusieron a Ram? Matta. Ya se llevaron a Mario Ponce, ahora quieren al ?Negro Barracuda?? Ya ver?usted a quienes m? les quieren poner alas??

?Conoce usted a algunos??

?No responder?a eso. No es importante y no deber? interesarnos?.

?Le interesa la pol?ica??

?No cre?que fuera a hacerme esa pregunta? S? s?nos interesa la pol?ica??
?En que sentido??

?A m?me gusta??

?Vota usted??

?Tengo ese derecho?.

?C?o ve las cosas ahorita? A la pol?ica, me refiero.?

?Yo soy LIBRE, pero no estoy para pol?ica? Me gusta ahora y a veces me entusiasma, pero nada m?. ?Qu?como veo las cosas? No tengo una respuesta que valga la pena. Mejor dejemos ese tema a los pol?icos.?

Sonri?y los tatuajes de sus mejillas sonrieron con ?.

DESPEDIDA.

?Le tiene miedo a la muerte??

?Sinceramente??

?S?.

?S?le tengo miedo. Mis hijos me necesitan? La vida es bonita??

?No piensa lo mismo cuando su gente mata y asesina en las calles??

Los ojos verdes brillaron y se quedaron vi?dome fijamente. Las palabras se detuvieron en los labios y las cejas se arquearon.

?Creo que deber?mos pensar en la gente, en los inocentes que quedan sufriendo, en las viudas, en la gente que pierde lo que tanto les cuesta, pero yo he tratado de no da?r a inocentes; siempre me met?con los traidores, con los que hicieron tratos con nosotros y no cumplieron. Yo no puedo evitar que algunas personas crean que meterse al delito es cosa sencilla. Algunos se meten por necesidad, otros por ambici?. Estos son los m? peligrosos. Y son los que fracasan. Lo que me da m? pesar son las mujeres que se meten a estas cosas y terminan ejecutadas. Eso es doloroso??

?Y, cuando les pagan por matar a alguien??

?Eso es negocio. Por lo general, tratamos de saber por qu? cu? es el motivo del cliente? Pero no me pregunte de eso??

?Tengo que preguntarle??

?A ver?.

?Ha rechazado alg?n encargo cuando considera que no es justo el asesinato??

?Yo s? otros no tienen escr?pulos.?

?Al inicio me dijo que ustedes tienen muchos amigos??

El hombre sonri? se ech?/br> para atr? y cruz?los brazos en el pecho.

?Todos tenemos amigos??

?Me refiero a??

?S?a que se refiere? Pero son amigos, y a los amigos hay que cuidarles la espalda??

?Cuestan mucho esos amigos??

No respondi?de inmediato.

?Ya le contest?eso?.

Mir?la hora en el reloj que llevaba en la mu?ca, y dijo:

?Carmilla, es la una de la ma?na? Creo que hablamos m? de la cuenta??

?Satisfecho??

?Creo que s? ?Homie, venga!?

El mismo muchacho se plant?frente a ? con un respeto que rayaba en la adoraci?.

?Tr?game lo que le encargu?.

El muchacho desapareci?y, un minuto despu?, regres?con algo en las manos.

?S?e que es esto??

Sobre la mesita quedaron dos tomos tama? tabloide, empastados en cuero ocre, con las siguientes inscripciones grabadas en letras doradas:

Selecci? de Grandes Cr?enes EL HERALDO Carmilla Wyler

El entendi?mi sonrisa de agradecimiento y satisfacci?.

?Soy su fan n?mero uno, aunque usted dijo en uno de los casos que sus fans numero uno son Gisselle y Wanda? No lo creo. Ni siquiera la se?ra que escribi?el otro d?, do? Carolina Chajtur.?

?Gracias.?

?Alguna pregunta m???

?Estar? dispuesto a pedir perd? a la sociedad por esta vida de crimen??

La conversaci? empez?de nuevo. El se acomod?en el sill?.

?Nunca se me ha cruzado por la mente? S?que la gente nos odia, que la sociedad nos repudia, que para todo el mundo somos basura que estar? mejor muerta? Y no digo que en su propia forma de ver las cosas no tengan raz?? Pero, como dijo Carmilla Wyler, la sociedad es la que ha creado a sus propios monstruos??

