Editorial

Violencia sexual

La violencia sexual es uno de los crímenes más deleznables, que involucra cualquier acto de naturaleza sexual realizado sin el consentimiento explícito de una persona (hombre o mujer), lo que incluye violación, acoso sexual, abuso sexual, entre otros.

Sus consecuencias son devastadoras para las víctimas y así lo exponen los investigadores, los defensores de los derechos humanos, los estudios sobre el tema. Ellos coinciden que esas consecuencias pueden manifestarse a corto y largo plazo, tanto a nivel físico como psicológico y social, resaltando entre estas: traumas emocionales, trastornos de ansiedad, de estado de ánimo, de alimentación, depresión, autolesiones y pensamientos suicidas. La lista continúa. Las víctimas de violencia sexual pueden enfrentarse a lesiones físicas como contusiones, fracturas, lesiones genitales y enfermedades de transmisión sexual (ETS), incluyendo el VIH/sida; provocar problemas sexuales como disfunción eréctil, trastornos del deseo sexual y embarazos no deseados, apuntan.

Desgraciadamente, en Honduras las víctimas de este delito son muchas.

El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) dijo ayer en un comunicado que se estima que, anualmente, se realizan en el país unas 2,360 evaluaciones médicas por denuncias de delitos sexuales, un promedio aproximado de 197 casos mensuales, de las cuales, en un 90% de los casos, las víctimas son mujeres y de estas, alrededor del 65% con edades que oscilan entre los 10 y los 19 años, y que la impunidad prevalece en la mayoría de estos casos junto a la falta de acceso a la justicia, lo que pone en mayor riesgo la integridad física de las víctimas.

Ello deja planteado el reto a las autoridades policiales, de investigación y judiciales. Es urgente que se elaboren estrategias encaminadas a las mujeres, las niñas y a todas las víctimas. No se puede seguir indiferente ante esa problemática.