?Dejar? usted esta vida??

?De esto solo se sale muerto?.

?No lo har? ni por sus hijos??

?Precisamente por ellos no lo har?? Si me peseteo, ellos lo pagar?n? No tenemos donde escondernos??

?Si volviera a nacer har? lo mismo??

?Me parece que esa es una pregunta absurda? Nadie nace dos veces? Nac?del pecado, y viv?para el pecado? Mi madre es la pandilla? Mis enemigos? Mejor no sigamos hablando??

?Si usted no quiere?, pero no me contest?una pregunta??

?S? ya s?cual? Sobre mi padre??

?S?.

?No lo odio? Vive en San Pedro, est?viejo y, aunque usted no lo crea, es pastor evang?ico? Un d? me dijo que me quiere??

?Y usted??

?Yo qu??

De nuevo el ce? fruncido.

?Lo quiere??

?S??

Esta vez las l?rimas saltaron por sus mejillas. El 666 de su frente pareci?brillar. Sin limpiarse las l?rimas, dijo, casi declamando: ?Hay rasgos de virtud en el malvado, y hay rasgos de maldad en el virtuoso. Monse?r me dijo que deb? perdonar, pero quien debe ser perdonado soy yo?

?No cree usted??.

?A quien se refiere cuando dice Monse?r?

?A Monse?r Emiliani; para m?es un santo, un hombre bueno, un verdadero hombre de Dios. Nosotros lo respetamos y, en cierta forma, le tenemos miedo a su palabra. El solo es capaz de detener un mot? en la c?cel, y eso solo lo hace quien se ha ganado el respeto y la confianza de la raza, ?no cree??

La pausa que sigui?a esto fue larga. Los perros dorm?n a sus pies, sobre las carpetas de hule. Al fondo, la oscuridad dejaba ver las estrellas.

Era una madrugada fresca. Los gallos de pelea cantaban a lo lejos. Dijo que eran su pasi?. En la sala, su esposa ve? televisi?. Se estaba riendo con el cap?ulo de El Chavo del 8, ?Don Ram?, zapatero?.

?D?ame, ?qu?va a escribir??

La pregunta vino despu? de un bostezo.

?Creo que lo esencial? Los detalles son grotescos y tengo l?ites??

?S? me imagino.?

?Esta secci? la leen miles de personas cada domingo?, incluso muchos adolescentes. ?Hay algo que quisiera decirle a la gente??

?Que nosotros somos creaci? del Estado, del gobierno podrido, de los liderazgos corruptos, de la paternidad irresponsable, de la religi? y la moral aberradas?

Somos obra del capitalismo que no ve a las personas m? que como consumidores en potencia que producen millones satisfaciendo sus instintos? ?Cu?to m? vamos a durar? Desde Ca?, la mala hierba est?en el coraz? del hombre? El ser humano es traidor, enga?dor, ambicioso, abusivo, infiel, perverso, malvado??

Hizo una pausa para tomar aire. A pesar de la dureza de sus palabras estaba triste.

?Los padres deben amar m? a sus hijos, protegerlos, cuidarlos, no dejarlos a la buena de Dios? Los pol?icos deben ser sinceros, honestos, cumplir sus promesas y no seguir traicionando las esperanzas de la gente? Los pastores y los curas no deben ver a la religi? como un negocio? Tal vez as?las cosas se arreglen en Honduras.?

Hizo una nueva pausa. Retroalimentar lo que dijo era alargar m? la conversaci?, y ya eran las tres de la ma?na.

?Gracias por venir -dijo, poco despu?-, se lo agradezco mucho. Siempre quise conocer a Carmilla. Le escrib?muchas veces pero nunca me contest? o no quiso contestarme? Pero ya est?aqu?y me alegra conocer a Carmilla Wyler? ?Homie! ?Est?listos los homies que llevan a Carmilla??

NOTA FINAL.

Escribir esta historia este domingo ha sido una decisi? compleja, por lo duro de las declaraciones del entrevistado, sin embargo, forman parte de la dura realidad que atraviesa Honduras y que aterroriza a la poblaci?.

?Qui? tiene la culpa de todo esto? ?La sociedad? ?Los padres irresponsables? ?Los liderazgos sin moral? ?El padre de la mentira? Solo Dios sabe.